miércoles, agosto 26, 2020

La visión de la Luftwaffe y la Alemania del Tercer Reich. El 80 aniversario de la Batalla de Inglaterra (III)

El 80 aniversario de la Batalla de Inglaterra (III)

Carlos Balladares Castillo

Un día como ayer (26 de agosto) pero de hace 80 años, la capital del Tercer Reich amanece bombardeada ¡por primera vez en la Segunda Guerra Mundial!  No hubo víctimas y muy pocos daños materiales. Ochenta bombarderos de la Royal Air Force (RAF) del Reino Unido tomaron represalias ante un acto similar por parte de los alemanes sobre su capital el 24 de agosto y realizaron un pequeño raid. Solo la mitad dio con el objetivo pero el impacto psicológico sobre la Alemania de Hitler fue inmenso. La historiografía sobre la Batalla de Inglaterra ha establecido este hecho como el inicio de un punto inflexión que permitió la victoria de los Aliados. Pero ese es un tema que trataremos dentro de dos semanas debido a que ahora nos dedicaremos a explicar los planes de los agresores en esta campaña del verano de 1940.

Al comprender la Batalla de Inglaterra como un enfrentamiento aéreo (el mayor de la historia para el momento y algunos se atreven a decir hasta hoy), las mejores fuentes primarias para su análisis son las memorias, diarios e informes de los pilotos y comandantes de la Luftwaffe y RAF. La recopilación de las primeras las realizó un veterano llamado Cajus Bekker (La Luftwaffe, 1962). Dicha obra la recomendamos desde el comienzo de este proyecto. Entre las memorias está la del tercer as sobre los cielos de Gran Bretaña y el Canal que fue Adolf Galland (1912-1996), publicadas en 1954 bajo el nombre: Los primeros y los últimos.

Al examinar la inmensa mayoría de estas fuentes (memorias) alemanas que son posteriores a la guerra o revisadas en ese tiempo, tienden a iniciarse señalando las limitaciones de la fuerza aérea para llevar a cabo la tarea. Incluso las de los jefes de otras fuerzas también hacen la misma afirmación. Y si a ello sumamos lo explicado en nuestro anterior artículo sobre la actitud de Hitler en relación al Reino Unido (E. von Manstein, 1954, Victorias frustradas; habla de una clara anglofilia), llegan a la conclusión que el Ejército no se preparó para esta eventualidad porque no la esperaba.

Todo el peso recayó sobre la Luftwaffe y tanto Bekker como Galland advierten que la aviación solo podía alcanzar un pequeño territorio de Gran Bretaña en el sudeste. Incluso se veía toda la acción aérea y la preparación del desembarco como propaganda y/o presión para lograr la paz. En palabras del mariscal de campo el general Wilhel Keitel y el general Heinz Guderian: no era algo serio y estos propusieron que se debían unirse a los aliados italianos en el Mediterráneo y Noráfrica para generar gran daño al Imperio Británico y asegurar esta área. Se podría pensar que esto último es una visión retrospectiva. Muy probablemente el éxito de Francia más una errada información, le generó una confianza irreal y por ello el máximo jefe de la Luftwaffe dijo que se lograría la necesaria supremacía aérea en tan solo cuatro días.

En la primera fase de la Batalla (10 de julio al 12 de agosto) se logró el despeje del canal de los convoyes británicos. Pero esto no garantizaba que a la ahora del desembarco la Royal Navy (la marina británica), con su dominio de los mares, generaría un número alto de daños en la flota invasora. En esta etapa se demostró que los aviones, en especial el Stuka (preferido de los altos comandantes resultó en un gran fracaso sobre Inglaterra), no tenían la capacidad para hundir barcos y eran vulnerables a los Hurricane y Spitfire de la RAF. Por no hablar que estos últimos ahorraban sus fuerzas y eludían los combates, lo cual no podrán hacer en la siguiente fase debido a que se inició el ataque de los aeródromos, industria, puertos, radares y centros de control. Es la fase de agosto que buscaba el dominio del aire y para ello los alemanes tenían la ventaja de tener el doble de cazas pero la realidad es que sufrían el doble de pérdidas. La causa es que su caza (el Me 109) no tenía gran autonomía y solo contaba con 20 minutos sobre el territorio enemigo. Y lo peor de todos es que sus pilotos tendían a perderse en caso de sobrevivir a los derribos porque caían en territorio enemigo.

La mayor parte de la historiografía y numerosos documentales sobre la Batalla de Inglaterra afirman que a finales de agostos la Luftwaffe, en medio de grandes pérdidas, comenzaba a lograr sus objetivos. Es cierto que los aeródromos se reparaban rápidamente y la industria aeronáutica era mucho más productiva que la alemana; pero por la presión los aviones tuvieron que retirarse mucho más al norte de Londres. La destrucción de los centros de control y la creciente muerte de pilotos dificultó una resistencia prologada en el tiempo de la RAF. El problema es que el desembarco debía realizarse en septiembre porque la llegada del otoño lo impediría. La RAF debía resistir unas semanas más ¿podría hacerlo? En nuestra próxima entrega trataremos de dar respuesta a esta pregunta a través de la versión británica de la campaña sobre el Reino Unido.  

miércoles, agosto 19, 2020

El 80 aniversario de la Batalla de Inglaterra (II)

 

El 80 aniversario de la Batalla de Inglaterra (II)

Carlos Balladares Castillo

Un día como hoy (20 de agosto) pero de 1940 el primer ministro del Reino Unido: Winston Churchill, da el famoso discurso (como tantos otros) donde habla de “The few”. “Los pocos” pilotos del Mando de Caza de la Royal Air Force (RAF) que tenían bajo sus alas el mayor peso de la Batalla de Inglaterra. Es en parte la leyenda, tal como explicamos en nuestra primera entrega de esta serie de artículos, con la que se debate la historiografía y la representación cinematográfica. “Never in the field of human conflict was so much owed by so many so few” (nunca en el campo del conflicto humano tantos debieron tanto a tan pocos). En esta segunda parte nos dedicamos primero a las fases de la batalla y después a la perspectiva de los atacantes (el Tercer Reich). Desde las fuentes primarias como la historiografía.

La historiografía divide la Batalla de Inglaterra en tres fases, aunque no hay acuerdo claro entre las fechas de comienzo y termino. La primera va desde el 10 de julio hasta el 12 de agosto en la que se buscó detener el tránsito de los convoyes británicos en el Canal de la Mancha, dañar los principales puertos del sudeste de Gran Bretaña (esta zona fue la más afectada durante toda la Batalla) y atraer a los cazas de la RAF para lograr su destrucción en “dogfights” (combate aéreo entre cazas). Estos objetivos tácticos se mantuvieron en su mayoría en las otras dos fases. La segunda comienza con el “día del águila” (“adlertag”) el 13 de agosto y termina con el primer ataque masivo a Londres el 7 de septiembre. Buscó la destrucción del mando de cazas a través del bombardeo de las torres de radar, los aeródromos, la industria aeronáutica y el ya citado combate entre cazas. La última etapa es muy larga porque significó un cambio en la estrategia: no se buscaba la supremacía aérea como condición necesaria para un desembarco (era la aceptación de la derrota de la Luftwaffe) sino la destrucción de Londres y otras ciudades, con el fin de debilitar la moral del pueblo y obligar al retiro del Reino Unido de la guerra. Fue conocida como el “Blitz” y se inició con el primer ataque a la capital hasta el 11 de mayo de 1941 cuando cesaron los bombardeos.

Antes de la Batalla se dieron encuentros entre ambas fuerzas pero no eran tan frecuentes porque Adolf Hitler nunca pensó ocupar las Islas Británicas. No lo tenía planeado previo al ataque a Polonia en septiembre de 1939 ni tampoco después de haber derrotado a Francia (junio de 1940). La razón está en su concepción racista del orden mundial donde los ingleses eran considerados arios como los germanos y en una profunda admiración de su imperio. El dominio de millones de habitantes de la India por unos pocos miles de británicos era para Hitler la prueba de la superioridad de su raza y el ejemplo a seguir por Alemania en Rusia. Todo ello está explicado en Mi lucha (1924), en la cual agrega que el pueblo inglés lucharía hasta el final en cualquier guerra, incluso estando en desventaja. Por estas razones una vez vencida Francia buscó un acuerdo.

Algunos historiadores afirman que el rescate de las tropas aliadas en Dunkerque fue posible gracias a las decisiones de Hitler. Detuvo sus tanques como  una forma de mostrar buena voluntad para lograr la paz con el Reino Unido. Pero al finalizar la operación “Dinamo” el 4 de junio, Churchill advirtió que seguirían luchando “en las playas, en el aire” y que “¡Nunca se rendirían!” Fue considerado como demagogia por las autoridades alemanes y se centraron en los medios diplomáticos. Son conocidos los contactos con mediadores como el Papa y el rey de Suecia. En la película La Batalla de Inglaterra (Guy Hamilton, 1969) las primeras escenas muestran Dunkerque y las conversaciones entre los embajadores alemán y británico en Suiza. El Tercer Reich respetaría al Imperio Británico (Hitler hablaba de la “necesidad de su existencia”) siempre y cuando este aceptara el “Nuevo Orden” en el continente Europeo.

La actitud e idea del Führer en relación a la guerra contra Gran Bretaña, era la de un conflicto no buscado ni deseado. De manera que el máximo decisor estaba negado a la misma. Esta será la causa principal que impida una reacción más enérgica en esta campaña. Es en julio cuando se preparan los planes de invasión que establecen como condición la supremacía aérea, la cual debería lograrse en agosto y para la primera quincena de septiembre se daría el desembarco. De lo contrario en octubre cambiaría el clima y el Canal de la Mancha sería innavegable para las barcazas y se tendría que posponer hasta primavera o verano del 41. Lo que a su vez demoraría la campaña Rusa, meta fundamental de Hitler en la Segunda Guerra Mundial.

El 19 de julio Hitler realiza lo que él describió en un discurso ante el Reichstag como “el último llamado a la razón”. Fue respondido de inmediato con declaraciones del Foreign Office. Churchill había repetido una y otra vez que no aceptaría ninguna negociación. La rápida victoria de la Wermacht en Francia les hizo pensar, tanto a los jefes nazis como a los generales que eran invencibles, pero la realidad tal como la explican las memorias de los protagonistas alemanes es que no estaban preparados para un desembarco y ni siquiera una victoria en el aire. Por primera vez, a pesar de su superioridad numérica, se enfrentarán a un enemigo que podía igualarlos en tecnología (e incluso superarlos) y no solo en valor. En nuestra próxima entrega hablaremos de la Luftwaffe y su desempeño entre julio y agosto de 1940.

miércoles, agosto 12, 2020

El 80 aniversario de la Batalla de Inglaterra (I)

El 80 aniversario de la Batalla de Inglaterra (I)

Carlos Balladares Castillo

Un día como mañana (13 de agosto) pero de 1940 se inicia el llamado, por el mariscal del aire y máximo comandante de la Luftwaffe: Herman Göering, “Adlertag” (ataque de las águilas). Desde esa fecha comenzaron una serie de ataques masivos (con casi 2000 salidas diarias, es decir, 1000 aviones en varias oleadas) por parte del ejército del aire del Tercer Reich a los aeródromos británicos. El fin era lograr la superioridad aérea sobre el sureste de Gran Bretaña y permitir de esa forma la operación “Seelöwe” (León Marino): el desembarco y ocupación de las islas. Fue el inicio del período de más intensidad en los combates dentro de la mayor campaña o enfrentamiento aéreo de la historia (hasta la fecha) y que el primer ministro del Reino Unido Winston Churchill la había bautizado, antes de su inicio formal, como “la Batalla de Inglaterra” (10 de julio al 31 de octubre de 1940).

La importancia de la misma para la Segunda Guerra Mundial y nuestro tiempo, es ser la primera derrota de la Alemania de Adolf Hitler. Si la invasión y ocupación de la mayor potencia militar terrestre de Europa: Francia, había significado - tal como explicamos en nuestra serie anterior de diez artículos sobre este hecho de mayo a julio pasado -  el dominio del nazismo sobre el continente y el avance de los sistemas totalitarios sobre las democracias. La victoria británica demostraría que el sistema de libertades no estaba muerto y era capaz de defenderse frente a la mayor máquina de guerra del mundo. Pero incluso se va más allá siguiendo las declaraciones de Churchill y Hitler antes de iniciarse la batalla. El primero afirmaba que de su resultado dependía la supervivencia de la civilización Occidental. Paradójicamente el segundo señalaba algo muy parecido en el sentido de su íntima relación con la “aniquilación total” de alguno de los dos adversarios si se continuaba la lucha (19 de julio).

¿Y qué significó todo esto para Venezuela? Un dato lo dice todo: la refinería de Curazao que era abastecida por los pozos del Lago de Maracaibo, producía el 80 % de la gasolina usada por la Royal Air Force (Fuerza Aérea Británica) en dicha campaña. En palabras del futuro Presidente Isaías Medina Angarita (1941-1945), “El petróleo venezolano fue a los campos de batalla del lado de las democracias”. Agradecemos a los lectores que hayan conservado los testimonios de sus antepasados sobre esta época a través la historia oral familiar, y nos los hagan llegar por medio de las redes sociales (@profeballa). La última entrega de la serie se la dedicaremos a la perspectiva de los hechos desde nuestro país.

Hoy comenzamos una serie de seis artículos sobre la Batalla de Inglaterra porque en los meses de agosto y septiembre se cumplirán 80 años de la etapa más intensa de la misma. Dicha serie está enmarcada en este gran proyecto que comenzamos el primero de septiembre del año pasado para ir explicando la Segunda Guerra Mundial en su historiografía y producción de cine cada vez que se cumpla el ochenta aniversario de un hecho importante (batalla, campaña, etc.) en esta conflagración. Lo primero es este artículo donde se explica su importancia y se da una visión general, para ir poco a poco revisando en los siguientes las principales fuentes primarias desde los que atacan (con sus planes), después los que se defienden y finalmente revisar las interpretaciones dominantes en la historiografía y su relación con el discurso cinematográfico para concluir con sus consecuencias para el mundo y de último el impacto en Venezuela.

En la historiografía y el cine en torno a este episodio el dominio británico es abrumador, y la relación entre ambos ha sido de una perfecta simbiosis. Winston Churchill como protagonista de los hechos y posterior historiador marcó la pauta incluso antes que los eventos ocurrieran. En palabras de Max Hastings (periodista y divulgador histórico): creó la leyenda del pueblo británico capaz de llevar a cabo una resistencia increíble frente al ejército de Hitler, y de esa forma impedir la invasión de Gran Bretaña. Una vez que ocurrieron los hechos (Hitler desiste ante la imposibilidad de lograr la condición previa para la ocupación: la supremacía aérea), Churchill convenció a su pueblo de haber realizado la leyenda. La leyenda consistía además en la heroicidad del pueblo por lograr “solos” (sin apoyo de nadie) lo imposible. Y entre el pueblo estaban los que llamó “the few”: el mando de caza de la RAF. “Never in the field of human conflict was so much owed by so many so few” (nunca en el campo del conflicto humano tantos debieron tanto a tan pocos).

La historiografía y el cine, pero en especial la primera se debate constantemente en la comprobación o no de esta leyenda. En el documental de origen británico que ofreció Netflix en noviembre del año pasado (2019): Greatest events of World War Two in colour, en el capítulo respectivo se entrevistan a un grupo de historiadores (todos del Reino Unido) como James Holland; y a pesar de advertir que no fueron ni tan “solos” ni todo el peso estaba en “the few”, concluyen que sus protagonistas desde las autoridades hasta el pueblo fueron héroes que cambiaron la historia.

jueves, agosto 06, 2020

Mi decálogo del buen escritor (y II)

 

Mi decálogo del buen escritor (y II)

Carlos Balladares Castillo

Al cumplirse el lunes pasado el 77 aniversario de la fundación de El Nacional, aprovecho para felicitar a todos aquellos que lo hacen posible en medio de tantas dificultades. Muy especialmente a mi querida y admirada Patricia Molina. Ustedes mantienen viva la esperanza de un país mejor. Y aprovecho para celebrar el tercer cumpleaños de esta columna de opinión de todos los miércoles “¡Gracias totales!”

Ahora concluimos nuestro decálogo comenzado hace quince días, que se ha inspirado en el aprendizaje con el magnífico taller para escritores “Corrección Perpétuum” del novelista Álvaro D’Marco. Taller que tiene varios niveles y que no dudamos en recomendarles. Nosotros comenzaremos pronto el segundo nivel. Si en la primera parte de estos consejos nos centramos en los principios generales (lo fundamental, las actitudes, el hábito, etc.), en esta segunda quiero dedicarme a la estructura del texto: ¿cómo escribir?

5) Escribe solo para ti y para el cuento (o el texto). Julio Cortazar, Jorge Luis Borges y Mario Vargas Llosa son muy claros: no se escribe para lograr fama o lo que se le parezca (dinero, poder, etc.), sino para la realidad que son tus “fantasmas” o “demonios” y esa idea-tema-historia que sale de ti y que debes “expulsarla” de tu ser, y por tanto es un ente autónomo. Tan autónomo que toda su realidad gira en torno a él y ni siquiera uno como narrador pareciera poder controlarla ¡porque debes respetar dicha autonomía y “circularidad”! Escribir es crear un universo. Cuando escribas solo piensa en la existencia del cuento (o del artículo, ensayo o crónica) del cual tú eres un personaje más (o el único que lo puede explicar): el que quedó “vivo” para relatarlo y eso es lo que estás haciendo cuando escribes.  

6) Escribe con un plan desde el principio. Es un error empezar a escribir sin ninguna idea inicial y sin los pasos que debes dar para explicar esa idea. Algunos escritores recomiendan un plan detallado, otros como mínimo que puedas relatar la idea en un párrafo. Ese párrafo será tu guía y es muy recomendable, porque si eres incapaz de explicar lo que deseas escribir es mejor que te lo sigas pensando. J. J. Ramón Ribeyro dice que el lector debe poder contar tu historia. Ningún escritor que yo sepa recomienda comenzar en la nada. Es por ello que todo lo que se habla del escritor frente al “papel en blanco” son insensateces y nada más. Otra cosa es que la historia vaya cambiando a medida que la escribes. Nadie aconseja que el plan no pueda ser modificado porque lo normal es que esto ocurra.  Al planificar debemos tener en cuenta:

I. Todo texto escrito siempre debe ser un poco relato o cuento, en el sentido de tener el atractivo del momento fundacional de toda ficción. Nos referimos a cuando el primer ser humano en la Prehistoria se dirigió ante sus iguales y decidió relatar una historia. Es decir, al escribir (incluso artículos, ensayos, etc.) debemos pensar en la oralidad de lo que explicamos. Preguntarse: ¿esto que escribo será atractivo para el que lo leerá? ¿La palabras tienen una fluidez, un ritmo al escribirse una al lado de la otra? (es por ello que al terminar debemos leerlo en voz alta) ¿Contiene un equilibrio ideal entre ideas y ejemplos?

II. No olvides que todo plan debe cumplir de algún modo con el básico: introducción, desarrollo y conclusiones. En la ficción también se cumple aunque con estrategias distintas.

III. Todo escrito sea de ficción o no debe tener tres elementos, según el crítico literario Jorge Carrión aunque él solo lo establece para los artículos, pero yo he comprobado que todo clásico de cualquier género lo cumple. Decir algo de algo (no ser superficial), crear una imagen que impresione y escribir alguna frase memorable. En los textos largos esto se multiplica pero por lo menos la meta es una de cada una.

IV. En la ficción es fundamental que tu protagonista se transforme y este es el final que deberías tener muy claro antes de comenzar a escribir. Puede ser un pequeño cambio, no importa; pero lo que es un absurdo es que nada ocurra y que ese conflicto no afecte a alguno de los personajes, en especial el primero de ellos.

V. Al escribir especialmente ficción ten en cuenta las dos historias de las que habla Ricardo Piglia en “Tesis sobre el cuento”. Una de las historias es secreta y la otra es evidente. El arte está “en saber cifrar” la oculta en la evidente. “Un relato visible esconde un relato secreto, narrado de un modo elíptico y fragmentario.”

7) Escribe siguiendo estos dos pasos: primero con la pura inspiración,  segundo corrige con la razón. Algunos dicen: con el corazón y después con la cabeza. Recuerda aquella sencilla película titulada en castellano: Descubriendo a Forrester (Gus Van Sant, 2000) donde Sean Connery representa a un famoso escritor (Forrester) que es maestro de un adolescente muy inteligente (Jamal). La mejor escena es cuando le da la primera lección: lo sienta frente a una máquina de escribir y le dice: “escribe”, el muchacho le responde: “debo pensar antes”. De inmediato la corrección: “No, eso viene después”. Ernest Hemingway también hablaba de entrar en el ring y golpear las teclas ¡sin miedo y sin cabeza!

I. Lo primero, ya lo dijimos, es plasmar la idea del texto en un párrafo. Si no logras comenzar, lo segundo puede ser diseñar (perdonen la ofensa) los personajes. Esto es algo que hacía Irene Nemerowski con muchos detalles. Después el ambiente e incluso algunas escenas.

II. No dejes que las historias se duerman, debes escribir sin detenerte una vez que comenzaste. Todos los días sin descanso, aunque sea un poco pero un poco sustantivo. De lo contrario se pondrá “piche” (podrido). Los personajes ya no serán ellos mismos, ni el ambiente, ni la historia; porque tu memoria empezará a olvidarla y se desvanecerán sus bases.

III. Al escribir por la inspiración sin reprimirte y nunca buscando corregir, tendrás lo que Vargas Llosa (fue al primero al que se lo leí) llama “el magma”. Una obra en bruto que deberá ser corregida. Dicho magma no lo destruyas, sino que abre un nuevo documento con una copia (escribir en la computadora te lo permite) y comienzas a tachar y reconstruir. Acá se inicia realmente la tarea del escritor, antes solo “tipeaste” dicen algunos.

IV. Se corrige la gramática y la fluidez que has estado estudiando con tus cuadernos de notas que recomendé en el punto número 2. Leer en voz alta, ya lo dijimos. Si no hay fluidez, sino que las palabras se tropiezan y te confundes, debes reescribir.

V. Examinar el tono (la actitud emocional del narrador), el ritmo de la obra (la velocidad de las escenas y lo que se narra). Tienes que lograr que la materia dicte la forma (M. F. Palacios, Mario Vargas Llosa). Si es una aventura el lenguaje debe saber transmitirla y así con cada género. El uso del habla popular, del dialecto y estilo de cada personaje.

VI. El principio, el final, el título. Acá puedes perder todo el esfuerzo puesto en la escritura y más en estos tiempos que la gente por las redes sociales lee lo mínimo de las primeras palabras. En el comienzo debe estar el “gancho” que atrapa al lector. Le ofreces en pocas palabras todo lo que le mostrarás. Es recomendable una acción, una tensión. Revisa excelentes inicios como: “Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, el coronel Aureliano Buendía había de recordar aquella tarde remota en que su padre lo llevó a conocer el hielo”.  Todo está allí. Y la conclusión debe dejar cierta nostalgia con algo de aprendizaje: “(…) “las estirpes condenadas a cien años de soledad no tenían una segunda oportunidad sobre la tierra”. El título debe ser la mejor frase, por ejemplo observa el método que usó o le recomendaron al Gabo: este propuso al principio “La casa” pero era simplón, y ya saben cuál eligió al final.

VII. Muy importante al leernos debemos preguntarnos ¿me gusta realmente? J. J. Ramón Ribeyro señala que debemos lograr con la obra al menos uno de estos elementos: entretener, conmover, intrigar o sorprender. Si no logra ninguna su lugar es el cesto de la basura.

VIII. Deja descansar el texto corregido para después en la “distancia” del tiempo leerlo como “un extraño” de modo que puedas hacer una mejor corrección. Virginia Woolf salía a caminar después de la hora del te (4 pm en punto), después de haber pasado la mañana escribiendo.

8) Termina lo que comienzas. Por más que corrijas en algún momento debes decir: se acabó. Para muchos escritores esto es lo más importante a la hora de escribir, porque de nada te vale tener mil proyectos comenzados. San Josemaría Escrivá de Balaguer no le gustaba colocar “la primera piedra” de las obras sino la última; y esto es una gran verdad en todos los aspectos de la vida ¡y también en la escritura! Para lograr este objetivo deberás establecer una fecha de finalización tentativa una vez que comienzas y/o una cantidad de palabras o páginas. El maestro Stephen King habla del límite de 3 meses para tener un libro entre 200 y 300 páginas. Puedes pensar en las entregas semanales o diarias de las partes del texto. Pero siempre recuerda el famoso “The End” ¡Debes terminar lo comenzado!

9) Debes publicar o mostrar tu obra, es decir, la gente debe leerte. De lo contrario nunca sabrás si lo estás haciendo bien. Puedes cumplir todos los principios anteriores y cometer los mismos errores una y otra vez. Practicar nuestra arte con constancia todos los días está muy bien ¡siempre y cuando tengas personas que te corrijan y te digan que vas por buen camino! Es por ello que no solo te deben leer los conocidos. ¡Tienen que leerte los maestros! Asistir a talleres de escritura, tener círculos de lectores críticos y/o colegas. Todos ellos son ejemplos. Pero también puedes ser más ambicioso y que te revisen los editores y mandar tu obra a concursos y aspirar al libro.

10) La escritura al final trata sobre la búsqueda de la felicidad. Esto lo he leído en muchos decálogos y es la verdad, porque de lo contrario no me habría dedicado a escribir el mío. Si un día dejo de escribir me siento extraño. Es un vacío que se transforma en síndrome de abstinencia. Escribir es terapéutico Razón tenía Gustave Flaubert al afirmar: “escribir es una manera de vivir”. Nadie niega que es algo duro, en el sentido que muchas veces las frases que buscamos no salen. Las ideas, las emociones y esa historia que parece tener vida propia no se transforma en lenguaje. Entonces sufrimos; pero sabemos que trabajando, insistiendo, cometiendo errores y corrigiéndolos, pensando y “tecleando” una y otra vez; algún día tendremos lo que soñamos: ¡El libro!

miércoles, agosto 05, 2020

Mi decálogo del buen escritor (I)

 

Mi decálogo del buen escritor (I)

Carlos Balladares Castillo

En estas semanas de julio he comenzado un taller para escritores con el novelista Álvaro D’Marco. Entre las actividades que desarrolla, además de la que considero la más importante: la revisión de nuestros textos, está la de leer magníficas obras breves sobre la teoría del cuento. También abundan los consejos para ser un buen escritor. En el pasado creo haber “establecido” solo una vez algunos principios escriturales (“Diez consejos para todo articulista de opinión”, enero, 11-I-2017; y “¿Cómo escribir cuando no puedes escribir?”, noviembre, 2019), pero quiero reformularlos desde la experiencia del presente taller; que no dejo de recomendarles, y que me ha permitido reafirmar lo que he aprendido en mi permanente deseo de dominar el arte de la narrativa. Algo evidente es que estos consejos pueden adaptarse a cualquier arte, oficio y profesión e incluso un objetivo o meta en nuestras vidas. Y la verdad es que existen montones de decálogos pero este el mío.

1) “Escribir, escribir y escribir”, tal como dice Ricard de la Casa en sus famosos consejos. Nadie niega que todo escritor debe leer y sus hábitos diarios deben tener un equilibrio entre ambos. Son las dos caras de la misma moneda en este arte. No se puede escribir sin leer, pero si tu meta es escribir y un día - espero que sean excepcionales - no tienes tiempo para ambas actividades y no te queda otra que escoger entre leer y escribir ¡no lo dudes! ¡ESCRIBE! ¿Por qué? Ricard da la respuesta: “solo escribiendo podrás analizar tus errores y virtudes (…) es el único medio para progresar.” Los personajes e historias se marchitan si no le dedicas un tiempo diario, tus habilidades comienzan a atrofiarse, y es como la alimentación: no comes y la muerte empieza a asomarse en tu vida. Si no escribes todos los días, esto no es lo tuyo. Es duro decirlo, pero es la única manera de ser escritor.

I. Para ello debes ponerte metas que irás incrementando poco a poco. Mi experiencia es comenzar con 500 palabras diarias (si no las cumples queda como deuda) por un año, después subir a 1000 y así hasta llegar al ideal según Stephen King en su magnífica obra: Mientras escribo: ¡2000 palabras al día!

II. No es fácil escribir todos los días por ello puedes combinar los géneros, y seguramente el vacío de uno lo llenará el otro. Me pasa con la ficción la cual me permite decir cosas que no puedo en mis artículos de opinión, ensayos historiográficos o incluso en el diario.

III. Tu enemigo es la procrastinación en cualquier aspecto de tu vida y más en la escritura, porque esta requiere alta concentración y es un hábito. Para tener un hábito debes alejar todo lo que te distraiga y te invite a abandonar o diferir la tarea que te has propuesto como el internet, la TV, el teléfono (el deseo permanente de responder la llamada o el mensaje que la campana avisa), la gente e incluso las supuestas responsabilidades y digo supuestas porque en vez de colocarlas en otro horario dejas de escribir “a penas te llaman”. No queda otra: todos los días a la misma hora y por la cantidad de palabras que te propusiste. El mejor consejo es el que dice Stephen King: Cierra la puerta para que los demás sepan (y tú también) que vas en serio. Ayuda mucho preparar un lugar especial para escribir, pero como dice King: donde te pueda encerrar e incluso no haya ventanas y si las hay las tapes mientras escribas, crear ciertos ritos que sirvan como estimulantes y al final si lo has logrado te des un pequeño premio.

IV. No te levantes hasta lograr la meta del día. Si necesitas un descanso que sean brevísimos minutos. Nunca olvidaré mi querido profesor y maestro Humberto Njaim del cual fui su auxiliar de investigación y lo vi trabajar muchas veces. Su método era el de la alarma: sonaba y se ponía a descansar como 5 minutos, volvía a sonar y regresaba al teclado.

2) Lleva un diario y cuadernos de notas, siempre lo he dicho y acá lo repito: todo el mundo debería llevar un diario íntimo o diario para recordarnos lo que consideramos importante. Las buenas películas sobre científicos siempre los muestran con sus “diarios de laboratorio”, donde anotan sus avances o retrocesos con detalles, paso a paso, para identificar los errores y no volverlos a cometer. ¿Quién puede olvidar esa maravillosa escena cuando Emmet “Doc” Brown en Volver al futuro II va describiendo de su último “experimento” con la máquina del tiempo? Los diarios son tu memoria en todos los aspectos, pero también te permiten ejercer la rutina de escribir sin la angustia de todas las exigencias de las otras formas de escritura. Es el salvavidas en momentos de agotamiento mental e incluso físico que te impide escribir, y es el único lugar donde eres totalmente libre ¡por eso es íntimo porque no lo puedes hacer público!

I. El diario debe tener una parte como una especie de tabla donde escribas cosas medibles: número de palabras diarias por género, minutos dedicados a la lectura con los libros que leíste y otras cosas para mantener la vida: salud, comidas, ejercicios físicos, tiempo dedicado a otras actividades como ocio, películas, etc. De esa manera podrás identificar a qué le estás dedicando más tiempo. Este grado de paranoia, dirían algunos, lo hacemos algunos.

II. Los cuadernos de apuntes o notas (algunos usan fichas) donde escribas las ideas de tus escritos para no olvidarlas, pero también para que vayas estudiando frecuentemente aspectos fundamentales que todo escritor debe dominar como: la gramática, el vocabulario, el oficio de la escritura, información relativa a los temas de los cuales escribes e incluso uno de espiritualidad (que puede ir desde tu religión hasta el cultivo de alguna mística o tus valores morales). Una vez más hay que recordar a King: “mantente sano y casado”, al menos sano.

3) Convierte todo en literatura y usa todo para la literatura. La mente del escritor debe ser como la del científico: siempre curiosa de su mundo, en especial de lo que puede ayudarle a escribir que es casi todo. Si no estamos escribiendo estamos pensando en lo que escribiremos. Esa es la importancia de los cuadernos de notas para que no olvidemos el chispazo. Y debe ser un obsesivo de lo que desea hacer. Si no lo eres, una vez más hay que decirlo: esto no es lo tuyo. Y la obsesión por lograr escribir algo, por pensar en algo hace que las soluciones a los problemas de nuestro arte o ciencia vayan surgiendo. Es algo probado en el funcionamiento de la mente: la inteligencia es crear o descubrir nuevas relaciones y eso solo se logra observando, investigando y nunca dejando de pensar en ello. Llegará un momento que será como caminar o manejar. Y al estar atento a nuestro mundo tendremos mil temas para escribir con personajes y diálogos (¿miedo a la página en blanco? ¡absurdo!). Todo es “literalizable”, ser convertido en literatura, en símbolos y palabras.

4) Lee especialmente como un escritor, toma notas, descubra los métodos del arte. No se lee de manera pasiva sino intentando comprender las intenciones del que escribe y la sutil, misteriosa e incluso mágica estructura que hace de un relato o cualquier escrito un clásico.  

I. Lee y lee mucho. Ya lo dijimos antes: es lo fundamental al igual que escribir. Son inseparables y es tan importante que lo repito en este nuevo punto. Sí, todo es posible ser llevado a la literatura pero si no lees no conocerás cómo se escribe, cómo se relata una historia. “Si no tienes tiempo para leer, no tienes el tiempo (o las herramientas) para escribir” (Stephen King). Para ello debes también tener el hábito y darle un tiempo al día, y aprovechar cualquier momento para leer. Ahora existen los audiolibros eso ayuda mucho. De nuevo: elimina toda distracción. Si tienes que elegir entre meterte a internet o ver Netflix y leer, tú sabrás decidir. Yo no puedo vivir sin leer todos los días porque me genera un síndrome de abstinencia.

II. Lee a los maestros, a los mejores escritores y ten tus favoritos que no dejas de leer con frecuencia. Mi método es que una vez al año como mínimo debo leer algo de ellos. En mi caso son: Jorge Luis Borges, Gabriel García Márquez y Mario Vargas Llosa; pero también doy espacio para todo clásico. Aprende de ellos, conoce sus técnicas e incluso imítalos al principio, solo al principio.

III. Debes leer tanto ficción como otros géneros. Siempre apegado a tu carrera, profesión, etc. Me gusta hacer listas e ir cumpliendo metas para leer los grandes. No se debe leer con desorden aunque no hay problema en picotear otras lecturas o leer simplemente por diversión.

IV. Lee mucha teoría, métodos de escritura, consejos, etc. En esto también se debe tener listas y planes de lectura.  

V. Leer un poema y un cuento diario antes de escribir, acostumbro hacer para inspirarme y tener el buen ejemplo muy cerca. Una especie de calentamiento antes del ejercicio.

La semana que viene seguiremos dedicándonos especialmente al proceso de escritura propiamente dicho.

lunes, agosto 03, 2020

Hoy cumplimos 15 años blogueando desde "Venezuela y su historia"

Han sido 15 años de subidas y bajadas, pero una gran experiencia de la cual estamos agradecidos. 

                                                                                                                Profeballa