Carlos Balladares Castillo
Un día como mañana
(13 de agosto) pero de 1940 se inicia el llamado, por el mariscal del aire y
máximo comandante de la Luftwaffe: Herman Göering, “Adlertag” (ataque de las
águilas). Desde esa fecha comenzaron una serie de ataques masivos (con casi
2000 salidas diarias, es decir, 1000 aviones en varias oleadas) por parte del
ejército del aire del Tercer Reich a los aeródromos británicos. El fin era
lograr la superioridad aérea sobre el sureste de Gran Bretaña y permitir de esa
forma la operación “Seelöwe” (León Marino): el desembarco y ocupación de las
islas. Fue el inicio del período de más intensidad en los combates dentro de la
mayor campaña o enfrentamiento aéreo de la historia (hasta la fecha) y que el
primer ministro del Reino Unido Winston Churchill la había bautizado, antes de
su inicio formal, como “la Batalla de Inglaterra” (10 de julio al 31 de octubre
de 1940).
La importancia de la
misma para la Segunda Guerra Mundial y nuestro tiempo, es ser la primera
derrota de la Alemania de Adolf Hitler. Si la invasión y ocupación de la mayor
potencia militar terrestre de Europa: Francia, había significado - tal como
explicamos en nuestra serie anterior de diez artículos sobre este hecho de mayo
a julio pasado - el dominio del nazismo
sobre el continente y el avance de los sistemas totalitarios sobre las
democracias. La victoria británica demostraría que el sistema de libertades no
estaba muerto y era capaz de defenderse frente a la mayor máquina de guerra del
mundo. Pero incluso se va más allá siguiendo las declaraciones de Churchill y
Hitler antes de iniciarse la batalla. El primero afirmaba que de su resultado
dependía la supervivencia de la civilización Occidental. Paradójicamente el
segundo señalaba algo muy parecido en el sentido de su íntima relación con la
“aniquilación total” de alguno de los dos adversarios si se continuaba la lucha
(19 de julio).
¿Y qué significó todo
esto para Venezuela? Un dato lo dice todo: la refinería de Curazao que era abastecida
por los pozos del Lago de Maracaibo, producía el 80 % de la gasolina usada por
la Royal Air Force (Fuerza Aérea Británica) en dicha campaña. En palabras del
futuro Presidente Isaías Medina Angarita (1941-1945), “El petróleo venezolano
fue a los campos de batalla del lado de las democracias”. Agradecemos a los
lectores que hayan conservado los testimonios de sus antepasados sobre esta
época a través la historia oral familiar, y nos los hagan llegar por medio de
las redes sociales (@profeballa). La última entrega de la serie se la
dedicaremos a la perspectiva de los hechos desde nuestro país.
Hoy comenzamos una
serie de seis artículos sobre la Batalla de Inglaterra porque en los meses de
agosto y septiembre se cumplirán 80 años de la etapa más intensa de la misma.
Dicha serie está enmarcada en este gran proyecto que comenzamos el primero de
septiembre del año pasado para ir explicando la Segunda Guerra Mundial en su
historiografía y producción de cine cada vez que se cumpla el ochenta aniversario
de un hecho importante (batalla, campaña, etc.) en esta conflagración. Lo
primero es este artículo donde se explica su importancia y se da una visión
general, para ir poco a poco revisando en los siguientes las principales
fuentes primarias desde los que atacan (con sus planes), después los que se
defienden y finalmente revisar las interpretaciones dominantes en la
historiografía y su relación con el discurso cinematográfico para concluir con
sus consecuencias para el mundo y de último el impacto en Venezuela.
En la historiografía
y el cine en torno a este episodio el dominio británico es abrumador, y la
relación entre ambos ha sido de una perfecta simbiosis. Winston Churchill como
protagonista de los hechos y posterior historiador marcó la pauta incluso antes
que los eventos ocurrieran. En palabras de Max Hastings (periodista y
divulgador histórico): creó la leyenda del pueblo británico capaz de llevar a
cabo una resistencia increíble frente al ejército de Hitler, y de esa forma
impedir la invasión de Gran Bretaña. Una vez que ocurrieron los hechos (Hitler desiste
ante la imposibilidad de lograr la condición previa para la ocupación: la
supremacía aérea), Churchill convenció a su pueblo de haber realizado la
leyenda. La leyenda consistía además en la heroicidad del pueblo por lograr “solos”
(sin apoyo de nadie) lo imposible. Y entre el pueblo estaban los que llamó “the
few”: el mando de caza de la RAF. “Never in the
field of human conflict was so much owed by so many so few” (nunca en el campo
del conflicto humano tantos debieron tanto a tan pocos).
Veo que tienes dos artículos de decálogos de ESCRITORES. Tengo que verlas con detenimiento porque son muy importantes. El caso es que ahora me estoy preparando para salir al trabajo.
ResponderBorrarGracias por seguir escribiendo en tu blog...Dios te bendiga mi hermano
Igual. Lea, lea. Me interesan sus comentarios.
ResponderBorrarUn abrazo.
Acabo de leer esta entrada. Ese dato del que el 80 por ciento del combustible de la RAF era maracucho...¡Es tremendo!
ResponderBorrarAcabo de comentar en la primera entrada de tu decálogo. Mañana espero leer con detenimiento la otra.
ResponderBorrarHolaProfe. Felicitaciones, porque hoy 23 de agosto, se cumple un año más de esta "olvidada" y "obsoleta" red social blogger, que comenzó en 1999.
ResponderBorrarEl dato siempre me ha sorprendido.
ResponderBorrarFelicitaciones. A usted por lo menos lo comentan.
Si, yo no se en realidad si los blogs siguen existiendo para la gente y ya no se reducen a una minoria de la minor´ia.
Disculpe las tildes.
Un abrazo.