Rusia invade Ucrania… y algo más
02 de febrero de 2022 publicado en El Nacional
A 40 grados bajo cero
21 divisiones rusas con 650 tanques invadieron el sureste de Ucrania tomando
relativamente por sorpresa al enemigo, el objetivo estratégico era tomar la vía
férrea que aprovisionaba a la ciudad de Jarkov. Las imágenes que hemos visto
por la televisión en las que Rusia acumula armas y soldados en la frontera con
Ucrania, y el incremento de la tensión entre ambos países en este invierno nos
traslada de algún modo 80 años atrás cuando la Unión Soviética (URSS) en la
misma región atacaba a la Wehrmacht.
Es una situación muy distinta, pero son muchos los analistas y autoridades que
han considerado dicha crisis como el mayor despliegue de ejércitos en Europa
desde la Segunda Guerra Mundial (SGM), y de ocurrir una guerra – Dios no lo quiera
– podría ser el quiebre del status quo
establecido después de 1945. Pero volvamos a los meses de enero y marzo de 1942
cuando Iosif Stalin considera que la victoria que obtuvo en la contraofensiva
de la Batalla de Moscú (7 de diciembre de 1941 al 7 de enero de 1942) es la
mejor prueba de un Ejército alemán debilitado que puede ser destruido, según
sus cálculos, si se logra fragmentarlo y aislarlo de sus líneas de
abastecimiento a lo largo de todo el Frente de 1600 kilómetros (Contraofensiva
rusa del invierno del 41-42, 7 de enero al 7 de mayo de 1942). Su diagnóstico
fue errado y el desgaste y la mortandad es enorme al usar divisiones sin casi
entrenamiento y pocas armas. La guerra en el Este requería tiempo, industria,
tecnología y lo peor: sangre y sacrificio.
En nuestra última
entrega de la serie que titulamos: “¿El ‘general Invierno’ venció al Ejército
de Hitler?”, publicada en la segunda semana de diciembre pasado (y que el
presente artículo forma parte de dicha serie) y en la cual analizamos la
Batalla de Moscú; nos faltó resaltar el impacto (con cifras) que llevaría a la
decisión de Stalin, sin olvidar las que asumiría Adolf Hitler. Los números son
abrumadores, porque para llegar a 30 kilómetros de Moscú el Tercer Reich sufrió
en el Grupo Centro desde octubre la misma cantidad de bajas aproximadamente que
en dicho Grupo de Ejércitos y los otros dos (Norte y Sur) en los que dividieron
la invasión desde el 22 de junio. Por no hablar que también perdió la mitad de
tanques con los que comenzó la conquista de la URSS, y todo ello para terminar
retrocediendo casi hasta donde había comenzado la “Operación Tifón” a
principios de otoño.
En pocas palabras:
fue un fracaso. La ira de Hitler fue grande cuando se retrocedió desobedeciendo
su orden de resistir hasta la muerte, por lo que realizará una gran purga
(retiro o traslado, no fusilamiento al estilo soviético) de su alta oficialidad
en el Este (más de 35 generales y comandantes) empezando por el Comandante en
Jefe de la Wehrmacht: Walther von
Brauchitsch (cargo que asumiría el Führer
desde ese momento). Se movieron 22 divisiones desde el oeste junto a los que
acababan de terminar su entrenamiento, y el 28 de diciembre daría la siguiente
orden: “En la defensa hay que combatir hasta el fin por cada pulgada de
terreno. Solos así será posible infringir al enemigo pérdidas sangrientas,
resquebrajar totalmente su morar y extraer todas las ventajas de la
indestructible superioridad del soldado alemán”. Algunos historiadores afirman
que estas medidas evitaron mayores retrocesos.
Stalin y la Stavka (cuartel general supremo del Alto
Mando) creyeron que era posible repetir el éxito contra el Grupo de Ejército
Centro y lanzaron la contraofensiva en el Norte (general Andrey Vlassov) para
liberar el sitio de Leningrado y en el Sur (mariscal Simeón Timoshenko) para
rescatar el sureste de Ucrania y el puerto cercado de Sebastopol, único reducto
que resistía de la península de Crimea. Pero el Centro que había sido
fuertemente castigado en diciembre también fue atacado aprovechando los
salientes que habían generado al norte de Moscú en Kalinín (general Iván Koniev
y un poco más al norte: A. I. Eremenko) y al sur en Kaluga (general Georgui
Zhukov), en una audaz intento de rodear a los alemanes en torno a Viazma y
Smolensko. Se había olvidado que el triunfo en la Batalla de Moscú fue fruto
del uso de reservas sacadas de todos los rincones y con sacrificios inmensos,
de manera que se estaban arriesgando a un agotamiento y por tanto en sufrir
precisamente lo mismo que padecieron los alemanes: el exceso de confianza
combinado con problemas logísticos.
Las consecuencias de
la contraofensiva fue que varios ejércitos alemanes pudieron ser cercados lo
cual ocurrió muchas veces, pero lograron liberarse e incluso abastecidos por
aire, caso de la ciudad Demiansk (defendida por el general Walter von
Brockdorff-Ahlefeldt), hecho que quedará como mito de las capacidades de la Luftwaffe y que volverá a intentarse
hace en el futuro pero con magnitudes muy distintas por no hablar de los
resultados. Hitler permitió algunas retiradas para evitar el cierre de las
pinzas soviéticas y la Wehrmacht realizó
contragolpes liderizadas por generales como Walter Model y Günther von Klugeen
en el Centro, Kuno-Hans von Both en el Norte y Erich von Manstein y el mariscal
Fedor von Bock en el Sur, por solo citar los más importantes; y todo ello con
temperaturas bajo cero. Al final el desgaste significo pérdidas en muertes,
heridos y armas que en el caso alemán llegó a un cuarto de millón y los rusos
más del doble. Entre marzo y abril una vez más las lluvias de primavera irían
reduciendo los combates a una guerra de trincheras hasta mayo y junio.
La llamada
Contraofensiva rusa del invierno del 41-42;
siguiendo al historiador neozelandés David Stahel, 2019, Retreat from Moscow:
a new history of Germany's winter campaign, 1941-1942 (principal fuente
junto a las otras citadas en esta serie); terminó de confirmar el fracaso de
la “Operación Barbarroja” (22 de junio al 5 de diciembre de 1941), porque a
pesar de sus grandes victorias no logró los objetivos estratégicos necesarios
para obtener la victoria en la SGM: desmantelar el Estado soviético y el
Ejército Rojo, controlar la industria y los recursos de la URSS, que le darían
a su Ejército la superioridad sobre el Imperio Británico y su aliado
estadounidense. A finales de marzo de 1942 aunque la Alemania nazi seguía
teniendo el control de buena parte de la zona europea de la URSS, los rusos
poco a poco incrementaban la producción de armas con la reconstrucción de su
industria desplazada en 1941 más allá de los Urales, conservaban las fuentes de
sus materias primas que la abastecían y contaban con la indispensable ayuda –
cada vez mayor – en comida, tecnología y armas de los Aliados
anglo-estadounidenses. La semana que viene atenderemos el impacto interno en
los Estados Unidos de su entrada a la SGM. El Frente Oriental se retomará en
mayo debido a que los hechos en el Pacífico requieren una mayor atención hasta esa
fecha.
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