jueves, octubre 25, 2018

La carrera espacial en el cine. A propósito del estreno del biopic sobre Neil Armstrong: "First man"


Escena de «First Man» (2018), dirigida por Damien Chazelle y protagonizada por Ryan GoslingLa carrera espacial en el cine

A propósito del estreno del biopic sobre Neil Armstrong: First man.

Carlos Balladares Castillo

Publicado en WSI magazine

El pasado viernes 12 de octubre se estrenó en Estados Unidos (en Venezuela lo hará dos semanas después) la película sobre la vida de Neil Armstrong (1930-2012), dirigida por el ganador del Óscar en el 2017 a mejor dirección (por La La land): Damian Chazelle y protagonizada por el dos veces nominado al premio de la Academia como mejor actor: Ryan Gosling. La esperamos con gran expectativa y emoción, debido a que desde muy pequeños queríamos ser astronautas. No era simple deseo infantil como el ser bombero o policía porque siempre quedó en nosotros la profunda admiración por la épica de la conquista del espacio. Una saga que anhelamos pueda unir a la humanidad en un proyecto común, que nos aleje de las historias heroicas belicistas y haga de la ciencia el lenguaje y la mística a compartir. Ante la vastedad del Universo y las grandes dificultades a superar, quizás podamos aprender lo que Carl Sagan nos planteó en su libro: Un punto azul pálido (1994): que al ser conscientes de lo minúsculo que es nuestro planeta nos haremos humildes y más responsables para “tratarnos los unos a los otros de forma más amable y compasivamente, y preservar y querer éste punto azul pálido (que es la Tierra), el único hogar que siempre hemos conocido”.

La carrera espacial (1957-1975); entendiendo por tal la competencia que se dio en medio de la Guerra Fría (1947-1991) entre los Estados Unidos (EEUU) y la Unión Soviética (URSS) por colocar satélites artificiales y seres humanos en el espacio exterior y finalmente aterrizar en la Luna; significó un halo de esperanzas ante la amenaza del holocausto nuclear. Desde el espacio no se veían las fronteras nacionales e ideológicas y la tecnología aeroespacial junto a la astronomía se convertían en el idioma universal, pero también está el hecho de ser una aventura loable como parte del natural deseo de exploración de la humanidad y que implicaba grandes sacrificios (hasta el 2003 van 23 víctimas) lo cual generaba un nuevo tipo de héroes. Algo paradójico porque precisamente los avances logrados en éste aspecto serían usados para los misiles que llevaban cargas atómicas. Pero fue así desde el inicio de los estudios de la cohetería, aunque la historiografía hasta ahora nos muestra como los precursores de la misma: Konstantín Tsiolkovski (1857-1935), Robert Goddard (1882-1945), Wernher von Braun (1912-1977) y Serguéi Koriolov (1907-1966); tenían como gran sueño la conquista del espacio y no su aplicación militar.

Resultado de imagen para von braun y kennedyLas mayorías se “emocionaron” (e incluso hubo algo de paranoia al principio) con la carrera espacial gracias a la atención que le dio la prensa y la propaganda de ambas potencias. Hubo una intención clara de los dos Estados para mostrar sus logros tecnológicos, como si el ser los primeros en cada nuevo reto fuera una prueba de la superioridad de cada sistema y nación. El mundo entero siguió cada nuevo evento desde aquel 4 de octubre de 1957 cuando los soviéticos colocaron el satélite artificial “Sputnik 1” en órbita, para después seguir venciendo a los Estados Unidos en llevar a un ser vivo al espacio (la perrita “Laika” el 03-XI-1957), un ser humano (el cosmonauta Yuri Gagarin el 12-IV-1961), una mujer (la cosmonauta Valentina Tereshkova el 16-VI-1963) y realizar una caminata espacial (el cosmonauta Alexei Leonov el 18-III-1965). Estados Unidos, ante su “derrota” subiría la apuesta y el 12-IX-1962 el presidente J. F. Kennedy daría su famoso discurso donde se establecía como meta llevar un hombre a la Luna. De dicho discurso no se puede dejar de tomar en cuenta esta frase que está en sintonía con la idea universalista y heroica dominante en la carrera espacial:

We choose to go to the moon in this decade and do the other things, not because they are easy, but because they are hard, because that goal will serve to organize and measure the best of our energies and skills, because that challenge is one that we are willing to accept, one we are unwilling to postpone, and one which we intend to win, and the others, too.
El interés de la gente por el espacio ha sido interpretado por el cine desde sus inicios desde la perspectiva de la ficción, algo entendible porque los cohetes eran el hobby experimental de unos pocos en la era de la post Gran Guerra (1919-1939). Lo malo es que siempre ha sido así hasta ahora, y los films que han pretendido la reconstrucción histórico-cinematrográfica son bastante escasos en comparación con la space opera y la ciencia ficción. Un primer film es el biopic de 1960: Wernher von Braun, coproducción de Estados Unidos y Alemania Federal dirigida por J. Lee Thompson (1914-2002) y protagonizada por Curd Jurgens (1915-1982); la cual tuvo claras intenciones propagandísticas al fortalecer los sueños de conquista del espacio y la Luna de éste precursor de la cohetería por encima de su rol como director del programa de los misiles (V1 y V2) con cargas explosivas de la Alemania nazi (donde morirían más prisioneros-esclavos produciéndolas que por su uso como arma: 25 mil personas aproximadamente). En la URSS tendría su contrapartida en 1972 con el biopic de Serguei Korolov dirigido por Daniil Khrabrovitsky (1923-1980): Ukroshcheniye ognya (amansando el fuego). En ambos países se establecerá así una tradición en el cine sobre el tema (y First man por su tráiler no parece contradecirla), la cual consiste en resaltar las virtudes heroicas de los protagonistas, y que las imágenes permitan desarrollar un un canto al espíritu humano que no se rindió a pesar de tamaña empresa, espíritu que pareciera no tiene distinción nacional aunque cada documental y película nos llena de símbolos patriotas.  

Resultado de imagen para the right stuffLos documentales fueron los únicos que relataron estos hechos en la década de los setenta, hasta que Philip Kaufman nos ofreciera en 1983: The Right stuff (llamada acá “elegidos para la gloria”) sobre los primeros siete astronautas de los Estados Unidos dentro del “Proyecto Mercury” que fueron a la cola de los cosmonautas. Es una larga película de 3 horas que revisa la vida de cada uno de ellos dándole gran importancia a las pruebas y entrenamientos a los que se sometieron y lo que padecieron sus familias en especial sus esposas. La época está perfectamente representada y los efectos son muy buenos vistos a la distancia, aunque también se apoya en material documental. Ganó cuatro Óscars. Sobre dicho proyecto y los documentales se debe nombrar el estrenado éste año sobre las pruebas que se hicieron a mujeres para ser astronautas de Netflix: "Mercury 13" (David Sington, Heather Walsh). 

La perspectiva heroica se confirmará y así puede probarse en las siguientes películas. En 1995 Ron Howard dirige Apolo 13 la cual fue protagonizada por Tom Hanks maravillándonos con las mejoras en los efectos especiales (por ello fue nominada a 7 Óscars ganando 2: edición y sonido). Hanks después produciría una serie de 12 capítulos con HBO en 1998 llamada From the Earth to the Moon dedica al “Proyecto Apolo” (ganó el Globo de Oro a mejor miniserie para TV). La misma, por ser una larga serie, nos ofrece muchos detalles técnicos y de contexto epocal aunque siempre con los astronautas-héroes en el centro de la trama. En 1999 Joe Johnston con October sky muestra la juventud de Homer Hickam (1943) quien inició su vocación como ingeniero aeroespacial gracias al impacto del lanzamiento del Sputnik. En el 2016 Theodore Melfi con Hidden figures (nominada a 3 Óscars entre ellas al de Mejor Película) combina las biografías de 3 mujeres afroamericanas (Katherine Johnson: 1918; Dorothy Vaughan: 1910-2008 y Mary Jackson: 1921-2005) que trabajaron para la NASA en el cálculo y la programación por computadora de las trayectorias de los cohetes.
«Caminata espacial» (2017), de Dmitriy Kiselev
Los rusos, además de la película anteriormente citada de 1972, trataron el tema indirectamente en dos films del 2005 y 2008: Kosmos kak predchuvstvie de Aleksey Uchitel y Bumazhnyy soldat de Aleksey German; hasta que en el 2013 y el 2017 respectivamente producen los biopics de Yuri Gagarin y Alexei Leonov: Pervyy v kosmose (Gagarin: el primero en el espacio) de Pavel Parkhomenko y Vremya pervykh (Caminata espacial) de Dmitriy Kiselev. Ambas son verdaderas hagiografías donde se nos presentan todas las dificultades que debieron pasar los cosmonautas, pero también algunos retos técnicos a ser superados. En las dos los efectos especiales para mostrarnos los cohetes son muy buenos y Serguei Korolov es representado como un hombre que siempre buscó evitar sacrificar tanto vidas como misiones por la presión que le establecían los militares y los dirigentes. A pesar de las constantes imágenes relativas a la nación rusa, hay un claro mensaje de ser una empresa científica y de toda la humanidad, como en el resto de la cinematografía nombrada.

Al comparar con otros hechos históricos nos extraña que haya sido tan poco atendida la carrera y exploración espacial por el cine. El mismo posee una gran dosis de aventura y suspenso, y claramente es valorado, pero sabemos que su producción es costosa y parece que no genera los dividendos que se esperan. En todo caso aplaudimos el estreno de un nuevo film, anhelando que sea exitoso y mantenga el deseo de seguir haciendo películas sobre el tema. En nuestro caso ¡queremos verla ya!

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miércoles, octubre 24, 2018

“Gracias Ulises por tus batallas” de Álvaro D’Marco (mi columna de los miércoles en El Nacional)


“Gracias Ulises por tus batallas” de Álvaro D’Marco

Carlos Balladares Castillo

Publicado en El Nacional

Resultado de imagen para alvaro d'marcoHe tenido el privilegio de leer algunas de las novelas inéditas de Álvaro D’Marco (1956). Todas me han atrapado y “Gracias Ulises…” no es la excepción. Desde que conozco a Don Álvaro - como muchos de sus discípulos y amigos le llamamos -, siempre lo veo leyendo y escribiendo o dedicado a su negocio y al cuidado de la familia. Su pasión por la literatura le viene desde niño, por lo cual estudió Letras en la UCV tanto el pregrado como el postgrado, al mismo tiempo que trabajaba en el archivo audiovisual de la Biblioteca Nacional. Con su nueva novela corta (65 páginas)  participa en el Concurso de Freeditorial el cual en parte es por el número de descargas de la misma, de manera que pueden bajarla para leerla en la siguiente dirección:   https://freeditorial.com/es/books/gracias-ulises-por-tus-batallas A continuación comentaremos nuestras impresiones sobre la misma.

La novela capta nuestra atención desde un principio al ponernos en los zapatos de un Ulises lleno de angustia, el cual nos cuenta su vida en presente al regresar a Caracas desde una ciudad de Argentina donde dejó a Ofelia (una de sus amantes) desmayada y en un charco de sangre del cual no sabe cuál es su origen. Poco a poco nos va descubriendo que es un hombre insaciable de sexo, siendo esta característica su principal atractivo para las mujeres, y que termina siendo un mantenido por ellas. Las relaciones sexuales se hacen cada vez más violentas, más destructivas. D’Marco ha logrado transmitirnos con Ulises lo que es éste tipo de personalidad obsesiva, de manera que no es un relato apto para ciertas sensibilidades. En medio de sus aventuras va recorriendo la Caracas de los ochenta. Para los que hoy padecemos la capital de la Venezuela del chavismo-madurismo con su inmensa dosis de hambre y violencia delictiva, es un grato recuerdo que nos hace reflexionar sobre todo lo perdido. Una ciudad relativamente amable donde una persona con pocos ingresos podía comer y beber, y la inseguridad personal todavía no representaba angustia alguna.

Resultado de imagen para alvaro d'marcoLa vida de este gigoló que se presenta claramente triste y que tiene en el orgasmo los únicos momentos de pasajera felicidad (“la soledad se resuelve con sexo”), busca la belleza y el crecimiento de su alma en un recinto llamado universidad: en su caso es estudiar Letras en la Universidad Central de Venezuela. Aunque en la misma no puede dejar de seducir a sus “víctimas”, cada clase y cada persona que conoce allí le ofrece un respiro a su insatisfactoria y mediocre vida. Nos recuerda como en la democracia venezolana la educación era un mecanismo de ascenso social, y para las personas como Ulises era el camino a ese absoluto que nos permiten “tocar” las artes. Ulises quiere leer los clásicos (dice: “quiero leer todo y de cada autor su obra completa”) y quiere ser escritor pero “está muy ocupado en sobrevivir y obtener placer”. Al mismo tiempo en las primeras páginas pareciera hacernos dudar de la existencia del Ulises-latin lover cuando nos dice: “La profesora está diciendo que cada quien debe hacer su cronología existencial. Escoger los momentos importantes de la vida y con esos hitos elaborar una narrativa propia. Construir una épica que mitifique, convertirse en un personaje, en frases, en ficción”. Sin duda para Ulises cada cuerpo es una batalla por luchar e Ítaca siempre sigue lejana.

En medio de su vida vegetante aparece algo que nunca había atendido: la política. Pero dicha aparición es un shock que inicia un conjunto de hechos vertiginosos, el primero será el Caracazo (27 de febrero de 1989) y el segundo el golpe de Estado de un grupo de militares liderizados por el comandante Hugo Chávez (4 de febrero de 1992). Desde ese momento “una especie de inquieta sombra va cubriendo la ciudad”. Si la Polis en la Grecia antigua era cambiando lo cambiable el Estado-nación de hoy, esa sombra que cubrió la ciudad en dos febreros no se ha disipado hasta ahora de la totalidad del país. La vida de Ulises es la metáfora de una sociedad que vivía en los frenéticos clímax de la falsa riqueza petrolera. Todos éramos los mantenidos de esos amantes que son los pozos petroleros, para que finalmente despertemos en un charco de sangre.

El relato de los días del Caracazo me ha parecido magistral. El saqueo pareciera la repetición de una vieja historia: “la suma de toda la decadencia acumulada”, e incluso en medio de ello hay un restaurante llamado “Punto Fijo” del cual no dejan nada en pie. Un ciclo ha finalizado y se daba a inicio a otro. Así nos dice que aquello “fue como una orgía que liberó las furias y las represiones de la gente. Se manifestó una marejada incalculable de fuerza y pasión desbordada, destructiva y vengativa. (…) La población se destruyó así misma.” Las personas en el Caracazo no buscaron solo comida sino tomarlo todo, no era hambre en verdad, era Ulises-Venezuela con “un Sahara de necesidades que las mujeres le ayuda a satisfacer”, mujeres-mercancías, mujeres-renta petrolera. Pero también era la expresión del pathos, de “la vida como criminal cargado de miedo” que le ofrecía una cierta seguridad, tal como le pasó a Ulises en las prácticas del sexo más desenfrenado.

D’Marco con “Gracias Ulises por tus batallas” nos ha ofrecido la metáfora de una persona-país incapaz de crecer y asumir la responsabilidad de su propio destino. Es un parásito que no puede crear nada. Como aquel momento en que Ulises habla con un checo y aunque éste considera a Praga la ciudad más hermosa del mundo no vive allí, simplemente “porque acá todo es más fácil”. Sin centrarse en la política y la historia sino en las pasiones de un venezolano, Don Álvaro ha logrado construir un relato que nos comprende. Una vez más se cumple aquello que Mario Vargas Llosa nos enseñó sobre la ficción al considerarla “la verdad de las mentiras”. No queda más que recomendar la lectura de esta pequeña pero gran novela y esperar las nuevas publicaciones de su autor.  

miércoles, octubre 17, 2018

Catalina Banko se incorpora a la Academia Nacional de la Historia (mi columna de los miércoles en El Nacional)


Resultado de imagen para catalina banko academia nacional de historiaCatalina Banko se incorpora a la Academia Nacional de la Historia

Carlos Balladares Castillo

Publicado en El Nacional. 

El jueves pasado (11 de octubre de 2018), Catalina Banko se incorporó formalmente como Individuo de Número de la Academia Nacional de la Historia (ANH) de nuestro país, ocupando el sillón V que quedó vacante al fallecer Tomás Carrillo Batalla (1921-2015). Una vez más se debe recordar que si nuestro país sigue en pie es por actos como estos, que demuestran que Venezuela no se reduce a la expresión destructora y anárquica del bárbaro personalismo. En esta tierra existen instituciones que con sus formas y tradiciones, pero especialmente con su trabajo constante, permitirán el renacimiento de lo mejor que tenemos. Y lo mejor que tenemos es nuestra gente sencilla que valora el mérito y el esfuerzo, como es el caso de nuestra querida profesora Banko a la cual felicitamos sinceramente.

El discurso de la nueva Numeraria ("Tradición y colapso de la industria azucarera venezolana"), resaltó al principio la labor de su antecesor señalando especialmente sus investigaciones en el área común: la historia económica de Venezuela. Esta tarea generó dos importantes publicaciones, entre otras: Historia de las finanzas públicas de Venezuela y Leyes y decretos de Venezuela. Después se centraría en el tema que ha estudiado desde hace más de diez años: el azúcar. Su tono transmitía la pasión y preocupación que le genera el tema, por ser un ejemplo: no de una crisis sino “¡de un verdadero colapso de nuestra economía en general en especial de nuestra agroindustria!” El estudio no se reduce a la muestra de resultados cuantitativos sino de la vida de las haciendas que poblaron buena parte de nuestras zonas productivas, donde se desarrollaron múltiples labores que representaron el esfuerzo cotidiano de personas que estudiaron en nuestros centros académicos.

La Doctora Banko buscó una reconstrucción histórica desde finales del siglo XIX hasta el presente, enfatizando los aspectos del procesamiento de la caña para producir azúcar y las instituciones que buscaron su modernización con la creación de las centrales azucareras refinadoras. Me llamó la atención que dicho anhelo de incremento de la producción fue rechazado por la mayor parte de los hacendados porque temían la caída de los precios, y solo fue desde los cuarenta cuando con el liderazgo del Estado generando “El primer plan azucarero” se establecerían las instituciones (centrales, financiamiento y asesoramiento técnico, entre otros) para acrecentar el suministro de azúcar en un esfuerzo mancomunado entre el sector público y privado. Meta que se lograría al lograr el incremento de la producción en 715% desde 1945 a 1956 reduciendo las importaciones en este rubro, hasta lograr satisfacer la demanda interna e incluso exportar entre los sesenta y principios de los setenta. Una vez más se nos muestra con esta maravillosa historia cómo los venezolanos podemos ser modernos generando productividad y prosperidad.

Pero los problemas llegarían con el control de precios en el primer gobierno de Carlos Andrés Pérez (1974-79), que entre otras causas llevaron a la contracción de la producción. En los ochenta esta crisis se superaría en parte, pero en los noventa con la caída de los apoyos estatales y la privatización de varias centrales se inició una nueva crisis; que en los últimos 20 años con la inseguridad jurídica y personal, la estatización de las centrales y los controles de precios se traduciría en el colapso desde el 2007 hasta hoy, tiempo en que la producción ha caído en un 60%. La Doctora Banko enfatizó que las centrales estatizadas solo generan el 15% de la producción nacional y el resto corresponden a las privadas. Para concluir diciendo: “!El panorama de la agroindustria azucarera es desolador!” Y para revertir éste desastre debemos reconstruir, entre varios aspectos, “la cultura del trabajo” que se ha “extraviado”.

La respuesta que le daría la Numeraria Doctora María Elena González Deluca fue sumamente cálida y llena de un fino humor. Y no podemos dejar de responder a las últimas palabras de agradecimiento que ofreció nuestra admirada Doctora Banko a todos los venezolanos porque el país la recibió “en calidad de refugiada” cuando en su natal Argentina “imperaba una cruel dictadura”. Estas palabras generaron un fuerte aplauso en los asistentes, y de mi parte quiero decirle que somos nosotros los que estamos agradecidos por su generosidad al asumir la formación de tantas generaciones (siempre la veo llegar en Metro a las clases en la UCAB y en tantas tareas de administración e investigación en la UCV) y colaborar con el desarrollo de la historiografía nacional.

Y queremos concluir con una hermosa frase de nuestro amigo e Individuo de Número de la ANH: Don Tomás Straka: “Hacía tiempo que una incorporación a la Academia Nacional de la Historia no generaba tanta alegría y tanto consenso. Todos celebramos el hecho de que Catalina Banko haya sido electa como Numeraria para el Sillón V, como lo que es: el reconocimiento a su obra sustantiva y dilatada, a su bonhomía y a su don de gentes. ¡Enhorabuena por ella, por la república, que le ha asignado tan elevada función, y por la ciencia!”

Nota: gracias al buen amigo y colega Carlos Arvelaiz por facilitarme el audio del discurso. 



jueves, octubre 11, 2018

Hoy se incorporó la doctora Catalina Banko como Individuo de Número de la Academia Nacional de la Historia de Venezuela

¡Mil felicitaciones a nuestra admirada profesora Catalina Banko! 

Con la letra "V", la investigadora Catalina Banko es formalmente, desde este jueves 11 de octubre, individuo de número de la Academia Nacional de la Historia. El azúcar, tema que ha trabajado desde hace más de 10 años, fue el centro de su discurso de incorporación, presentado este jueves a las 11:30 pm en el Palacio de las Academias: "Tradición y colapso de la industria azucarera venezolana".
Banko relató cómo los venezolanos abandonaron el consumo de papelón para privilegiar el de azúcar. (Texto de Contrapunto.com ver aquí). 







Fotos de los buenos amigos y colegas: Carlos Arvelaiz y Daniel Terán Solano, y contrapunto.com

miércoles, octubre 10, 2018

¿Cómo salir de la crisis que padece Venezuela? El plan para lograr la UNIDAD (nuestra columna de los miércoles en El Nacional)


El plan para lograr la UNIDAD

Carlos Balladares Castillo

Publicado en El Nacional. 

No poner todo el alma y esfuerzo en la tarea de lograr la UNIDAD entre los demócratas es tan perverso como no ayudar al pobre y desvalido, y mucho más si se vive en medio de la emergencia humanitaria que padecemos en Venezuela. Ante el MAL no se puede ser indiferente, y mucho menos incapaz de ofrecer todos los medios para luchar en su contra. Nuestra condición de supuestos convencidos republicanos y amantes de las libertades, se pone en duda ante la división de fines y acciones. La realización de un acuerdo nacional que incluya a todos los opositores es una necesidad que ya posee características vitales. En ello se nos va la vida, porque es una realidad que cada día que pasa el régimen apunta a nuestra extinción o como mínimo al servilismo o esclavitud. ¿Cuál es la fórmula para lograr la tan anhelada UNIDAD? Muchas personas en la actualidad han propuesto algunas ideas al respecto y la historia está plagada de ejemplos que nos pueden inspirar. Sirva este breve artículo para insistir en las que consideramos más importantes y que hemos planteado en anteriores entregas.

Resultado de imagen para fernando albánEn el párrafo introductorio anterior habíamos establecido un tema a desarrollar, pero no contábamos que ese principio que habíamos descrito: el régimen apunta a nuestra extinción, nos daría un nuevo y doloroso ejemplo: la muerte del concejal de mi municipio (Libertador, Caracas) del partido Primero Justicia: Fernando Albán (1965-2018), quien estaba bajo custodia de la policía política. No podíamos enviar nuestro artículo de todos los miércoles para El Nacional, sin ofrecer unas palabras a su memoria junto al pésame a sus familiares y amigos, y más aún por el hecho que su martirio por la democracia debe interpelarnos y mover nuestros corazones para lograr la UNIDAD. Su sacrificio no los exige. No puedo dejar de recordar cómo en la anterior dictadura (la del general Marcos Pérez Jiménez (1950-58)) los sufrimientos compartidos por los opositores llevaron a abandonar las diferencias; y especialmente el fallecimiento – aunque en circunstancias muy distintas – de un dirigente de Acción Democrática en el exilio: el poeta Andrés Eloy Blanco, permitió finalmente que las diferencias entre el partido socialcristiano COPEI y el socialdemócrata AD fueran dejadas de lado y se iniciara el tan anhelado acuerdo de fines y acciones que permitiría la transición.

¿Qué hay que hacer para lograr la tan anhelada transición a la democracia? No hay una fórmula exacta y perfecta, pero – como dijimos - son muchos los que vienen ofreciendo ideas. Por solo citar uno de ellos está el director del Centro de Estudios Políticos de la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB): Benigno Alarcón (28-VIII y 18-IX-2018, “¿Cómo producir una transición democrática en Venezuela? (I y II)”); quien ha señalado que se requiere la movilización de la población con estrategias y objetivos claramente definidos. Y esto no se puede lograr sin la UNIDAD, porque las movilizaciones más exitosas – agrega el autor - son las no violentas organizadas y ejecutadas bajo un solo liderazgo y plan sistemático; coordinadas con la presión internacional; sin propuestas de venganza sobre los actuales gobernantes de modo que no vean la transición como su muerte y por ello estén abiertos a la negociación; con un plan de gobernabilidad durante la transición que establezca las reformas institucionales necesarias para ello; y que se prepararen para una elección presidencial. En su segunda entrega propone la realización de una elección de los líderes de la UNIDAD.

Al estar en sintonía con las propuestas del profesor Alarcón, nosotros planteamos la firma de un pacto que establezca fines (programa mínimo común de transición) y medios entre toda la oposición, la cual no solo establezca un programa de transición sino que cree los métodos para tomar decisiones y designe los líderes para la misma. Dicho pacto debe ser refrendado en comicios por la población, y sus métodos deben establecer las formas de consulta más rápidos posibles, de forma que se pueda combinar democracia y eficiencia en la lucha. Si el régimen ha eliminado las elecciones limpias ¿por qué no hacerlas nosotros para lograr dicha alianza, decidir ante grandes dilemas (votar o no, negociar, etc.) y desarrollar sufragios internos en los partidos para renovar su dirigencia? No podemos seguir en este estado de paralización y desesperanza. Hay que renovar la confianza de las mayorías con los partidos democráticos. Entre los medios de acción debe crearse un organismo que permita el permanente contacto con la comunidad internacional, con las potencias que no han demostrado su disposición a lograr la transición. No se puede actuar aisladamente. En lo que respecta al liderazgo podríamos plantear la famosa fórmula del “gabinete en la sombra” (en lo que cabe) con lo que tendríamos un dirigente especializado en cada área y que le haga un permanente seguimiento y feroz oposición a toda acción del régimen, con claras propuestas de solución sustentada en el referido pacto.

Muchos pensarán que no tenemos tiempo para ello, que la elaboración de un pacto de este tipo junto a las respectivas elecciones que tanto refrenden éste acuerdo como elijan a nuestros líderes, es algo engorroso y lento. ¡¿Cuánto tiempo llevamos sin hacer nada?! Todo el tiempo que depositemos en esta noble tarea no será en vano. Si no estamos haciendo nada y sigue pasando el tiempo generando la destrucción del país, ocupar los días en ello es lo mejor que se puede hacer. No estaremos paralizados. Será sin duda el mejor homenaje que se le pueda hacer a todas las víctimas de la oligarquía chavista, y en especial a Fernando Albán.

Nota de duelo: sentido pésame muy especialmente a sus familiares y a nuestro amigo común: Mario Guillermo Massone. 

domingo, octubre 07, 2018

Breve entrevista al novel historiador venezolano (24): Néstor Rojas López (y III)


(Última parte)

12. ¿Para qué sirve la historia? ¿Tiene futuro el estudio de la historia en general y en Venezuela?

Apelando a su anfibología clásica, la respuesta puede variar según la definición precisa que manejemos en torno al término historia, ya sea como materia, como conocimiento o como tradición. Sin embargo trataré de dar una respuesta que encierre en conjunto estas variantes.

La historia puede servir casi para cualquier cosa, ya sea para ensanchar el ego de quién la escribe, para formar ciudadanos patriotas, para adular el poder o para defenestrarlo, para proyectar el destino colectivo de una nación, para aniquilar a otros pueblos, para avivar resentimientos sociales, etc., y para toda la gama de usos y abusos de la historia –usando el término de la historiadora estadounidense Margaret McMillan-, que están íntimamente vinculados con la intencionalidad histórica.  La historia es la mirada contemporánea con que las sociedades juzgan y valoran lo que consideran es su pasado, su procedencia. Es una mirada en permanente transformación que se construye sobre la base de un punto de transversalidad entre las memorias colectivas, la historia propiamente como devenir y el conocimiento histórico producido y divulgado, sea cual se la índole de su origen. Creo con Pierre Vilar que la historia debe ayudarnos a comprender el pasado para conocer el presente, debe servir para propiciar la habilidad de pensarnos históricamente, someter a reflexión y análisis crítico todo el cúmulo de información que nos llega vía medios de comunicación e información; la historia, nos dice McMillan, debe ayudar a formarse una idea del mundo en el que vivimos. Debe servir también para hacer visibles las múltiples memorias colectivas que forman parte de una sociedad, el rescate de la amplia gama de identidades que se han visto opacadas en la historiografía por la hegemonía de agentes históricos tradicionales, creo que esa consideración redundaría en beneficio de la convivencia, el respeto y la tolerancia, valores que desterramos del siglo XXI. El futuro de la historia, como disciplina va a depender en buena medida de ese giro epistémico que ya se ha venido dando en otros contextos historiográficos, pero en Venezuela aún debemos dar pasos agigantados en redimensionar el enfoque epistemológico y la proyección social desde la cual escuelas de historia y postgrados forman las nuevas generaciones de historiadores.
  
13. Si cree que existe la venezolanidad o la identidad venezolana ¿cómo la definiría? ¿La historia de Venezuela ha sido un fracaso? ¿Qué piensa de nuestro presente?

La venezolanidad es una de las más grandes imposturas sobre las que se cimentó la edificación del Estado Nación. No en vano uno de los debates más encarnizados del siglo XIX y parte del siglo XX fue precisamente el centralismo y el federalismo; de un país archipiélago –como lo plantea el historiador Elias Pino Iturrieta- se intentó fabricar una pieza monolítica muy mal amarrada con símbolos de papel. De ahí arranca nuestro nacimiento como nación, que no fue de parto natural sino cesárea, imponiendo la denominación de una sola provincia al resto de lo que a partir de 1811 pretendía ser un solo país. Los esfuerzos del Estado moderno en Venezuela por homogeneizar culturalmente al país han sido descomunales, la escuela ha jugado un papel de suma importancia en esa tarea, aunque con unos resultados deleznables, puesto que no pasa de un vacuo  patrioterismo folklórico.

Muchos podrían pensar que la expresión de la venezolanidad la encontramos en la arepa, en la vinotinto, en el tricolor, etc., pero eso lo que indica más bien es que nuestra identidad nacional es bastante pobre y trivial; y por estos días de diásporas, la expresión de la venezolanidad que hemos dejado ver en otras latitudes no es precisamente como para sentirnos orgullosos. Pero si hay algún rasgo que nos caracteriza y le da sentido a algo que pudiera llamarse venezolanidad, es que somos producto del disimulo, tal como lo planteaba la lúcida genialidad de José Ignacio Cabrujas en El Estado del Disimulo. “No importa que no seamos, lo importante es aparentar que somos” y esto ha sido el terreno ideal para el florecimiento de la viveza, la impostura, la pereza, la vulgaridad y la falta de compromiso en todos los ordenes y niveles de nuestra vida social, e individual puede que también. Creo que gran parte de las crisis que experimenta nuestra sociedad hoy se deriva de una profunda crisis espiritual –y no es un asunto exclusivo de religiones- así como de identidad y de proyecciones: hablo de un fracaso compartido en el que llevamos 207 años y al que no hemos querido mirar a la cara, el petróleo sirvió por muchos años para ocultar ese fracaso y hoy, sin las bondades del maquillaje y la parafernalia, cuesta mirarnos al espejo sin que ello nos acarree un colapso psicológico. El presente es un buen momento para enmendar y corregir el curso.

14. Recomiéndeme más de 2 historiadores noveles y/o jóvenes que deberíamos entrevistar (no olvide darme sus emails, estos no se harán públicos)

Elizabet Manjarres  
Norbert Molina
Frank Arellano  

15. Ahora invente una pregunta, la hace y se responde a sí mismo.

A la luz de la actual situación en Venezuela ¿cuál cree que debería ser el papel del Historiador?

Hoy más que nunca muchos sectores sociales del país intentan desesperadamente buscar respuestas a la lamentable situación que nos aqueja, y como quien se vuelve a la papelera en busca de un papel que no debió tirar, ha puesto su atención, no tanto en la historia, pero sí en el historiador. En lo particular me ha correspondido experimentarlo, en las colas, en reuniones familiares, en el trabajo, etc., lugares en los que mucha gente espera que los historiadores, cual oráculos de esta infortunada hora,  aportemos predicciones esperanzadoras sobre el futuro próximo del país.  ¡Vaya responsabilidad! Son, podríamos decirlo, los “diez minutos de gloria” de esta profesión. Mucho historiador lo sabe, y hay quienes perfectamente han asumido la farándula política e intelectual como vía para capitalizar prestigios en medio de este río revuelto. Digamos que eso no deja de ser comprensible, pero la tarea urgente que se exige del historiador –además de la foto en el instagram, twiter y facebook- es la sensibilidad pedagógica y la ocupación de espacios desde los cuáles acercar el conocimiento histórico a grupos socialmente marginados y cuya expresión más palpable de su pobreza es la ignorancia, generar espacios desde los cuáles enseñar a pensar históricamente, a propiciar una conciencia histórica y una generación de lectores autónomos a los que no vuelva a hipnotizar ningún estrafalario embaucador.   

16. Puede hacerle una pregunta al entrevistador si lo desea.

¿Cuál es el estado de la crítica en la producción historiográfica venezolana? ¿Cree que actualmente se está haciendo crítica?

Respuesta de Profeballa: no es un tema al cual me haya dedicado a investigar profusamente, de manera que considero que podría errar en mi respuesta. Considero que nos leemos pocos entre los colegas historiadores, de manera que la crítica es escasa. En todo caso, nuestras revistas siguen publicando reseñas sobre nuestra producción historiográfica y en los seminarios nos escuchamos. En todo caso, repito, es poco. 

 ¡Muchas gracias por su tiempo!

Mi agradecimiento a usted, por permitirme la oportunidad de participar en esta interesante iniciativa que adelanta. Fue un verdadero placer.  

 Listado de Publicaciones:

“Tan ricos como tan pobres. La élite encomendera merideña frente a la Visita de Alonso Vázquez de Cisneros a Mérida 1619-1620”, en Presente y Pasado. Revista de Historia, 33 (Enero-junio, 2012), pp. 45-66.

“Con mano poderosa y a título de cabildo. La élite encomendera merideña frente a la Visita de Alonso Vázquez de Cisneros (1619-1620)”, en Nuestro Sur, 6 (año 4, enero-junio, 2013), pp. 9-19.

“Buen cristiano, temeroso de Dios y de su conciencia. La religiosidad en el sistema de valores de la élite encomendera merideña 1619-1620”, en Anuario GRHIAL, 7 (Mérida, enero-diciembre, 2013), pp. 69-98.

“El derecho de lanzas de la élite encomendera merideña (1619-1620)”,  en Tiempo y Espacio, 62 (julio-diciembre, 2014), pp. 173-185.

José Manuel “Chema” Saher: un acercamiento al imaginario político de la Lucha Armada en Venezuela”, En  Nuestro Sur, 10 (mayo-agosto 2016), 87-114.

sábado, octubre 06, 2018

Breve entrevista al novel historiador venezolano (24): Néstor Rojas López (II)


(Segunda parte)

6. En torno a los debates historiográficos y/o históricos: ¿Cuáles han atrapado su atención y/o cuáles ha estudiado?¿Cuál es su posición ante ellos?

Por la adscripción temática de mi línea de investigación, siempre me ha interesado el debate histórico-historiográfico de la leyenda negra del periodo colonial hispanoamericano, esa que la historiografía patria y romántica se encargó de construir para justificar la hazaña fundacional de la emancipación. Al respecto los historiadores positivistas venezolanos y subsecuentemente el neopositivismo revisionista dieron un giro importante al ser los primeros en reivindicar críticamente del periodo colonial como parte íntegra de nuestra cultura. La leyenda negra sabemos constituye una percepción maniquea y limitada de nuestro pasado que, si bien en el debate académico del campo historiográfico puede que haya quedado zanjada, sigue siendo la versión oficial con la cual se enseña historia a nuestros niños y jóvenes en las aulas de clases; algunas veces por el lineamiento oficial del Estado-Docente en esta materia, pero en su generalidad por el influjo de una práctica excesivamente artesanal de la enseñanza de la historia ajustada a una memoria colectiva totalmente distorsionada por la Historia Oficial. A pesar de que muchos laboran –laboramos- allí, el aula de clases –en educación básica y media- sigue siendo territorio perdido para el historiador profesional venezolano, porque no hemos sabido asirnos a las herramientas didácticas que nos permitan acercar a los niños y jóvenes a los grandes avances historiográficos de nuestras universidades y centros de investigación. En pleno siglo XXI, la conciencia histórica del venezolano sigue anclada al siglo XIX, eso convierte a la Historia Oficial en un paradigma penosamente dominante, y ese es el debate –entre otros- que deberíamos estar dando en este momento los historiadores venezolanos, partiendo de la pregunta: ¿para qué y para quién escribimos historia?.

 7. ¿Cuál fue su primer escrito como historiador o cuál fue el que más le gustó? ¿Cuáles son sus ritos cuando se dedica a escribir sobre historia?

Uno de los primeros trabajos que escribí fue sobre José Manuel “Chema” Saher, el joven guerrillero falconiano que entre 1962 y 1967 perteneció al movimiento subversivo venezolano de los años 60. Fue básicamente producto del seminario sobre la Lucha Armada en Venezuela dictado por el Prof. Isaac López, que tras varias reconsideraciones teóricas terminó publicándose bajo el título de “José Manuel “Chema” Saher: un acercamiento al Imaginario Político de la Lucha Armada en Venezuela”. En el estudio se intenta aportar una visión crítica acerca del manejo que se dio –y se sigue dando- a la figura de este personaje, así como rastrear la construcción de las representaciones e imaginarios en torno a la mitificación del héroe, sobre todo tomando en cuenta que se trataba del  hijo de uno de los miembros más emblemáticos del partido Acción Democrática y Gobernador del Estado Falcón en aquella época, Don Pablo Saher. Es un trabajo sobre el que me siento bastante satisfecho.

En realidad, por cuestiones de indisciplina, soy poco dado a seguir ritos precisos, pero sí poseo la manía de ingerir mucho café mientras escribo, ya sea de historia, o de cualquier otra cosa; y si el café se acompaña con pan o arepas de trigo mejor aún, es lo que los andinos –no sé si en otras partes del país también- llamamos el puntal.

8. ¿Qué tiempo diario o semanal le dedica a la historia? ¿Qué está leyendo en este momento?

Siempre que puedo. En un país donde reina la incertidumbre, el tiempo –que ya es relativo- se presenta azaroso. La mayor parte del tiempo del día hay que dedicarlo a la supervivencia elemental y el resto es tiempo robado que se invierte al estudio, la lectura y la escritura; esto ha limitado dramáticamente mi producción científica en los últimos tres o cuatros años (imagino que es la situación de muchos). Procuro llevar conmigo siempre algún libro que esté trabajando, nunca se sabe si en la cola del efectivo o en la del pan nace una buena línea de investigación. A esto hay que sumarle que dependo en buena medida de la lectura de versiones electrónicas y la fluidez del servicio eléctrico comporta una seria dificultad al respecto. De allí se desprende que mis lecturas en este momento sean muy dispersas y desordenadas, simultáneamente estoy leyendo Historia de los Venezolanos en el siglo XX de Manuel Caballero, El desarrollo de la noción de tiempo en el niño de Jean Piaget, Historia de la Geografía de Venezuela siglos XV-XX de Pedro Cunill Grau y releyendo Historias de Cronopios y de Famas de Julio Cortázar, la literatura –especialmente cuando se trata de García Márquez o Cortázar- me ayuda a darle fluidez al discurso histórico y me permite recordar que la historia  no debe abandonar su esencia narrativa. 

 9. Además de la Historia, ¿tiene otros gustos, placeres o vicios?

Si me permite, responderé con Joaquín Sabina:
“Ni ángel con alas negras
Ni profeta del vicio (…)
Ni escondo la pasión
Ni la perfumo
Ni he quemado mis naves
Ni sé pedir perdón (…)
Lo niego todo…”                      

10. ¿Cómo es su relación con las redes sociales e internet en general? ¿En qué puede ayudar el internet a la historiografía? (si tiene twitter nos gustaría conocerlo y divulgarlo si le parece).

Sin internet buena parte de mi trabajo como docente o historiador no sería posible, me permite acceder a biblio-hemerografía y fuentes documentales con escasa inversión de tiempo, y me posibilita el privilegio de estar al día con lo que se produce en materia historiográfica en otras partes ahora mismo. Además, es un hecho que sin esa herramienta tan poderosa, toda la producción científica venezolana hubiese terminado de desaparecer hace años ante las dificultades y costos de impresión en físico. Pero también puede que esa maravilla propicie tal inundación de información y recursos que a estas generaciones, como la mía, les sea difícil concretar y concentrar la mirada en una sola cosa por el tiempo suficiente como para hallar lo sustancial. Es uno de los riesgos de vivir la modernidad líquida de la que nos advirtió Zygmunt Bauman. Las redes sociales son otra maravilla del siglo, un microclima social digno de estudio; me resulta una buena opción de interacción cultural y académica. Pero debemos preguntarnos sobre los espacios sociales que hemos abandonado al recluirnos en la pantalla y el monitor. En este momento tan nefasto, por ejemplo, ¿dónde está la clase política e intelectual del país (si es que existe)? En las redes sociales, plataforma desde donde atacar al poder siempre es más “chévere”.   
Por supuesto. Mi twiter es: @NestorRoxas4

11. ¿Cómo sobrevive (en lo económico, en lo profesional y en lo espiritual) siendo historiador? ¿Se puede ser historiador en Venezuela?

De hecho, se es historiador en este país, el problema es a qué costo y con cuánta dignidad. Soy historiador en Venezuela, y en lo económico no es precisamente la profesión que me ha brindado la posibilidad de sobrevivir; la docencia por otro lado me proporciona una remuneración con la cual puedo sobrellevar a medias los requerimientos básicos de la subsistencia, de tal modo que debo complementar mi profesión de historiador con la vocación docente. Resulta cada vez más cuesta arriba, pero es también un asunto de elecciones: sigo eligiendo ser historiador y sigo eligiendo hacerlo en Venezuela, y eso es tal vez una apuesta a lo incierto, no sé sí el porvenir me lo recompensará o me pasará factura. Pese a las serias limitaciones económicas, en lo espiritual experimento la serenidad que propia de aquellos que hacen lo que aman, me desempeño en actividades para las que llevo años formándome y en las que encuentro la grata sensación de estar realizando la vocación que intuía hace unos veinte años atrás. Otro elemento crucial al respecto es mi familia, son el soporte espiritual que me mantiene a flote en medio de esta tribulación, ver crecer a Sara (mi hija) es el impulso más fuerte que me empuja a sobrevivir.  

(Mañana finaliza)

viernes, octubre 05, 2018

Breve entrevista al novel historiador venezolano (24): Néstor Rojas López (I)





2. Breve resumen (datos precisos porque luego se ampliarán estos temas) de su vida como historiador: (ciudad de nacimiento, año), ciudad donde vive actualmente, donde hizo el pregrado y postgrado, ¿docencia?, investigación, ponencias, publicaciones EN GENERAL.

Nací en la ciudad de Mérida en 1987, mi actual lugar de residencia. Egresé en 2011 de la Escuela de Historia de la Universidad de los Andes y en este momento me encuentro adelantando estudios de posgrado en la Maestría en Historia de Venezuela de esta misma casa de estudios. Al mismo tiempo soy  tesista del  Programa de Profesionalización Docente (PPD-ULA) para optar al título de Licenciado en Educación mención Ciencias Sociales, y participante del programa de generación de relevo PLAN-II por el área de Geografía Histórica en la Facultad de Humanidades y Educación (ULA). Investigador Nivel A (2015) del Programa de Promoción al Investigador (CDCHTA-ULA) y autor de publicaciones enmarcadas en líneas de investigación sobre problemas socio-históricos del siglo XVII y siglo XX. Actualmente me desempeño como docente de Educación Media General en el área de Geografía, Historia y Ciudadanía.

3. ¿Cuándo y cómo nació su vocación como historiador?

Ciertamente, en mi caso constituye una vocación. Me nació en algún momento de mi temprana adolescencia en el permanente contacto familiar, sobretodo a través de mi padre, con los temas de índole política que fermentaban la vida del país a finales del siglo pasado. Este vínculo, y mi consecuente interés en darle sentido a toda aquella información a través de la lectura, fueron generando en mí un creciente acercamiento a la noción de tiempo histórico, a la formulación de una conciencia histórica individual y colectiva, y a la proyección de esta sobre la base de una percepción política de destino colectivo; percibía vagamente que algo andaba muy mal con nuestra sociedad y que posiblemente muchas de las respuestas las podía encontrar en la historia: aprendía pues, a pensar históricamente. Aunque en aquel momento no lo concebía con precisión vocacional, intuía que mi destino profesional podía estar ligado a alguna carrera de corte humanístico, pero contradictoriamente, al mismo tiempo tenía serias intenciones de dedicarme a la vida militar, ambición que afortunadamente se vio truncada a tiempo.
  
4. ¿Qué lectura, persona, película-serie o viaje fortaleció dicha vocación? ¿Fue “discípulo” de algún historiador? ¿Cuál es su historiador preferido y por qué? ¿Qué libro de Historia recomienda y por qué?

Las lecturas sobre las cuales se cimentó tempranamente mi acercamiento a la historia fueron los documentos de Simón Bolívar, me resultaba atractiva la elegante retórica de su discurso aunado a lo admirable de su biografía; posteriormente, pasar por la Escuela de Historia implicó un proceso de maduración de esas lecturas, fundamentalmente hacia la desmitificación de eso que suelen llamar el “pensamiento bolivariano”; sigo leyendo a Bolívar, siempre vale la pena hacerlo, además forma parte de mi trabajo en el ámbito de la docencia a través de la cual intento enseñar desde la duda y el pensamiento crítico; es preciso leer y releernos críticamente como sociedad en el mito fundacional bolivariano, que ya no es ni siquiera aquella incólume esfinge de bronce de nuestra religión civil, sino una triste figurilla de cartón, el adjetivo de nuestro actual fracaso colectivo.  

Por otro lado, nunca he tenido vocación de discípulo, sobre todo porque, afortunadamente, los profesores con los que ha estado vinculado mi trabajo académico han tenido el pudor de no caer en la falsa pretensión de ser maestros, y eso, en un ambiente como el de la academia donde muchos pugnan por ser “maestros”, es admirable. Sin embargo, reconozco en el historiador falconiano Isaac López, profesor de la Escuela de Historia de la ULA, prolífico escritor y extraordinario amigo, haber sido la persona que afianzó mi vocación por esta profesión: a la altura del cuarto semestre, sus clases fueron verdaderas terapias de choque a través de las cuales nos veíamos obligados a cuestionar ideas y planteamientos que dábamos por sentados y a mirarnos en el espejo de un oficio de apostolado que requiere cada vez más seriedad, rigurosidad, compromiso y honestidad.

No podría decir que tengo un historiador preferido, sino muchos, pero si me dan a elegir posiblemente me quedo con Laureano Vallenilla Lanz: la teoría de la historia que postula el trabajo de este historiador venezolano –opacada muchas veces de forma anacrónica por nuestra percepción contemporánea de su opción política- representa una de las apuestas más interesantes de su época a la lectura sociológica de nuestra historia y pese a todas las críticas que podamos hacerle en el plano epistemológico al  positivismo, su obra sigue impregnada de una enorme actualidad; Cesarismo Democrático es una lectura que bien vale recomendar por estos días. 
  
 5. ¿Cuáles son sus líneas de investigación y por qué? ¿Cuál escuela historiográfica sigue y por qué? ¿En qué proyectos sobre historia está ahora?

 Desde hace al menos ocho años he venido consolidando mi trabajo en el campo de la historia dentro de la línea de investigación de la Historia Colonial, específicamente en lo tocante a la institución de la Encomienda y las Visitas que la Audiencia de Santa Fe envió a Mérida durante los siglos XVI y XVII. Desde mi óptica de andino y de historiador, creo que esta etapa de conformación y  consolidación de la sociedad colonial merideña puede encerrar muchas de las claves que definen nuestra fisonomía cultural en el amplio sentido del término; además, el Auto de Visita, que representa la fuente documental por excelencia de mi línea de investigación, es una veta prácticamente inexplorada de información histórica y etnográfica que va más allá del simple encargo institucional y se adentra en los aspectos más recónditos de la sociedad y la cultura colonial.

Hoy es difícil adscribirse tajantemente a una escuela historiográfica, puesto que las fronteras que hasta hace veinte o treinta años resguardaban celosamente parcelas de investigación, se desdibujan ante la tendencia cada vez mayor hacia la interdisciplinariedad; en ese sentido, sin caer en un radical eclecticismo, trato de apoyar teórica y metodológicamente mi trabajo en el marco de bandas flexibles que me permitan echar mano de herramientas conceptuales con las cuales pueda dar cuenta, lo más ampliamente posible, de la línea temática que me propongo estudiar; en ese sentido, una de las tendencias que hasta el momento me ha brindado esa posibilidad es la Historia Cultural, por la mirada de amplio espectro que me permite darle a distintas realidades dentro de un mismo contexto.

En torno a esa línea de investigación, adelanto ahora mismo un proyecto de investigación sobre las prácticas y representaciones sociales del espacio geográfico en la Mérida de los siglos XVI y XVII a partir del estudio de la Visita, trabajo que llevo a cabo bajo la tutoría de dos excelentes historiadores como lo son el Prof. Claudio Briceño y la Prof. Yuleida Artigas  dentro del marco de lo que proyecto como mi tesis de maestría y el Plan de Formación de Generación de Relevo al cual estoy adscrito. Por otra parte, como historiador-docente, también incursiono, desde hace escasamente tres años, en el campo investigativo de la Didáctica de la Historia, bajo la asesoría tutorial de, otro excelente historiador, el Prof. Rafael Cuevas,  puntualmente en los aspectos cognitivos involucrados en el aprendizaje de la historia y las habilidades intelectuales requeridas para ello.

(Continúa mañana).