El historiador Carlos Alarico Gómez nos ha permitido transcribir en nuestro blog su artículo sobre el piloto de la RAF: Richard Gluzki, el cual nos dijo "está basado en sus memorias, documento que está en mi poder y que me sirvió para
escribir mi libro EL ÚLTIMO LANCERO (2002). Gluski era de origen polaco.
Después de la derrota de su país en septiembre de 1939 huyó a la Gran Bretaña y
se incorporó a la Royal Air Force para luego enfrentarse a los nazis como
piloto de caza-bombardero".
Lo iremos publicando en varias secciones diarias. Desde acá le damos las gracias al autor.
Profeballa
UN VENEZOLANO EN LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL
Por Carlos Alarico Gómez
Ricardo Gluski se despertó
sobresaltado la madrugada del primero de septiembre de 1939. Un ruido
atronador, cuya naturaleza no pudo precisar al principio, había interrumpido su
descanso en forma abrupta. Miró el reloj y comprobó que eran las 4 y 45 minutos
de la madrugada. Se levantó y corrió hacia la ventana desde donde vio a los stukas
de la Lutwaffe que volaban muy bajo lanzando su carga mortífera sobre los
aviones que se encontraban en la pista, destruyéndolos totalmente, al igual que
varias de las edificaciones del Regimiento de Lanceros donde estaba asignado
como teniente de la Caballería Polaca. Los cazas llegaron detrás de los
bombarderos, ametrallando con precisión
al personal de guardia y dejando tras de sí una larga estela de cadáveres y
escombros.
La Segunda Guerra Mundial acababa de
comenzar, aunque el teniente Gluski no lo percibiera así en ese momento. Un día
después fue llamado por el general Zygmunt Podhoreski, comandante del
Regimiento, quien le dio instrucciones de pasar la frontera alemana a través de
Prusia oriental con el fin de efectuar un reconocimiento de las posiciones
enemigas. Luego del saludo militar y de los necesarios consejos para un oficial
bisoño le expresó:
-Teniente, acaba de ser escogido para una
misión muy arriesgada. Confiamos en usted para lograr la información que
necesitamos.
Gluski lo entendió y seleccionó a los
hombres de más experiencia para que lo acompañaran, encaminándose hacia
Gruningen, listo para entrar en acción ante el menor peligro. Era una noche de
luna llena que facilitaba el acceso por el sendero que atravesaban, pero esmeró
sus precauciones avanzando con mucha cautela para evitar que los alemanes los
pudieran observar. Hacia las once de la noche alcanzó un campo de cultivo de
papa, que conducía directamente hacia su meta y observó a un grupo de soldados
enemigos acostados sobre el piso, totalmente uniformados y con sus armas al
alcance de sus manos. No tuvo tiempo de ocultarse. El oficial de guardia se dio
cuenta de su presencia y procedió a dar la voz de alerta lo que hizo que sus
hombres se incorporaran con toda rapidez para entrar en combate. Gluski actuó
entonces con gran rapidez y les lanzó una granada que causó una tremenda
explosión, seguida de los gritos de dolor de los heridos. La situación era
altamente complicada. No era posible llevar prisioneros y, por otra parte, en
cualquier momento podían llegar refuerzos. Por lo tanto, dio la orden de
retirarse de inmediato hacia el lugar donde estaban los caballos y mientras
corrían las balas silbaban a su alrededor, hiriendo a uno de los soldados que
lo acompañaba, pero a pesar de todo Gluski logró que la patrulla regresara a
salvo.
Su comandante lo felicitó cuando escuchó el
reporte que le presentó sobre las posiciones alemanas y le dijo que era de gran
trascendencia para el Alto Mando Militar Polaco, ya que se pudo confirmar que
las tropas enemigas habían ocupado la frontera prusiana. El resto del mes de
septiembre Gluski y sus hombres combatieron valientemente contra las tropas del
general alemán Hans Guderian, pero nada pudieron hacer contra sus bien
adiestradas panzerdivisionen y la estrategia del blitzkrieg, a la que no
estaban acostumbrados los polacos. La derrota fue total y el gobierno salió al
exilio, por cuya razón Gluski tuvo que abandonar el país por la frontera de
Lituania donde. buscó el modo de llegar hasta Francia huyendo a través de los
países bálticos y del antiguo territorio de los vikingos.
FUENTE:
Gluski, Richard (1948).
MEMORIAS. Caracas: Documento publicado en la obra EL ÚLTIMO LANCERO, original
de Carlos Alarico Gómez (2002). Edic. La Galaxia.
(Continuará mañana)
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