Mi decálogo del buen escritor (I)
Carlos Balladares Castillo
En estas semanas de
julio he comenzado un taller para escritores con el novelista Álvaro D’Marco. Entre
las actividades que desarrolla, además de la que considero la más importante: la
revisión de nuestros textos, está la de leer magníficas obras breves sobre la
teoría del cuento. También abundan los consejos para ser un buen escritor. En
el pasado creo haber “establecido” solo una vez algunos principios escriturales
(“Diez consejos para todo articulista de opinión”, enero, 11-I-2017; y “¿Cómo
escribir cuando no puedes escribir?”, noviembre, 2019), pero quiero
reformularlos desde la experiencia del presente taller; que no dejo de
recomendarles, y que me ha permitido reafirmar lo que he aprendido en mi permanente
deseo de dominar el arte de la narrativa. Algo evidente es que estos consejos
pueden adaptarse a cualquier arte, oficio y profesión e incluso un objetivo o
meta en nuestras vidas. Y la verdad es que existen montones de decálogos pero
este el mío.
1) “Escribir, escribir y escribir”, tal
como dice Ricard de la Casa en sus famosos consejos. Nadie niega que todo
escritor debe leer y sus hábitos diarios deben tener un equilibrio entre ambos.
Son las dos caras de la misma moneda en este arte. No se puede escribir sin
leer, pero si tu meta es escribir y un día - espero que sean excepcionales - no
tienes tiempo para ambas actividades y no te queda otra que escoger entre leer
y escribir ¡no lo dudes! ¡ESCRIBE! ¿Por qué? Ricard da la respuesta: “solo
escribiendo podrás analizar tus errores y virtudes (…) es el único medio para
progresar.” Los personajes e historias se marchitan si no le dedicas un tiempo
diario, tus habilidades comienzan a atrofiarse, y es como la alimentación: no
comes y la muerte empieza a asomarse en tu vida. Si no escribes todos los días,
esto no es lo tuyo. Es duro decirlo, pero es la única manera de ser escritor.
I. Para
ello debes ponerte metas que irás incrementando poco a poco. Mi experiencia es
comenzar con 500 palabras diarias (si no las cumples queda como deuda) por un
año, después subir a 1000 y así hasta llegar al ideal según Stephen King en su
magnífica obra: Mientras escribo:
¡2000 palabras al día!
II. No
es fácil escribir todos los días por ello puedes combinar los géneros, y
seguramente el vacío de uno lo llenará el otro. Me pasa con la ficción la cual
me permite decir cosas que no puedo en mis artículos de opinión, ensayos
historiográficos o incluso en el diario.
III. Tu
enemigo es la procrastinación en cualquier aspecto de tu vida y más en la
escritura, porque esta requiere alta concentración y es un hábito. Para tener
un hábito debes alejar todo lo que te distraiga y te invite a abandonar o
diferir la tarea que te has propuesto como el internet, la TV, el teléfono (el
deseo permanente de responder la llamada o el mensaje que la campana avisa), la
gente e incluso las supuestas responsabilidades y digo supuestas porque en vez
de colocarlas en otro horario dejas de escribir “a penas te llaman”. No queda
otra: todos los días a la misma hora y por la cantidad de palabras que te
propusiste. El mejor consejo es el que dice Stephen King: Cierra la puerta para
que los demás sepan (y tú también) que vas en serio. Ayuda mucho preparar un
lugar especial para escribir, pero como dice King: donde te pueda encerrar e
incluso no haya ventanas y si las hay las tapes mientras escribas, crear
ciertos ritos que sirvan como estimulantes y al final si lo has logrado te des
un pequeño premio.
IV. No
te levantes hasta lograr la meta del día. Si necesitas un descanso que sean
brevísimos minutos. Nunca olvidaré mi querido profesor y maestro Humberto Njaim
del cual fui su auxiliar de investigación y lo vi trabajar muchas veces. Su
método era el de la alarma: sonaba y se ponía a descansar como 5 minutos,
volvía a sonar y regresaba al teclado.
2) Lleva un diario y cuadernos de notas,
siempre lo he dicho y acá lo repito: todo el mundo debería llevar un diario
íntimo o diario para recordarnos lo que consideramos importante. Las buenas
películas sobre científicos siempre los muestran con sus “diarios de
laboratorio”, donde anotan sus avances o retrocesos con detalles, paso a paso,
para identificar los errores y no volverlos a cometer. ¿Quién puede olvidar esa
maravillosa escena cuando Emmet “Doc” Brown en Volver al futuro II va describiendo de su último “experimento” con
la máquina del tiempo? Los diarios son tu memoria en todos los aspectos, pero
también te permiten ejercer la rutina de escribir sin la angustia de todas las
exigencias de las otras formas de escritura. Es el salvavidas en momentos de
agotamiento mental e incluso físico que te impide escribir, y es el único lugar
donde eres totalmente libre ¡por eso es íntimo porque no lo puedes hacer
público!
I. El
diario debe tener una parte como una especie de tabla donde escribas cosas
medibles: número de palabras diarias por género, minutos dedicados a la lectura
con los libros que leíste y otras cosas para mantener la vida: salud, comidas,
ejercicios físicos, tiempo dedicado a otras actividades como ocio, películas,
etc. De esa manera podrás identificar a qué le estás dedicando más tiempo. Este
grado de paranoia, dirían algunos, lo hacemos algunos.
II. Los
cuadernos de apuntes o notas (algunos usan fichas) donde escribas las ideas de
tus escritos para no olvidarlas, pero también para que vayas estudiando
frecuentemente aspectos fundamentales que todo escritor debe dominar como: la
gramática, el vocabulario, el oficio de la escritura, información relativa a
los temas de los cuales escribes e incluso uno de espiritualidad (que puede ir
desde tu religión hasta el cultivo de alguna mística o tus valores morales).
Una vez más hay que recordar a King: “mantente sano y casado”, al menos sano.
3) Convierte todo en literatura y usa todo
para la literatura. La mente del escritor debe ser como la del científico:
siempre curiosa de su mundo, en especial de lo que puede ayudarle a escribir
que es casi todo. Si no estamos escribiendo estamos pensando en lo que
escribiremos. Esa es la importancia de los cuadernos de notas para que no
olvidemos el chispazo. Y debe ser un obsesivo de lo que desea hacer. Si no lo
eres, una vez más hay que decirlo: esto no es lo tuyo. Y la obsesión por lograr
escribir algo, por pensar en algo hace que las soluciones a los problemas de
nuestro arte o ciencia vayan surgiendo. Es algo probado en el funcionamiento de
la mente: la inteligencia es crear o descubrir nuevas relaciones y eso solo se
logra observando, investigando y nunca dejando de pensar en ello. Llegará un
momento que será como caminar o manejar. Y al estar atento a nuestro mundo
tendremos mil temas para escribir con personajes y diálogos (¿miedo a la página
en blanco? ¡absurdo!). Todo es “literalizable”, ser convertido en literatura,
en símbolos y palabras.
4) Lee especialmente como un escritor, toma
notas, descubra los métodos del arte. No se lee de manera pasiva sino
intentando comprender las intenciones del que escribe y la sutil, misteriosa e
incluso mágica estructura que hace de un relato o cualquier escrito un clásico.
I. Lee
y lee mucho. Ya lo dijimos antes: es lo fundamental al igual que escribir. Son
inseparables y es tan importante que lo repito en este nuevo punto. Sí, todo es
posible ser llevado a la literatura pero si no lees no conocerás cómo se
escribe, cómo se relata una historia. “Si no tienes tiempo para leer, no tienes el tiempo (o las
herramientas) para escribir” (Stephen King). Para ello debes también tener el
hábito y darle un tiempo al día, y aprovechar cualquier momento para leer.
Ahora existen los audiolibros eso ayuda mucho. De nuevo: elimina toda
distracción. Si tienes que elegir entre meterte a internet o ver Netflix y
leer, tú sabrás decidir. Yo no puedo vivir sin leer todos los días porque me
genera un síndrome de abstinencia.
II. Lee
a los maestros, a los mejores escritores y ten tus favoritos que no dejas de
leer con frecuencia. Mi método es que una vez al año como mínimo debo leer algo
de ellos. En mi caso son: Jorge Luis Borges, Gabriel García Márquez y Mario
Vargas Llosa; pero también doy espacio para todo clásico. Aprende de ellos,
conoce sus técnicas e incluso imítalos al principio, solo al principio.
III. Debes
leer tanto ficción como otros géneros. Siempre apegado a tu carrera, profesión,
etc. Me gusta hacer listas e ir cumpliendo metas para leer los grandes. No se
debe leer con desorden aunque no hay problema en picotear otras lecturas o leer
simplemente por diversión.
IV. Lee
mucha teoría, métodos de escritura, consejos, etc. En esto también se debe
tener listas y planes de lectura.
V. Leer
un poema y un cuento diario antes de escribir, acostumbro hacer para inspirarme
y tener el buen ejemplo muy cerca. Una especie de calentamiento antes del
ejercicio.
La semana que viene seguiremos
dedicándonos especialmente al proceso de escritura propiamente dicho.
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