miércoles, abril 27, 2022

El Sol Naciente a las puertas de la India (ofensiva japonesa en Birmania)

El Sol Naciente a las puertas de la India

Publicado el 27 de abril de 2022 en El Nacional y al día siguiente en Opinión y Noticias.

Antes de las guerrillas del Vietcong en los tiempos de la Guerra Fría, los soldados japoneses fueron los expertos en adaptarse a la selva nublada y vencer a un Imperio: el británico. Tal hazaña se daría cuando invadieron y ocuparon Birmania (10 de diciembre de 1941 al 12 de mayo de 1942), llegando a la frontera con la India. Campaña que realizaron al mismo tiempo que se expandían por todo el Sureste asiático, aprovechando el dominio del mar y el cielo que le otorgó el exitoso ataque a Pearl Harbor en la Segunda Guerra Mundial (SGM). “La joya” de los dominios ingleses fue amenazada con todo lo que esto significaba en recursos para los Aliados, y sería cerrada la Carretera de Birmania de más de mil kilómetros de extensión para abastecer de armas al ejército chino. El mito de la invencibilidad japonesa crecía y con ella los planes para llegar mucho más lejos. 

Las terribles condiciones climáticas y geográficas (es la zona del planeta con mayores precipitaciones debido a los monzones: lluvias casi permanentes desde mayo a octubre con temperaturas cercanas a los 40 grados) que debieron padecer los ejércitos, se intentan reconstruir en la única película que conozco de la derrota británica: “Yesterday’s enemy” (Val Guest, 1959). Aunque se hace evidente que es una reconstrucción en un estudio por lo que anhelamos una nueva obra que sea realista, pero el guión es perfecto porque es la adaptación de un “teleplay” homónimo de la BBC escrito por Peter R. Newman (el cual por cierto escribió una de las tantas temporadas sobre Doctor Who). La trama muestra la incapacidad del ejército británico para adaptarse a ese otro actor que es la “jungla” a diferencia del japonés que se apoya en ella para vencer a su enemigo. Pero lo fundamental es cómo en medio de la desesperación ante el acoso y el avance indetenible nipón, el capitán británico comete crímenes de guerra para después sufrir el mismo trato cuando es capturado. El oficial japonés le dice: “esta es una guerra total y ustedes que oprimen a los pueblos asiáticos nunca respetan nada, y cuando son vencidos piden que se les apliquen las Convenciones”.

El resto de la cinematografía sobre la campaña birmana se centra en dos temas: la reconquista del territorio desde 1944 con especial énfasis en la acción de los guerrilleros (que aprenden a luchar en la selva): los famosísimos “Chinditas” del general inglés nacido en la India: Orde Wingate (al cual esperamos dedicar una entrada, Dios mediante, en el 80 aniversario de dichas fuerzas) pero también los estadounidenses de “Merrill’s Marauders”; y el sufrimiento de los prisioneros aliados en los campos de trabajo del tren de Birmania-Tailandia (el filme más conocido es El puente sobre el río Kwai de David Lean en 1957). Sin dejar de nombrar la antibélica japonesa: El arpa birmana (Kon Ichikawa, 1956) que al igual que las otras trata del final de la guerra en 1945.

La invasión siguió las tácticas y estrategias que usaron en el resto de la región y que hemos explicado desde principio de año en nuestra columna al referirnos al Frente del Pacífico: rápidas ofensivas que garantizan antes que nada el control del aire con la destrucción y toma de los aeródromos (más la hegemonía del caza Zero), y el dominio del mar quebrando la logística del enemigo. Esta última se logró con la paralización de la armada estadounidense el 7 de diciembre de 1941 y los golpes dados a la Royal Navy y las marinas australiana y holandesa. A la primera con el hundimiento de los acorazados Prince of Wales y el Repulse el 10 de diciembre, y la campaña en el Océano Índico por la escuadra del almirante Chuichi Nagumo con sus seis portaviones (“Operación C” del 31 de marzo al 10 de abril de 1942) que hizo huir a los portaviones británicos (HMS Indomitable, HMS Formidable, HMS Hermes; este último terminó hundido) y el resto de la flota, dejando sin apoyo a sus fuerzas en tierra especialmente en Birmania. Hay que agregar el 19 de febrero de 1942 cuando fue atacado el puerto de Australia: Darwin, y con la Batalla del Mar de Java el 27 de febrero de 1942. Todas ellas son derrotas aliadas que establecieron el dominio de la Armada Imperial del Sol Naciente.

El 10 de diciembre comenzó la invasión a Birmania con la destrucción de los aeródromos en torno a la capital Rangún y la toma de la pista de Victoria Point al Sur el día 16. La capital fue bombardeada en torno a Navidad y en enero del 42 los japoneses (comandados por el general Shojiro Lida) avanzaron por los valles centrales siguiendo el curso de los ríos de este país montañoso y selvático de Sur a Norte buscando la toma de los principales caminos y ciudades (los tailandeses también la invadieron cooperando con el Japón). El teniente general del US Army: Joseph Stilwell con las tropas chinas protegía la Carretera de Birmania al Norte y el teniente general Donald Kenneth McLeod era el Comandante en Jefe de Birmania con tropas de la Commonwealth provenientes la mayoría de la India. Este último fue reemplazado por el teniente general Harold Alexander que llegó el 3 de marzo con refuerzos, pero ya la capital estaba casi rodeada y se decidió quemarlo todo antes de huir. El control aéreo se lograría en dicho mes y ante las grandes bajas de los cazas Aliados estos huyeron a la India, el 29 de abril Mandalay era abandonada y la Carretera que unía la colonia con China era cortada. El dos de agosto los nipones establecieron un gobierno colaboracionista en Birmania presidido por el doctor Ba Maw (quien había estudiado en Europa) y luchaba por la independencia desde la década de los treinta, pero este tema lo desarrollaremos en otra entrega. La semana que viene se cumple el 80 aniversario de la que es considerada la primera batalla de portaviones (la del Mar del Coral) y será nuestro tema a analizar.

miércoles, abril 13, 2022

“No Mama, no Papa, no Uncle Sam” (la Batalla de Bataan y la Marcha de la Muerte)

“No Mama, no Papa, no Uncle Sam”

Publicado el 13 de abril de 2022 en El Nacional

We're the Battling Bastards of Bataan,
No Mama, No Papa, No Uncle Sam,
No aunts, no uncles, no cousins, no nieces,
No pills, no planes, no artillery pieces,
And nobody gives a damn!

(Frank Hewlet; febrero, 1942).

Frank Hewlet (1913-1983), fue corresponsal de guerra durante la Segunda Guerra Mundial (SGM) para United Press y estuvo en Manila, Bataan y Corregidor desde el inicio de la ofensiva japonesa en el Pacífico y el Sureste de Asia (7 de diciembre de 1941) hasta que las tropas estadounidenses abandonaron la isla de Corregidor el 6 de mayo de 1942. Sus crónicas describieron la dureza de las batallas en las Filipinas, popularizándose entre las tropas el anterior poema como ejemplo del abandono que sufrieron por parte de los Estados Unidos (EEUU). Aunque el periodista, como el resto del mundo, no pudieron conocer la llamada “Marcha de la muerte” de los 76 mil soldados (64 mil filipinos y 12 mil de EEUU) que vendría después de la rendición de la península de Bataan el 9 de abril (la mayor derrota de la potencia del norte), en la que diez mil fallecerían por el maltrato de las tropas niponas y las terribles condiciones de la caminata sin comida y sufriendo enfermedades bajo el clima tropical. La resistencia y el sacrificio de los soldados estadounidenses y sus aliados filipinos – que fueron incorporados desde 1940 al United States Army Forces in the Far East (USAFFE) –; generaron, por medio del cine y los testimonios de los sobrevivientes, un gran mito de heroísmo y lucha por la libertad.

En nuestras anteriores artículos sobre la Campaña en Filipinas (la primera semana de enero del presente año centrada en la captura de Manila, y después en la Batalla de Bataan pero haciendo énfasis en el general Douglas MacArthur, publicada en la tercera semana de marzo); no explicamos que los planes militares de EEUU en caso que se enfrentaran al Japón. Nos referimos al “Plan de Guerra Naranja”, el cual preveía que las fuerzas en Filipinas en caso de fracasar en la defensa de la capital Manila, debían retirarse con todo su equipo a la península de Bataan y la isla de Corregidor. Dicho territorio por su condición geográfica facilitaba la defensa y al mismo tiempo el obstruir el uso de la bahía de Manila por el enemigo, mientras esperaban la llegada de ayuda desde el continente o Hawai.

El gran problema de la realización del Plan es que con el ataque a Pearl Harbor la marina imperial logró bloquear la zona y evitar la llegada de ayuda, por no hablar que dicha ayuda se redujo al mínimo al establecer el teatro europeo como la prioridad para los Aliados. A pesar de este evidente “no Uncle Sam”, la USAFFE no se rindió sino cuando ya no quedaban casi armas y estaban con el mar a sus espaldas. Su espíritu de resistencia no se doblegó aunque comían un tercio de las raciones y la malaria y disentería dominaban entre el personal. El poema habla que no poseen piezas de artillería porque su defensa se enfrentaba a la lluvia de proyectiles japoneses junto al bombardeo aéreo (muchas veces incendiario de la jungla que les servía para ocultarse) facilitado por el dominio del caza Zero, por no hablar que sus fusiles eran de la Primera Guerra Mundial. Sin duda “¡a nadie le importaba un car…!” y la rendición más temprano que tarde ocurriría.


La primera película sobre la mayor derrota de la historia militar de los EEUU tuvo la tarea de justificarla. La misma se estrenará el tres de junio de 1943 y su nombre no podría ser otro que Bataan (dirigida por Tay Garnett). En su texto introductorio explica que ante la destrucción de la marina en Pearl Harbor se necesitaba tiempo para lograr la recuperación, y ese tiempo se logró gracias al sacrificio de los héroes de Bataan. La trama es conocida en el cine bélico porque tiende a repetirse: unos pocos soldados (trece en total), llenos de defectos o carentes de experiencia, defienden una posición frente a cientos de soldados mejor armados. Los que parecen débiles terminan siendo feroces y nobles soldados que entregan su vida (cayendo uno a uno, quedando al final el líder) por la causa ¿y cuál es la causa? La libertad y la democracia, un régimen que permite que diferentes pueblos y “razas” puedan unirse bajo el reconocimiento de la dignidad de cada uno de ellos sin importar su origen o color de piel. De esa forma hay un filipino que se llama “yanqui”, un afroamericano que nadie segrega, un latino (actor Desi Arnaz), entre otros; pero siempre liderizado por un WASP (blanco anglosajón protestante) que en este caso es representado por el actor Robert Taylor. Las mujeres también protagonizan este esfuerzo al estrenarse ese mismo año dos películas sobre las enfermeras que estuvieron en la batalla (las cuales fueron bautizadas por el corresponsal Hewlet como “Angels of Bataan”), nos referimos a So Proudly We Hail! (Mark Sandrich) y Cry 'Havoc' (Richard Thorpe).

Los vencedores no contaban con un número tan grande de soldados que debían ser transportados a los campos de prisioneros, de modo que desde el 10 de abril los obligaron a caminar cien kilómetros aproximadamente que los separaban del campo de concentración O’Donell (aunque un último tramo se hizo en tren). El gran problema es que los nuevos POW (Prisoner of war) se encontraban hambrientos, débiles y enfermos; a lo que se sumaba la mentalidad dominante entre los japoneses inspirada por el código Bushido y que el Imperio del Japón no había ratificado  la Convención de Ginebra relativa al trato de los prisioneros de guerra de 1929. Pero se puede decir que lo dominante al final fue el cultivo del odio militarista contra las potencias occidentales y el resto de los pueblos de Asia (considerados racialmente inferiores). No se le brindó comida ni agua por muchos días y al que se salía de la fila se le asesinaba de un disparo (con suerte) o con la bayoneta o katana (fue representada pero una sola escena en la película de 1945: Back to Bataan) Los golpes e insultos eran frecuentes, en muchas ocasiones se le impedía a la población local que los ayudara. Al llegar al tren fueron subidos a vagones de ganado y de tal forma que era imposible sentarse. En lo que respecta a las masacres sufridas por los Aliados occidentales en Asia esta fue la más cruel y despiadada, en ella fallecieron más de diez mal. Nunca comparable en cantidad con las sufridas por los chinos. 

La “Marcha de la muerte” de Bataan ha sido reconstruida en varios docudramas y memorias y estudios historigráficos se han publicado, especialmente en las tres últimas décadas. He quedado fascinado con la gran cantidad de videos testimoniales de los sobrevivientes que están en youtube. Pero sigue siendo un clásico el que leí en mi adolescencia y que ganó el premio Pulitzer, nos referimos a The Rising Sun: The Decline and Fall of the Japanese Empire, 1936-1945 (1970) del historiador estadounidense John Toland. Ahora es que lo revisamos en su totalidad porque en realidad leímos en el pasado un texto condensado sobre dicha marcha en: Selecciones del Reader’s Digest, 1965, Gran Crónica de la Segunda Guerra Mundial. No podemos dejar de señalar que desde 1989 se realiza en White Sans Missile Range (New Mexico, EEUU) un maratón en su homenaje que hasta hace poco asistían para animar a los participantes algunos de los soldados que la padecieron. La semana que viene analizaremos el primer contragolpe que realizó los EEUU, con el famoso “Raid de Doolittle” al bombardear Tokio y que tantas veces se ha mostrado en el cine.

miércoles, abril 06, 2022

La historia de los estadounidenses “nisei” después del ataque a Pearl Harbor

La historia de los estadounidenses “nisei” después del ataque a Pearl Harbor 

Publicado el 06 de abril de 2022 en El Nacional

Una noche Daniel-san consigue al maestro de karate: el “señor Miyagi”, vestido de militar y bastante pasado de tragos cantando una canción japonesa. Le extraña tal actitud y más cuando este en un tono de ironía dice: “Sargento Miyagi presentándose a mi general, hemos logrado matar muchos alemanes” (se refiere a su participación en el Ejército de Estados Unidos (EEUU) en la Línea Gótica del Frente italiano durante la Segunda Guerra Mundial, SGM) y después agrega lo que le contesta el general: “Lamento informar al sargento, que su esposa e hijo han muerto por complicaciones en el parto en el campo de internamiento de Manzanar, el médico no llegó a tiempo” y él, lloroso, dice: “¿Tierra de libertad? ¡la dejaron morir!” El hecho pudo haber ocurrido en la realidad debido a que más de 33000 nisei participaron en las Fuerzas Armadas de EEUU mientras sus familias seguían recluidas en campos de concentración (que posteriormente se les cambió este nombre por la mala fama de los respectivos en Europa).


La película Karate Kid (John G. Avildsen, 1984) ha ganado un puesto entre los clásicos de la cinematografía porque su temática es la eterna relación entre el discípulo y el maestro, en este caso la enseñanza de una disciplina deportiva que incluye también un desarrollo espiritual. Pero para mí fue el descubrimiento de los más de 120 mil estadounidenses de origen japonés (generalmente llamados “nisei”, aunque para ser específicos esta palabra se refiere a la segunda generación de los pertenecientes a esta etnia y que nacieron y se educaron en los EEUU), que fueron encerrados en diez campos durante toda la SGM porque se parecían a los que acababan de atacar Pearl Harbor en diciembre de 1941. El actor Pat Morita (que representa al señor Miyagi) es un nisei que padeció cuando niño la experiencia de los campos, y esa fue la inspiración de tal escena. Otro actor que conocí también en mi niñez, pero en este caso gracias a la serie de ciencia ficción de la TV: Star trek (Gene Roddenberry, 1966-69), fue George Takei, quien era el teniente Hikaru Sulu (piloto de la nave espacial USS Enterprise). Takei en el 2014 realizó una charla “TED” que tituló: “Por qué amo a un país que me traicionó una vez”, y posteriormente ampliará su relato en forma de comic publicándola el 2019 con el título They called us enemy.

El actor George Takei nos cuenta, tanto en su charla como en el comic, la experiencia que vivió desde que tenía cinco años hasta que cumplió siete en los campos de internamiento. Los dibujos son en blanco y negro, resaltando las imágenes (los momentos) que en sus palabras se le quedaron grabadas (“It is burned in my memory”) como un día del mes de mayo de 1942 cuando soldados armados de fusiles con bayonetas caladas golpearon su puerta. Los obligaron a abandonar su casa para ser llevados en tren a uno de los campos “rodeados de alambres de púas, con torretas de vigilancia, en los lugares más desolados de EEUU” como los pantanos de Arkansas. Solo le dieron diez minutos para empacar y llevar exclusivamente lo que podían cargar (aunque los avisos de traslado se habían dado unas semanas antes, tiempo en que debieron rematar sus bienes y negocios). Él quedó impresionado cuando su madre con la menor de sus hermanas en un brazo y un bolso en el otro, lloraba amargamente en la entrada de su hogar. “Sin cargos, sin juicio, sin debido proceso. El debido proceso es el pilar central del Estado de derecho. Todo eso desapareció”.

El origen de esta segregación; de esta violación del principio fundamental de una democracia liberal y de los valores que EEUU no se cansa de repetir por estar en su Declaración de Independencia: “We hold these truths to be self-evident, that all men are created equal”; lo explica otro nisei (el educador Mas Hashimoto) también en una charla TED titulada: “Liberty Loss…Lessons in loyalty” (2002). Hashimoto también pasó su niñez recluido en uno de estos lugares y explica la triste tradición racista que los generó. Pero en lo inmediato (en la SGM) todo comenzó una vez más con el ataque a Pearl Harbor cuando se desató una histeria conspiranoica en las mayorías de los ciudadanos pero especialmente en las autoridades. En diciembre de 1941 ya se hablaba de sabotaje y levantamiento armado de los nisei en San Francisco para facilitar la invasión de la costa oeste. Poco a poco los rumores y la opinión pública (alimentada por medios amarillistas, entre otros) que presionaba por la reclusión creció hasta el punto de convencer al Presidente Franklin Delano Roosevelt para que firmara tal decisión (Orden ejecutiva N° 9066 del 19 de febrero de 1942). Muchos se opusieron pero no fueron escuchados, uno de ellos el eterno Director del FBI: J. Edgar Hoover quien afirmó que no había prueba alguna de falta de lealtad. Nada de esto se hizo con los descendientes de italianos y alemanes (salvo extraños casos) y lo peor es que se persuadió a países de Iberoamérica para que enviaran a EEUU los descendientes de japoneses en países como Perú y Brasil (donde estaba la mayor colonia de nipones en el mundo).

La vida en los campos fue horrible, es evidente que no puede ser comparada con los del totalitarismo nazi o del Imperio del Japón; pero significó dolor, desarraigo, hacinamiento (varias familias por cada barracón), pobreza, mala alimentación, enfermedades (condiciones insalubres, baños colectivos, etc.) y muerte. Sí, muerte, porque al estar alejados de las poblaciones (hospitales, etc.) los servicios médicos eran precarios y cualquier emergencia no era debidamente atendida. Incluso muchos no soportaron el trauma y morirían posteriormente. Pero, tal como se pueden leer en el comic de Takei y las muchas memorias y novelas que se han escrito al respecto; los nisei se organizaron y con su tradicional paciencia, incansable espíritu de trabajo y coraje; hicieron que la vida pudiera soportarse y la esperanza renaciera. En el comic se describe perfectamente el calor insoportable en verano y el terrible frío en invierno de estos lugares. Para otra entrega contaremos la experiencia de su liberación, pero una vez que ocurrió entre 1945 y 1946 entre ellos se hizo silencio al igual que pasó con la historiografía. Es en los setenta que comienzan a publicarse los testimonios y aparecen las primeras películas, siendo una de las más famosas la que se hizo para la TV: Farewell to Manzanar (John Korty, 1976), basada en el libro homónimo de Jeanne Wakatsuki Houston. Recomiendo especialmente: Looking like the enemy (Mary Matsuda, 2005).

La escena de Karate kid que hemos descrito al principio finaliza con el discípulo arropando a su sensei, leyendo el telegrama con la terrible noticia y tomando en sus manos la Medalla de Honor (máxima distinción del Ejército de los EEUU) que se otorga por: “valentía e intrepidez con riesgo de la propia vida, más allá de la llamada del deber, estando en combate contra un enemigo de los Estados Unidos”. Daniel-san hace una reverencia al estilo japonés ante la grandeza del héroe, y con él todos nosotros. Pero la historia del 442° Regimiento de Infantería – ¡el más condecorado de toda la historia de los EEUU! – y que estaba formado por niseis, la contaremos más adelante cuando se cumpla el 80 aniversario de su fundación y/o de su combate en el mayor conflicto militar de la historia.