miércoles, febrero 23, 2022

La mayor derrota de los británicos. El Imperio del Sol Naciente (VI)

 La mayor derrota de los británicos. El Imperio del Sol Naciente (VI)

23 de febrero de 2022 publicado en El Nacional y Opinión y Noticias. 

En la serie The Forgotten Army - Azaadi ke liye (2020) se reconstruye una escena donde un ejército de japoneses en bicicletas atacan a desprevenidos soldados indios del Imperio inglés que defienden la península Malaya y en otra se ve la imponente celebración nipona de la caída de la mayor fortalece del oriente: Singapur. Tanto vencedores como vencidos le dieron una gran importancia a esta batalla por lo que se filmó la rendición del teniente general Arthur Percival ante el general Tomoyuki Yamashita, y el Imperio del Japón haría una marcha musical y películas propagandísticas en su honor. La producción historiográfica es abundante junto a los documentales, y Singapur (Estado independiente desde la década de los sesenta) ha generado varios films sobre su historia en la Segunda Guerra Mundial (SGM). Una vez más sir Winston Churchill marcó el camino de la escritura de la historia al definir este hecho que ocurrió el 15 de febrero de 1942 como “el peor desastre y la capitulación más grande de la historia británica” y la cual casi le costó el cargo de Primer Ministro.

¿Por qué fue el mayor desastre y cómo fue posible? Ambas respuestas están en la percepción que mantenían tanto decisores como soldados al inicio de la SGM. Los perdedores de la Primera Guerra Mundial y/o los que intentaban construir sus nuevos ámbitos de influencia: Alemania y Japón, abandonaron las formas de entender la guerra que habían determinado las batallas hasta el momento y asumieron ideas novedosas. Mientras los antiguos vencedores se aferraron a las tácticas defensivas y la confianza en su dominio imperial. Una de estas ideas erróneas que mantuvieron los occidentales fue el desconfiar de la capacidad de los japoneses para poner en peligro sus colonias que habían establecido desde los siglos XVIII y XIX en la región. En el caso de Europa será el origen del Blitzkrieg (guerra de movimientos centrada en la capacidad de penetración de los tanques apoyados por la artillería y la aviación) que durante poco más de dos años permitió entre otras causas que el Tercer Reich dominara buena parte del continente. Algo muy parecido harán los nipones en el sureste asiático y el Pacífico pero ¡en tan solo 6 meses! La velocidad e intensidad de la ofensiva forjará el derrotismo en la mentalidad de fuerzas más numerosas. Es por ello que fue el mayor desastre en la historia del Imperio Británico, porque poco más de 120 mil soldados (sumados tanto la campaña de Malasia como la Batalla de Singapur) caerán prisioneros ante ¡un ejército enemigo que era tres veces más pequeño en hombres!

El Reino Unido era la mayor potencia del mundo para la época y se consideraban invencibles, es probable que llegaran a dudar de dicha condición al enfrentarse sus “hermanos” europeos pero de los asiáticos jamás. La isla-fortalece de Singapur se habían construido en el período de entreguerras (1919-39) y estaba imbuida de estas percepciones por lo que toda autoridad al referirse a ella siempre usaba sinónimos como “inexpugnable” e “imposible de invadir”. Las defensas costeras poseían artillería naval que hundirían cualquiera que se atreviera invadirla en caso que superaran el duelo con la primera armada del mundo: la Royal Navy. Por esta mentalidad confiaron en que los japoneses no atravesarían la jungla de mil kilómetros que era la península malaya que con su densa selva y abundantes ríos impedirían que tanques, cañones y soldados llegaran hasta el límite con Singapur que poseía una calzada que los unía pero que era fácilmente inundable. Esta defensa natural estaba en sus manos por lo que no se molestaron en colocar cañones y muros defensivos en dicha costa.

En nuestro artículo de la segunda semana de enero, explicamos cómo se desarrolló la primera parte de esta campaña la cual se inició justo al día siguiente del ataque a Pearl Harbor al igual que en otras islas y regiones del sureste asiático y el Pacífico (para lograr el control de recursos, el petróleo indonesio fundamentalmente, y un perímetro defensivo), y la derrota de la Fuerza Z de la Royal Navy el 10 de diciembre de 1941. El dominio de los mares y los cielos facilitó la tarea del Ejército japonés pero no le quita el mérito de la gran proeza de atravesar en dos meses la jungla combatiendo contra el doble de soldados en más de 80 batallas, introduciendo tanques y bicicletas en las selvas y tomando y/o reparando más de 250 puentes. Para después atacar una fortaleza el 5 de febrero con un millón de habitantes y mayor número de defensores, desembarcando en el lugar menos esperado: no en las playas del Este donde los esperaban sino en los manglares del Oeste. La orden de Churchill al teniente general Percival fue clara:

Espero que sea defendido cada palmo de tierra, que todo elemento útil salte en pedazos antes de caer en manos del enemigo y que la idea de rendición no debe, en ningún momento, cruzarse por la mente, a menos que los combates ya se estén desarrollando entre las ruinas de la ciudad.

Pero antes de comenzar la batalla definitiva que exigía los mayores sacrificios por parte de las tropas de la Commonwealth, ya estaban derrotadas. El espíritu bushido y el liderazgo y audacia del general Yamashita había destruido todas las leyendas en torno a Malasia, Singapur y el prestigio británico. Cuando se sabe la noticia del avance hacia la ciudad comienza la locura de deserciones de los combatientes y la huida de la población. La aviación destruye las fuentes de agua dulce y en general las municiones se acaban. Churchill sigue exigiendo la lucha hasta la muerte pero Percival decide negociar con el enemigo, un enemigo que será inflexible y exige la rendición incondicional la cual fue aceptada. Yamashita es bautizado como el “tigre de Malasia” y en Japón se dan grandes celebraciones. 

Las consecuencias fueron terribles para los Aliados pero también para la población de Singapur que sufriría la cruel represión nipona que se centró especialmente en los chinos de la ciudad (serie de TV en Singapur: A war Diary, 2001). Se aceleró la ofensiva en Java y Timor y las amenazas sobre Australia se hicieron realidad cuando el 19 de febrero de 1942 fue atacada su base naval y aérea más importante (el llamado “Pearl Harbor de Australia”, aunque su costa norte padeció más de 60 ataques aéreos desde esta fecha hasta finales de 1943). 242 aviones de los cuatro más importantes portaviones de la Armada Imperial en la que una vez más la primera oleada fue comanda por el famoso piloto Mitsuo Fuchida. 250 víctimas y más de 35 embarcaciones hundidas o dañadas y más de 20 aviones destruidos.

En Australia la población civil temía una posible invasión y al final dicho temor reforzaría las defensas en Salomón y Nueva Guinea y posteriormente la lucha en Guadalcanal. Y el hecho más conocido por su representación cinematográfica fue el destino de los más de 120 mil prisioneros de guerra que salieron de Singapur a construir el famoso tren de Birmania entre otros campos. La ganadora de siete Óscar: El puente sobre el río Kwai (David Lean, 1957), pero también está el biopic: The Railway Man (Jonathan Teplitzky, 2013) y existe un documental: Siam Burma Death Railway (Kurinji Vendan, Rajsankar, Saravanamoorthy; 2014). Otros documentales que deben ser nombrados son: The Fall of Singapore: The Great Betrayal (Paul Elston, 2014) y Singapore 1942- End of Empire (2012). La otra importante consecuencia es la que representa la serie de la India que citamos al principio y en la que 40 mil soldados de este pueblo se unen a los japoneses para luchar por la independencia de su nación. La semana que viene seguimos en el Frente Oriental y el Pacífico. 

 

miércoles, febrero 16, 2022

Los submarinos alemanes atacan a Venezuela (80 aniversario del ataque al "Monagas")

Los submarinos alemanes atacan a Venezuela


Carlos Balladares Castillo

Publicado El Nacional

La madrugada del 16 de febrero de 1942 un convoy de tanqueros petroleros recorría las aguas venezolanas desde Maracaibo hasta Curazao, tal como hacía desde el inicio de la explotación petrolera y el establecimiento de las refinería en Aruba, Curazao y Trinidad en las décadas de los veinte y treinta y cuyo nombre era “la flota mosquito”. Al pasar frente a la Península de Paraguaná a 30 kilómetros de Punta Macolla fueron atacados por el U-502 del capitán Jürgen von Rosenstiel de la Kriegsmarine (armada del Tercer Reich) el cual logró hundir al Tía Juana, el San Nicolás y el Monagas, siendo este último de bandera venezolana y como en todos los tanqueros había criollos fallecieron en total nueve de ellos. Mientras tanto el U-67, comandado por el capitán Günther Müller-Stöckheim, cañoneaba desde la superficie la refinería de Curazao y el U-156 de Werner Hartenstein la correspondiente de Aruba hundiendo dos más: el Pedernal y el Oranjestad. Un cuarto submarino, el U-161 de Albrecht Achilles, acechaba entre Paria y Trinidad. Esa noche murieron más de 50 tripulantes dando inicio a las 35 incursiones frente a nuestras costas y mar territorial que llevaron a pique o averiaron a 69 buques mercantes desde 1942 a 1944. Se dice que en las profundidades de nuestros mares reposan cuatro U-boots con la esvástica nazi. La Segunda Guerra Mundial (SGM) no fue un conflicto distante o extraño para nuestra nación.

El origen de este ataque está en el inicio de una nueva etapa en la larga Batalla del Atlántico. La misma comenzó con la entrada de los Estados Unidos en la SGM después de Pearl Harbor (7 de diciembre de 1941) y la declaración de guerra de Adolf Hitler cuatro días después. Los submarinos del almirante Karl Doenitz comenzaron lo que llamaban unos nuevos “tiempos felices” (enero de 1942 a febrero de 1943), en el cual logran cifras de hundimiento que podían poner en peligro el esfuerzo de guerra Aliado. La causa respondía a que los mercantes estadounidenses y el comercio en torno al continente americano no escuchó los consejos de seguridad de la Royal Navy (viajar en convoy y apagar las luces de las ciudades portuarias), además de la inexperiencia en combate de la US Navy, por lo que de esta forma fueron fáciles víctimas de las “manadas de lobos”. El almirante Doenitz buscará aprovechar esta situación al máximo y entre sus políticas planea la llamada “Operación Neuland”, que tenía como objetivo el reducir el transporte del petróleo venezolano. El mismo era fundamental debido a que el 64% del combustible de los Aliados en Europa y África del Norte provenía de la refinería de Aruba cuyo único proveedor era Venezuela, y a su vez la de Curazao, también era abastecida por los pozos del Lago de Maracaibo y producía el 80 % de la gasolina usada por la Royal Air Force (Ramón Rivas, 1995, Venezuela, petróleo y la Segunda Guerra Mundial).

Venezuela durante los gobiernos de los generales Eleazar López Contreras (1935-41) e Isaías Medina Angarita (1941-45) mantuvieron la misma política de todo el continente: seguir el liderazgo de los Estados Unidos. Se pasó de la neutralidad a una ruptura de las relaciones con los países del Eje en diciembre de 1941. Pero una vez que fuimos atacados no se declaró la guerra como sí hicieron otras naciones de Iberoamérica (desde diciembre de 1941 a diciembre de 1942: Panamá, Costa Rica, El Salvador, Guatemala, República Dominicana, Brasil, Cuba, México y Colombia), pero se inició la mejora militar de nuestra Armada y la defensa en general, solicitando la ayuda de Estados Unidos e incluso permitiendo la asistencia de su personal militar con artillerías de costa. Bajo la Ley de Préstamo y Arriendo se nos adjudicaron cuatro nuevas patrulleras con detectores acústicos y la mejora de los cañoneros General Urdaneta y General Soublette para tener capacidad antisubmarina. Es importante recordar que esa trágica madrugada el cañonero General Urdaneta comandado por el teniente de navío Wolfgang Larrazabal, no pudo hacer nada ante la amenaza salvo rescatar los que saltaron al mar, ahora iba ser distinto. Otras medidas que se asumieron fue vigilar a la comunidad alemana, en especial a los miembros de la sección en el país del partido nazi hasta que muchos fueron expatriados o enviados a campos de concentración nacionales. Pero ese es un tema que trataremos en su momento.


Nuestras principales fuentes; además de las que hemos venido usando en nuestras entregas sobre la Batalla del Atlántico (David Mason, 1968, Submarinos: la amenaza secreta; etc.) y las obras generales de los historiadores: Antony Beevor, 2002, La Segunda Guerra Mundial y Williamson Murray y Allan R. Millett, 2000, La guerra que había que ganar; fueron las del amigo y mayor conocedor del desarrollo de la Batalla del Atlántico en aguas venezolanas: el Capitán de Navío (retirado) Luis Farage Dangel (compilador), 2010, Venezuela y la Segunda Guerra Mundial y la de mi hermano el biólogo marino Clemente Balladares, 09-I-2020, “La noche de los submarinos nazis en Venezuela”. La semana que viene retomamos la ofensiva japonesa en el Pacífico.

miércoles, febrero 09, 2022

“Who is Pearl Harbor?” El impacto interno en los Estados Unidos del ataque a Pearl Harbor

“Who is Pearl Harbor?”

09 de febrero de 2022 publicado en El Nacional

“¿Quién es Pearl Harbor?”, dice Sally White, el personaje representado por Mia Farrow en la genial película de Woody Allen de 1987: Radio days, cuando escucha la noticia del ataque japonés aquel domingo 7 de diciembre de 1941. Graciosa pero real forma de representar cómo fue recibida por las mayorías la noticia que su país (los Estados Unidos, EEUU) entraba en la Segunda Guerra Mundial (SGM). El “aislacionismo” había extendido la ignorancia e indiferencia ante la crisis que tuvo tan terrible final. Después vendría la indignación al escuchar los detalles por la radio y ver las imágenes en los noticieros del cine. Y el “discurso de la infamia” del Presidente uniría a toda la nación en la meta de vencer al Eje. Documentales y películas han mostrado esta disposición del pueblo: los hombres con edad y capacidad para luchar haciendo largas colas para alistarse e incluso cayendo en depresión o suicidio si no eran reclutados, y muchísimas mujeres asumiendo el trabajo como obreras. Si en lo externo el mundo comenzaría la “americanización”, a lo interno el llamado “melting pot” (comprendido como “crisol de culturas”) junto al “american dream” serían llevados a su máxima expresión, aunque no para 120 mil “nisei” (ciudadanos estadounidenses con ancestros japoneses) ni para los afroamericanos.

Son muchos los historiadores que afirman, en lo referente al tamaño del Ejército de los Estados Unidos, que el mismo se equiparaba con similares a los países de Europa Oriental. En número de soldados, tanques y artillería; se puede decir que sí, pero la U.S. Navy (la Armada) ya era la primera del mundo a la par que la Royal Navy. El problema con dicha flota era que al dividirse en dos océanos resultaba menos numerosa que la Imperial Japonesa en el Pacífico. Pero todo esto comenzaba a cambiar rápidamente ante las amenazas de la guerra, y entre junio y septiembre de 1940 el Congreso aprobó un programa para ser la más numerosa en cada océano (en comparación al Reino Unido y Japón). Y en ese mismo mes de septiembre también se dictó una ley de reclutamiento que se aplicaría a más de 16 millones de ciudadanos. La Ley de Préstamo y Arriendo (explicada en nuestro artículo respectivo cuando se cumplió el 80 aniversario de su firma en marzo del 2021) demoraba la primera meta y para tener totalmente entrenados a los nuevos soldados en sus primeras promociones se tendría que esperar hasta finales del 42. Otro objetivo fue incrementar el tamaño de su Fuerza Aérea con el desarrollo de bombardeos estratégicos como el cuatrimotor Boeing B-17 “Fortaleza volante”, la producción se estableció ¡para casi 300 mil aviones en cuatro años! En todo caso después de Pearl Harbor se aprobaron nuevas leyes que aceleraron el incremento de la producción de armas y el alistamiento de todos los hombres entre 20 y 44 años (posteriormente se exime muchos trabajadores agrícolas del servicio militar). Para la primera mitad de 1942 era un país movilizado.

El gran cambio interno fue el socioeconómico cuando la nación con el mayor PIB del mundo pero cuyos gastos en defensa no pasaban del 2 % del presupuesto anual, estableció por orden ejecutiva el 16 de enero de 1942 la llamada “Junta de Producción de Guerra”. Dicha Junta era la encargada de asignar las prioridades de toda la industria convirtiendo sus objetivos civiles en militares. Se puede decir que el Estado tuvo el control de la economía sin eliminar la propiedad privada, la consecuencia fue que se le dio prioridad a las grandes fábricas que tenían la capacidad de producir armas (las pequeñas cerrarían por no tener acceso a las materias primas). En general el crecimiento se multiplicó por tres, la deuda del Estado Federal por cinco. La consecuencia en la población fue un gran movimiento migratorio que afectó al 15 %. Y las universidades más prestigiosas (MIT, etc.) firmaron contratos con el gobierno para desarrollar tecnología militar.

Los estadounidenses se sentían seguros al estar protegidos por dos océanos y la verdad es que nunca padecieron un ataque importante en sus costas y mucho menos el bombardeo de sus hogares. Pero en esas primeras semanas se vivió cierta histeria en algunos puertos o zonas cercanas al mar. El más famoso fue en Los ángeles durante la noche del 24 al 25 de febrero de 1942 cuando falsas alarmas de ataques aéreos llevó a la respuesta de las defensas, la consecuencia fue que tres personas murieron por accidentes de tránsito y dos por infartos debido al caos y miedo del ruido que generaron las baterías antiaéreas. Este hecho conocido como “La batalla de Los Ángeles” es recreado de manera ficcional en 1979 por Steven Spielberg en su película: 1941, aunque adelantada en los días de diciembre de ese año. Un filme que fue un fracaso para el gran director y la verdad es que bastante mala, pero muestra el ambiente de terror y excesivo patriotismo. Los sucesos sin duda fueron estimulados porque el día anterior un submarino japonés atacó instalaciones petroleras cerca de Santa Bárbara, California pero con daños menores.

El 9 de septiembre de 1942 ocurrió un ataque en los bosques de Oregon, gracias a un avión lanzado desde un submarino japonés que tenía la intención de producir el incendio de los mismos pero no tuvo resultados. Al final el estado de miedo colectivo produjo una de las mayores vergüenzas para este gran país: el encerrar a los descendientes de japoneses que eran auténticamente patriotas en campos de concentración. El cine una vez más fue el que me permitió conocer esta realidad gracias a Karate Kid (John G. Avildsen, 1984) en una escena que no tiene que ver con las artes marciales y que les contaremos cuando en abril le dediquemos un artículo a tal hecho por cumplirse 80 años de la evacuación a dichos campos. La semana que viene trataremos el impacto de la SGM en Iberoamérica, especialmente en nuestro país porque el 16 de febrero de 1942 submarinos del Tercer Reich hundieron al petrolero Monagas lo cual costó la vida de tres venezolanos.

miércoles, febrero 02, 2022

Rusia invade Ucrania… y algo más

Rusia invade Ucrania… y algo más

02 de febrero de 2022 publicado en El Nacional

A 40 grados bajo cero 21 divisiones rusas con 650 tanques invadieron el sureste de Ucrania tomando relativamente por sorpresa al enemigo, el objetivo estratégico era tomar la vía férrea que aprovisionaba a la ciudad de Jarkov. Las imágenes que hemos visto por la televisión en las que Rusia acumula armas y soldados en la frontera con Ucrania, y el incremento de la tensión entre ambos países en este invierno nos traslada de algún modo 80 años atrás cuando la Unión Soviética (URSS) en la misma región atacaba a la Wehrmacht. Es una situación muy distinta, pero son muchos los analistas y autoridades que han considerado dicha crisis como el mayor despliegue de ejércitos en Europa desde la Segunda Guerra Mundial (SGM), y de ocurrir una guerra – Dios no lo quiera – podría ser el quiebre del status quo establecido después de 1945. Pero volvamos a los meses de enero y marzo de 1942 cuando Iosif Stalin considera que la victoria que obtuvo en la contraofensiva de la Batalla de Moscú (7 de diciembre de 1941 al 7 de enero de 1942) es la mejor prueba de un Ejército alemán debilitado que puede ser destruido, según sus cálculos, si se logra fragmentarlo y aislarlo de sus líneas de abastecimiento a lo largo de todo el Frente de 1600 kilómetros (Contraofensiva rusa del invierno del 41-42, 7 de enero al 7 de mayo de 1942). Su diagnóstico fue errado y el desgaste y la mortandad es enorme al usar divisiones sin casi entrenamiento y pocas armas. La guerra en el Este requería tiempo, industria, tecnología y lo peor: sangre y sacrificio.

En nuestra última entrega de la serie que titulamos: “¿El ‘general Invierno’ venció al Ejército de Hitler?”, publicada en la segunda semana de diciembre pasado (y que el presente artículo forma parte de dicha serie) y en la cual analizamos la Batalla de Moscú; nos faltó resaltar el impacto (con cifras) que llevaría a la decisión de Stalin, sin olvidar las que asumiría Adolf Hitler. Los números son abrumadores, porque para llegar a 30 kilómetros de Moscú el Tercer Reich sufrió en el Grupo Centro desde octubre la misma cantidad de bajas aproximadamente que en dicho Grupo de Ejércitos y los otros dos (Norte y Sur) en los que dividieron la invasión desde el 22 de junio. Por no hablar que también perdió la mitad de tanques con los que comenzó la conquista de la URSS, y todo ello para terminar retrocediendo casi hasta donde había comenzado la “Operación Tifón” a principios de otoño.

En pocas palabras: fue un fracaso. La ira de Hitler fue grande cuando se retrocedió desobedeciendo su orden de resistir hasta la muerte, por lo que realizará una gran purga (retiro o traslado, no fusilamiento al estilo soviético) de su alta oficialidad en el Este (más de 35 generales y comandantes) empezando por el Comandante en Jefe de la Wehrmacht: Walther von Brauchitsch (cargo que asumiría el Führer desde ese momento). Se movieron 22 divisiones desde el oeste junto a los que acababan de terminar su entrenamiento, y el 28 de diciembre daría la siguiente orden: “En la defensa hay que combatir hasta el fin por cada pulgada de terreno. Solos así será posible infringir al enemigo pérdidas sangrientas, resquebrajar totalmente su morar y extraer todas las ventajas de la indestructible superioridad del soldado alemán”. Algunos historiadores afirman que estas medidas evitaron mayores retrocesos.

Stalin y la Stavka (cuartel general supremo del Alto Mando) creyeron que era posible repetir el éxito contra el Grupo de Ejército Centro y lanzaron la contraofensiva en el Norte (general Andrey Vlassov) para liberar el sitio de Leningrado y en el Sur (mariscal Simeón Timoshenko) para rescatar el sureste de Ucrania y el puerto cercado de Sebastopol, único reducto que resistía de la península de Crimea. Pero el Centro que había sido fuertemente castigado en diciembre también fue atacado aprovechando los salientes que habían generado al norte de Moscú en Kalinín (general Iván Koniev y un poco más al norte: A. I. Eremenko) y al sur en Kaluga (general Georgui Zhukov), en una audaz intento de rodear a los alemanes en torno a Viazma y Smolensko. Se había olvidado que el triunfo en la Batalla de Moscú fue fruto del uso de reservas sacadas de todos los rincones y con sacrificios inmensos, de manera que se estaban arriesgando a un agotamiento y por tanto en sufrir precisamente lo mismo que padecieron los alemanes: el exceso de confianza combinado con problemas logísticos.

Las consecuencias de la contraofensiva fue que varios ejércitos alemanes pudieron ser cercados lo cual ocurrió muchas veces, pero lograron liberarse e incluso abastecidos por aire, caso de la ciudad Demiansk (defendida por el general Walter von Brockdorff-Ahlefeldt), hecho que quedará como mito de las capacidades de la Luftwaffe y que volverá a intentarse hace en el futuro pero con magnitudes muy distintas por no hablar de los resultados. Hitler permitió algunas retiradas para evitar el cierre de las pinzas soviéticas y la Wehrmacht realizó contragolpes liderizadas por generales como Walter Model y Günther von Klugeen en el Centro, Kuno-Hans von Both en el Norte y Erich von Manstein y el mariscal Fedor von Bock en el Sur, por solo citar los más importantes; y todo ello con temperaturas bajo cero. Al final el desgaste significo pérdidas en muertes, heridos y armas que en el caso alemán llegó a un cuarto de millón y los rusos más del doble. Entre marzo y abril una vez más las lluvias de primavera irían reduciendo los combates a una guerra de trincheras hasta mayo y junio.

La llamada Contraofensiva rusa del invierno del 41-42;  siguiendo al historiador neozelandés David Stahel, 2019, Retreat from Moscow: a new history of Germany's winter campaign, 1941-1942 (principal fuente junto a las otras citadas en esta serie); terminó de confirmar el fracaso de la “Operación Barbarroja” (22 de junio al 5 de diciembre de 1941), porque a pesar de sus grandes victorias no logró los objetivos estratégicos necesarios para obtener la victoria en la SGM: desmantelar el Estado soviético y el Ejército Rojo, controlar la industria y los recursos de la URSS, que le darían a su Ejército la superioridad sobre el Imperio Británico y su aliado estadounidense. A finales de marzo de 1942 aunque la Alemania nazi seguía teniendo el control de buena parte de la zona europea de la URSS, los rusos poco a poco incrementaban la producción de armas con la reconstrucción de su industria desplazada en 1941 más allá de los Urales, conservaban las fuentes de sus materias primas que la abastecían y contaban con la indispensable ayuda – cada vez mayor – en comida, tecnología y armas de los Aliados anglo-estadounidenses. La semana que viene atenderemos el impacto interno en los Estados Unidos de su entrada a la SGM. El Frente Oriental se retomará en mayo debido a que los hechos en el Pacífico requieren una mayor atención hasta esa fecha.