A 150 años de la muerte de Zamora
Ezequiel Zamora nació en Cúa el 1º de febrero de 1817 y murió en San Carlos, estado Cojedes, el 10 de enero de 1860. Adolfo Rodríguez en La Llamada del Fuego. Vida, Pasión y Mito de Ezequiel Zamora, demuestra que provenía de familia acomodada y arruinada durante la guerra de Independencia. La casa natal se encuentra hoy entre la calle Zamora con la de Gual y España y está identificada con una placa conmemorativa. Los vecinos dicen que Ezequiel vivió allí, pero que nació en la de al lado, que tiene ventanas de madera, puesto que Paula Correa lo parió allí y a los pocos días se mudó.
La educación de Ezequiel fue rudimentaria: cursó estudios primarios en Caracas, en la escuela Bolívar. Según Laureano Villanueva en Vida del Valiente Ciudadano General Ezequiel Zamora, Manuel García Correa, primo y cuñado, fue su maestro, le habló de derecho, de filosofía "y de la política de la igualdad". Un buen día, decidió dejar Caracas y se instaló en Villa de Cura, donde estableció una tienda de víveres.
Rodríguez publica esta semblanza física del recién llegado: "El pelo rubio, paso. Poca frente, nariz de águila, labios finos, la boca breve y sumida. Una cara amarrada, de zorro con peste. La estatura regular, flaco, juntos los muslos y maneto. Unos ojos azules que encandilan. Las manos largas, sin carne, con cerdas en lugar de vellos. Pies largos".
Aprendió mucho detrás del mostrador y tuvo éxito en los negocios, pero fue en 1846 cuando incursionó en la política, identificándose con la ideología liberal. Ya era un lector apasionado de El Venezolano. Para entonces el país padecía una crisis económica por la baja de los precios del café y del cacao en el mercado internacional. A gritos se exigía la propiedad de la tierra y la abolición de la esclavitud. El descrédito y rechazo al personalismo del general Páez, cabeza del Partido Conservador, completaban el cuadro. La mayoría trabajadora se identificó con el Partido Liberal.
Ezequiel se presentó a las elecciones de 1846 como candidato a elector por el cantón Villa de Cura y trabajó duro, pero la junta electoral invalidó sus votos y lo imposibilitó para sufragar. Molesto, regresó a su bodega, canceló las deudas, destinó un dinero para su mamá y se vino para Caracas. Poco después acompañó -como lancero- a Guzmán cuando éste entró a La Victoria el 2 de septiembre rumbo a entrevistarse con Páez en Maracay, en un intento por propiciar el entendimiento entre liberales y conservadores. La entrevista no se realizó y los liberales radicales se levantaron en armas contra el Gobierno de Soublette. Ya lo había hecho José Francisco Rangel, un político local de Magdalena. Pronto lo haría Zamora.
Sus días como caudillo de la revuelta social en el centro del país fueron breves: septiembre de 1846 - marzo de 1847. Derrotado, fue hecho prisionero y sentenciado a muerte. Pero el presidente José Tadeo Monagas le conmutó la pena y lo condenó a 10 años de presidio en Maracaibo. Logró fugarse de la cárcel. Una etapa fructífera lo esperaba. Hizo carrera militar con los Monagas, ingresando al ejército como comandante de milicias. Actuó en la Campaña de Maracaibo (1848) y se ganó la fama de oficial competente. En 1849 fue ascendido a primer comandante de infantería del ejército permanente. Participó en la derrota de Páez en Casupo y le correspondió trasladarlo preso a Caracas. Según Villanueva, lo trató con respeto, pero en su autobiografía, Páez ofrece una versión muy diferente.
Siendo comandante de Armas de Guayana compareció (4 de junio de 1854) ante la Junta de Abolición, con los documentos que lo acreditaban como propietario de dos esclavos y dos manumisos. También presentó a Bonifacio, Rafaela y Jacinto, que fueron rechazados por carecer de "las escrituras correspondientes". Se retiró del servicio activo con el grado de general de brigada y pasó a ocuparse, en la provincia de Coro, de las fincas de su esposa Estéfana, hermana del general Juan Crisóstomo Falcón, "viuda, pero joven, hermosa y heredera de propiedades"; y madre de 3 hijos pequeños. Y de otros bienes que él compró, entre ellos un ingenio "valorado en 40.000 pesos".
Regresó a Caracas en abril de 1858, acompañado de su cuñado y atendiendo un llamado del general Julián Castro, presidente de la República a raíz de la Revolución de Marzo. Luego de una entrevista que sostuviera Falcón con el mandatario, ambos decidieron ocultarse. Dice María Elena González en su biografía de Guzmán Blanco: "Aparentemente, los fines del movimiento se cumplen con la salida de los Monagas del poder, el camino parece libre para una nueva etapa bajo la conducción de Julián Castro y de los liberales. Pero la dinámica de los acontecimientos, la radicalización de posiciones de los que exigían la cárcel para Monagas y sus hijos, y sobre todo, la fuerza que adquieren los conservadores que rodean a Castro, rompen el precario consenso". Los liberales, sintiéndose traicionados, de nuevo pasan a la oposición.
Falcón y Zamora salen a escondidas del país y se embarcan para Curazao. La guerra se inició en Coro con el Grito de la Federación el 20 de febrero de 1859. Los alzados reconocieron a Falcón como caudillo supremo y se convirtieron en Estado Federal. Federación, entendida por las mayorías como medio para alcanzar reivindicaciones políticas y la igualdad de clases. Zamora desembarcó en La Vela de Coro el día 22 y se ocupó de las operaciones militares. Sobre su programa escribió Carrera Damas en Una Nación llamada Venezuela: "Diría que cuando se examinan los textos no se sabe muy bien qué pensar: si existe en el fondo un pensamiento revolucionario intercalado con actitudes y valores acentuadamente conservadores, o un nivel de formulación programática muy poco definido, muy poco claro, que está en contradicción con la práctica política, y se daría así una práctica revolucionaria amparada en un pensamiento nada revolucionario".
Ascendido a general de división del ejército federal, marchó a Occidente. En mayo se hallaba en Barinas, donde estableció y organizó el nuevo Estado Federal. Tuvo éxito, pero también serias desavenencias con Falcón, presidente en campaña de la federación, que hicieron peligrar la unidad entre ellos. Siempre estuvo atento al bienestar de la tropa y de la gente humilde. Refiere José León Tapia en Por aquí pasó Zamora, que un día llegó una mujer pobre y le dijo: "Uno de sus hombres, mi general, me llevó todos los corotos, hasta las gallinas". Le entregó, callado, tres pesos que sacó del dormán azul y llamó al soldado a confesión. "De modo que te atreviste a robar a esta infeliz. ¿Tú no sabes que la gente del pueblo es intocable? A quienes debemos cogerles las bestias, ganado y tierras es a los godos, pues con esas propiedades se imponen y dominan al pueblo. Los coloraos que se queden en camisa, pero a la gente igual a ustedes se les respeta". Y le mandó a dar unos palos de castigo.
Ezequiel se propuso atraer al ejército constitucional a un sitio previamente escogido y batirlo. El sitio: Santa Inés, a dos jornadas de Barinas, en la margen derecha del Santo Domingo. Sembró el lugar de obstáculos y parapetos y ordenó tres líneas de trincheras, más las fortificaciones del pequeño pueblo, comunicadas por ocultas picas que facilitaban el ataque por el frente y los flancos ¡El cielo encapotado anunciaba tempestad! El combate se inició el 10 de diciembre de 1859. Temprano, acudió a la capilla y ofreció construir un buen templo si obtenía la victoria. Al salir "se puso unas flores amarillas (el color de los liberales) en el kepis". La batalla duró todo el día y fue muy sangrienta. Pero el ejército constitucional, comandado por el general Pedro Ramos, mantuvo el campo al costo de horrorosas bajas e inició la retirada durante la noche, lo que impidió que los federales dieran el golpe de gracia. La persecución fue implacable y sólo restos del ejército gubernamental llegaron a Mérida.
Ezequiel tomó rumbo al centro, y en el camino resolvió ocupar San Carlos. A las 10:15 am del 10 de enero de 1860 recibió un balazo mortal en la cabeza mientras inspeccionaba obras de defensa. Copiamos la versión publicada por González Guinán en su Historia Contemporánea de Venezuela: "Y parado en la abertura de una puerta sin hojas, cuya pared limitaba el patio de la casa, dejando ver tanto el ataque de las guerrillas dichas, como el flanqueo mencionado, Zamora sostenía un encontrado monólogo del cual oí (Guzmán Blanco): `Sí allí... dos...muy bien... ahora mismo’. Mientras se decía él estas palabras, veía alternativamente hacia las guerrillas que peleaban y hacia el flanco descubierto. Como en uno de estos movimientos, tocó con su hombro el mío, yo di un paso lateral a la derecha, para no estorbarle, y diciendo: `Ca...’ cayó sin acabar de articular la palabra, doblando las rodillas y descendiendo su cuerpo de espaldas en mis brazos". Para muchos, esta muerte fue el final de la Revolución Federal. Para el Gobierno representó una victoria inesperada después del desastre de Santa Inés. Lo cierto es que la desaparición de Zamora frenó el rápido desenlace de un conflicto que se alargó por tres años más con su secuela de muerte y destrucción para el pueblo venezolano.
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