Artículos de opinión de los historiadores
Les dejo acá el artículo semanal del historiador Elías Pino Iturrieta que publica todos los sábados en El Universal .
Los partidos políticos ahora
La unidad sólo existe de la boca para afuera y cada partido tiene ideas infranqueables
El espectáculo de la Mesa de la Unidad es reconfortante, pero apenas relativamente prometedor. Basta ver la congregación de los partidos políticos alrededor del propósito común de enfrentarse al chavismo, para entender cómo la dirigencia ha asumido la obligación de un proyecto compartido para hacer que el país camine otra vez el sendero de la democracia. Cuando toma el micrófono uno de los líderes, acompañado por sus pares de las otras organizaciones, da la impresión del retorno de un espíritu como el de 1958 y puede uno sentir la proximidad de luchas destinadas al triunfo. Quien siempre ha creído en la necesidad y en la utilidad de los partidos políticos no puede sino felicitarse por el esfuerzo que hacen en los últimos días para mostrarse como una congregación compacta alrededor de las pulsiones de la sociedad democrática, para ofrecer una sola opinión que va más allá de lo que cada bandería pueda entender desde su interés particular. Sin embargo, después de cada presentación de quienes se anuncian como miembros de una única cruzada no deja de reinar la sensación de un espectáculo superficial, de la permanencia de un archipiélago que no termina por conectarse con las necesidades más evidentes de la ciudadanía ante las arremetidas del régimen.
La unidad sólo existe de la boca para afuera y cada partido tiene ideas infranqueables
El espectáculo de la Mesa de la Unidad es reconfortante, pero apenas relativamente prometedor. Basta ver la congregación de los partidos políticos alrededor del propósito común de enfrentarse al chavismo, para entender cómo la dirigencia ha asumido la obligación de un proyecto compartido para hacer que el país camine otra vez el sendero de la democracia. Cuando toma el micrófono uno de los líderes, acompañado por sus pares de las otras organizaciones, da la impresión del retorno de un espíritu como el de 1958 y puede uno sentir la proximidad de luchas destinadas al triunfo. Quien siempre ha creído en la necesidad y en la utilidad de los partidos políticos no puede sino felicitarse por el esfuerzo que hacen en los últimos días para mostrarse como una congregación compacta alrededor de las pulsiones de la sociedad democrática, para ofrecer una sola opinión que va más allá de lo que cada bandería pueda entender desde su interés particular. Sin embargo, después de cada presentación de quienes se anuncian como miembros de una única cruzada no deja de reinar la sensación de un espectáculo superficial, de la permanencia de un archipiélago que no termina por conectarse con las necesidades más evidentes de la ciudadanía ante las arremetidas del régimen.
Este tal vez sea el reproche que más destaque sobre el intento de unificación partidista. No parece que sus planes compartieran de veras el agobio de una sociedad cada vez más harta del Gobierno y cada vez menos dispuesta a soportarlo. No se ven realmente conectados con la molestia cada vez más creciente de quienes pueden ser sus electores en el futuro. No acompañan con el énfasis necesario las reacciones de indignación y náusea que brotan de todos los rincones. De pronto aparecen en medio de la marejada popular, o apenas en la retaguardia, sin una conducta capaz de relacionarlos con lo que se hace desde la rutina de los hombres comunes para detener al oficialismo. Ciertamente ya cada quien tiene una idea de lo que debe hacer para pelear contra la "revolución", o para tratar de arreglar los entuertos que surgen a granel en el seno de las comunidades, de manera que no requieren la inspiración de la Mesa de la Unidad para ponerse a trabajar por el bien común. No obstante, necesitan la compañía de unas organizaciones a las cuales se atribuye influencia y coherencia. De otra manera les resultará difícil el fortalecimiento de su vigor. Además, se evitaría así la nueva y contundente desilusión que puede resultar de iniciativas dislocadas. ¿Están cumpliendo ese papel de compañía y asesoría los partidos unificados? Sobre el particular es difícil venir con respuestas positivas y entusiastas.
No se les pide aquí a los partidos políticos un avasallante papel de dirección, como el que asumieron en el pasado dejando más insatisfacciones que memorias halagadoras, sino sólo una presencia más activa a través de la cual, aparte de demostrar real interés por las vicisitudes que agobian a Venezuela, prueben su capacidad de manejar-se frente a grandes desafíos. De esa prueba dependerá la preeminencia a la cual aspiran, sin que nadie les discuta la aspiración, pero que sólo se gana mediante el testimonio de una actividad que apenas se observa ahora con intermitencia. No basta la declaración de buenas intenciones en una rueda de prensa semanal. No bastan las giras esporádicas, ni la presencia fugaz de unos dirigentes que después reducen su trabajo al interior de sus cenáculos. En suma, se trata de sudar la camiseta frente a la muchedumbre para ganar su entusiasmo y para demostrar que no es trivial el paso por la cancha. De lo contrario ningún equipo puede ganar la copa, por más galáctico que parezca.
Encontrar una explicación de tantas renuencias es aventurado, pero pareciera que la unidad sólo existe de la boca para afuera. Pareciera que cada partido tiene ideas infranqueables, metas específicas, necesidades concretas de subsistencia, designios regionales que no se acoplan con lo panorámico, planes y plazos particulares, obligaciones de liderazgo que se respetan como asunto religioso. Es comprensible que los tengan, pero también resulta incomprensible que no los arrojen por la borda ante el fuelle de una tempestad de la cual no se libraran con sus cautelas y prudencias. Las cautelas y las prudencias pueden juzgarse como irresponsabilidad, cuando se viven horas en las cuales lo fundamental es el compromiso sin fisuras. Como el naufragio no les incumbe a ellos solos, sino a toda la sociedad democrática, circulan estas líneas a través de las cuales se propone, partiendo de la base de una unidad llamada a realizaciones de envergadura, una rectificación acorde con los tiempos. eliaspinoitu@hotmail.com
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