martes, septiembre 02, 2014

Hace 75 años el polaco-venezolano Richard Gluski vivió el comienzo de la Segunda Guerra Mundial (I)

El historiador Carlos Alarico Gómez nos ha permitido transcribir en nuestro blog su artículo sobre el piloto de la RAF: Richard Gluzki, el cual nos dijo "está basado en sus memorias, documento que está en mi poder y que me sirvió para escribir mi libro EL ÚLTIMO LANCERO (2002). Gluski era de origen polaco. Después de la derrota de su país en septiembre de 1939 huyó a la Gran Bretaña y se incorporó a la Royal Air Force para luego enfrentarse a los nazis como piloto de caza-bombardero". 

Lo iremos publicando en varias secciones diarias. Desde acá le damos las gracias al autor.

Profeballa 

UN VENEZOLANO EN LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL


Por Carlos Alarico Gómez

Ricardo Gluski se despertó sobresaltado la madrugada del primero de septiembre de 1939. Un ruido atronador, cuya naturaleza no pudo precisar al principio, había interrumpido su descanso en forma abrupta. Miró el reloj y comprobó que eran las 4 y 45 minutos de la madrugada. Se levantó y corrió hacia la ventana desde donde vio a los stukas de la Lutwaffe que volaban muy bajo lanzando su carga mortífera sobre los aviones que se encontraban en la pista, destruyéndolos totalmente, al igual que varias de las edificaciones del Regimiento de Lanceros donde estaba asignado como teniente de la Caballería Polaca. Los cazas llegaron detrás de los bombarderos, ametrallando  con precisión al personal de guardia y dejando tras de sí una larga estela de cadáveres y escombros. 

La Segunda Guerra Mundial acababa de comenzar, aunque el teniente Gluski no lo percibiera así en ese momento. Un día después fue llamado por el general Zygmunt Podhoreski, comandante del Regimiento, quien le dio instrucciones de pasar la frontera alemana a través de Prusia oriental con el fin de efectuar un reconocimiento de las posiciones enemigas. Luego del saludo militar y de los necesarios consejos para un oficial bisoño le expresó: 

-Teniente, acaba de ser escogido para una misión muy arriesgada. Confiamos en usted para lograr la información que necesitamos. 

Gluski lo entendió y seleccionó a los hombres de más experiencia para que lo acompañaran, encaminándose hacia Gruningen, listo para entrar en acción ante el menor peligro. Era una noche de luna llena que facilitaba el acceso por el sendero que atravesaban, pero esmeró sus precauciones avanzando con mucha cautela para evitar que los alemanes los pudieran observar. Hacia las once de la noche alcanzó un campo de cultivo de papa, que conducía directamente hacia su meta y observó a un grupo de soldados enemigos acostados sobre el piso, totalmente uniformados y con sus armas al alcance de sus manos. No tuvo tiempo de ocultarse. El oficial de guardia se dio cuenta de su presencia y procedió a dar la voz de alerta lo que hizo que sus hombres se incorporaran con toda rapidez para entrar en combate. Gluski actuó entonces con gran rapidez y les lanzó una granada que causó una tremenda explosión, seguida de los gritos de dolor de los heridos. La situación era altamente complicada. No era posible llevar prisioneros y, por otra parte, en cualquier momento podían llegar refuerzos. Por lo tanto, dio la orden de retirarse de inmediato hacia el lugar donde estaban los caballos y mientras corrían las balas silbaban a su alrededor, hiriendo a uno de los soldados que lo acompañaba, pero a pesar de todo Gluski logró que la patrulla regresara a salvo. 

Su comandante lo felicitó cuando escuchó el reporte que le presentó sobre las posiciones alemanas y le dijo que era de gran trascendencia para el Alto Mando Militar Polaco, ya que se pudo confirmar que las tropas enemigas habían ocupado la frontera prusiana. El resto del mes de septiembre Gluski y sus hombres combatieron valientemente contra las tropas del general alemán Hans Guderian, pero nada pudieron hacer contra sus bien adiestradas panzerdivisionen y la estrategia del blitzkrieg, a la que no estaban acostumbrados los polacos. La derrota fue total y el gobierno salió al exilio, por cuya razón Gluski tuvo que abandonar el país por la frontera de Lituania donde. buscó el modo de llegar hasta Francia huyendo a través de los países bálticos y del antiguo territorio de los vikingos. 


 FUENTE:

Gluski, Richard (1948). MEMORIAS. Caracas: Documento publicado en la obra EL ÚLTIMO LANCERO, original de Carlos Alarico Gómez (2002). Edic. La Galaxia.
 



(Continuará mañana)
 

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