sábado, octubre 06, 2018

Breve entrevista al novel historiador venezolano (24): Néstor Rojas López (II)


(Segunda parte)

6. En torno a los debates historiográficos y/o históricos: ¿Cuáles han atrapado su atención y/o cuáles ha estudiado?¿Cuál es su posición ante ellos?

Por la adscripción temática de mi línea de investigación, siempre me ha interesado el debate histórico-historiográfico de la leyenda negra del periodo colonial hispanoamericano, esa que la historiografía patria y romántica se encargó de construir para justificar la hazaña fundacional de la emancipación. Al respecto los historiadores positivistas venezolanos y subsecuentemente el neopositivismo revisionista dieron un giro importante al ser los primeros en reivindicar críticamente del periodo colonial como parte íntegra de nuestra cultura. La leyenda negra sabemos constituye una percepción maniquea y limitada de nuestro pasado que, si bien en el debate académico del campo historiográfico puede que haya quedado zanjada, sigue siendo la versión oficial con la cual se enseña historia a nuestros niños y jóvenes en las aulas de clases; algunas veces por el lineamiento oficial del Estado-Docente en esta materia, pero en su generalidad por el influjo de una práctica excesivamente artesanal de la enseñanza de la historia ajustada a una memoria colectiva totalmente distorsionada por la Historia Oficial. A pesar de que muchos laboran –laboramos- allí, el aula de clases –en educación básica y media- sigue siendo territorio perdido para el historiador profesional venezolano, porque no hemos sabido asirnos a las herramientas didácticas que nos permitan acercar a los niños y jóvenes a los grandes avances historiográficos de nuestras universidades y centros de investigación. En pleno siglo XXI, la conciencia histórica del venezolano sigue anclada al siglo XIX, eso convierte a la Historia Oficial en un paradigma penosamente dominante, y ese es el debate –entre otros- que deberíamos estar dando en este momento los historiadores venezolanos, partiendo de la pregunta: ¿para qué y para quién escribimos historia?.

 7. ¿Cuál fue su primer escrito como historiador o cuál fue el que más le gustó? ¿Cuáles son sus ritos cuando se dedica a escribir sobre historia?

Uno de los primeros trabajos que escribí fue sobre José Manuel “Chema” Saher, el joven guerrillero falconiano que entre 1962 y 1967 perteneció al movimiento subversivo venezolano de los años 60. Fue básicamente producto del seminario sobre la Lucha Armada en Venezuela dictado por el Prof. Isaac López, que tras varias reconsideraciones teóricas terminó publicándose bajo el título de “José Manuel “Chema” Saher: un acercamiento al Imaginario Político de la Lucha Armada en Venezuela”. En el estudio se intenta aportar una visión crítica acerca del manejo que se dio –y se sigue dando- a la figura de este personaje, así como rastrear la construcción de las representaciones e imaginarios en torno a la mitificación del héroe, sobre todo tomando en cuenta que se trataba del  hijo de uno de los miembros más emblemáticos del partido Acción Democrática y Gobernador del Estado Falcón en aquella época, Don Pablo Saher. Es un trabajo sobre el que me siento bastante satisfecho.

En realidad, por cuestiones de indisciplina, soy poco dado a seguir ritos precisos, pero sí poseo la manía de ingerir mucho café mientras escribo, ya sea de historia, o de cualquier otra cosa; y si el café se acompaña con pan o arepas de trigo mejor aún, es lo que los andinos –no sé si en otras partes del país también- llamamos el puntal.

8. ¿Qué tiempo diario o semanal le dedica a la historia? ¿Qué está leyendo en este momento?

Siempre que puedo. En un país donde reina la incertidumbre, el tiempo –que ya es relativo- se presenta azaroso. La mayor parte del tiempo del día hay que dedicarlo a la supervivencia elemental y el resto es tiempo robado que se invierte al estudio, la lectura y la escritura; esto ha limitado dramáticamente mi producción científica en los últimos tres o cuatros años (imagino que es la situación de muchos). Procuro llevar conmigo siempre algún libro que esté trabajando, nunca se sabe si en la cola del efectivo o en la del pan nace una buena línea de investigación. A esto hay que sumarle que dependo en buena medida de la lectura de versiones electrónicas y la fluidez del servicio eléctrico comporta una seria dificultad al respecto. De allí se desprende que mis lecturas en este momento sean muy dispersas y desordenadas, simultáneamente estoy leyendo Historia de los Venezolanos en el siglo XX de Manuel Caballero, El desarrollo de la noción de tiempo en el niño de Jean Piaget, Historia de la Geografía de Venezuela siglos XV-XX de Pedro Cunill Grau y releyendo Historias de Cronopios y de Famas de Julio Cortázar, la literatura –especialmente cuando se trata de García Márquez o Cortázar- me ayuda a darle fluidez al discurso histórico y me permite recordar que la historia  no debe abandonar su esencia narrativa. 

 9. Además de la Historia, ¿tiene otros gustos, placeres o vicios?

Si me permite, responderé con Joaquín Sabina:
“Ni ángel con alas negras
Ni profeta del vicio (…)
Ni escondo la pasión
Ni la perfumo
Ni he quemado mis naves
Ni sé pedir perdón (…)
Lo niego todo…”                      

10. ¿Cómo es su relación con las redes sociales e internet en general? ¿En qué puede ayudar el internet a la historiografía? (si tiene twitter nos gustaría conocerlo y divulgarlo si le parece).

Sin internet buena parte de mi trabajo como docente o historiador no sería posible, me permite acceder a biblio-hemerografía y fuentes documentales con escasa inversión de tiempo, y me posibilita el privilegio de estar al día con lo que se produce en materia historiográfica en otras partes ahora mismo. Además, es un hecho que sin esa herramienta tan poderosa, toda la producción científica venezolana hubiese terminado de desaparecer hace años ante las dificultades y costos de impresión en físico. Pero también puede que esa maravilla propicie tal inundación de información y recursos que a estas generaciones, como la mía, les sea difícil concretar y concentrar la mirada en una sola cosa por el tiempo suficiente como para hallar lo sustancial. Es uno de los riesgos de vivir la modernidad líquida de la que nos advirtió Zygmunt Bauman. Las redes sociales son otra maravilla del siglo, un microclima social digno de estudio; me resulta una buena opción de interacción cultural y académica. Pero debemos preguntarnos sobre los espacios sociales que hemos abandonado al recluirnos en la pantalla y el monitor. En este momento tan nefasto, por ejemplo, ¿dónde está la clase política e intelectual del país (si es que existe)? En las redes sociales, plataforma desde donde atacar al poder siempre es más “chévere”.   
Por supuesto. Mi twiter es: @NestorRoxas4

11. ¿Cómo sobrevive (en lo económico, en lo profesional y en lo espiritual) siendo historiador? ¿Se puede ser historiador en Venezuela?

De hecho, se es historiador en este país, el problema es a qué costo y con cuánta dignidad. Soy historiador en Venezuela, y en lo económico no es precisamente la profesión que me ha brindado la posibilidad de sobrevivir; la docencia por otro lado me proporciona una remuneración con la cual puedo sobrellevar a medias los requerimientos básicos de la subsistencia, de tal modo que debo complementar mi profesión de historiador con la vocación docente. Resulta cada vez más cuesta arriba, pero es también un asunto de elecciones: sigo eligiendo ser historiador y sigo eligiendo hacerlo en Venezuela, y eso es tal vez una apuesta a lo incierto, no sé sí el porvenir me lo recompensará o me pasará factura. Pese a las serias limitaciones económicas, en lo espiritual experimento la serenidad que propia de aquellos que hacen lo que aman, me desempeño en actividades para las que llevo años formándome y en las que encuentro la grata sensación de estar realizando la vocación que intuía hace unos veinte años atrás. Otro elemento crucial al respecto es mi familia, son el soporte espiritual que me mantiene a flote en medio de esta tribulación, ver crecer a Sara (mi hija) es el impulso más fuerte que me empuja a sobrevivir.  

(Mañana finaliza)

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