miércoles, julio 29, 2020

No podemos abandonar a nuestra universidad (articulo semanal)

No podemos abandonar a nuestra universidad
El dolor de ver a la UCV derrumbarse - CURADAS ©
Carlos Balladares Castillo

El buen amigo y diputado de la Asamblea Nacional por el partido VENTE: Luis Barragán, tiene mucho tiempo defendiendo las universidades autónomas y en estos días hablamos de esa común preocupación. Conversa que me ha animado a expresar algunas de mis ideas por escrito. Lo primero es que en nuestra condición de ucevistas tanto como egresados en pre y postgrado y actualmente como profesor “de planta”, este tema nos resulta muy triste y nos genera un sentimiento de culpa. Culpa por lo poco que hago y hacemos las mayorías por una institución fundamental de nuestra sociedad democrática. No podemos callar y mucho menos abandonarla a pesar de la cuarentena y del proceso de deterioro sistemático que ha padecido y padece. Mínimo tenemos que alzar nuestra voz, hablarlo con los colegas y la comunidad universitaria y especialmente con nuestros alumnos.
El colapso de un techo de la Universidad Central de Venezuela ...
El miércoles 15 de junio pasado se derrumbó el techo de uno de los pasillos cubiertos de nuestra primera universidad: la Central (UCV), y en las redes sociales miles de venezolanos expresaron su profundo dolor ante el principal símbolo de lo bueno que todavía le queda país. No en vano siempre se recuerda la estrofa de su himno que la define como “la casa que vence la sombra”. La estructura caída es obra del arquitecto Carlos Raúl Villanueva que fue emblema de nuestro anhelo de modernización en el siglo XX y el cual fue declarado por la UNESCO hace 20 años como Patrimonio de la Humanidad. Al contemplar los destrozos es imposible no pensar en que el mismo es expresión de la desidia y maldad del gobierno por asfixiarlas presupuestariamente pero también de las autoridades que no liderizan una solución, y nosotros por no presionar a los anteriores y ser solidarios con nuestra “casa”.

En lo que respecta a la cuarentena por la pandemia del COVID19 no comprendí porque en la UCV se decidió no dictar clases online. Es verdad que una parte de su estudiantado no tiene la capacidad técnica y de conexión (y del profesorado), pero debimos buscar los medios para que se pudieran incorporar de alguna forma ¡y así no paralizar sus estudios! En mi caso pude dar clases online en las universidades privadas para las que trabajo, aunque la conexión era un desastre y mis equipos son viejos (tanto que no puedo usar zoom ni google meet), pero busqué la forma y lo logré. Los alumnos a veces tenían que armarse de paciencia pero nunca dejé de dar una clase. Y varios alumnos (aunque minoría) que no tenían manera de conectarse por diversas razones e incluso se dieron casos de sospecha de infección y por ello tuvieron que aislarse, pero siempre se buscó la forma que no perdieran su semestre ¡y no lo perdieron!

Los sueldos de los profesores en las universidades públicas siguen siendo un escándalo. Ante esta realidad que no tiene otra clasificación distinta a la de ser una profunda injusticia, debemos encontrarle una solución de inmediato. Si el Estado no responde, como mínimo tenemos que apelar a la solidaridad en los casos donde no se paga matrícula. Muchos me acusarán de querer privatizar la educación, pero creo que los estudiantes tienen que aportar según sus capacidades ¡Y sería un aporte totalmente voluntario! En los colegios privados se le dio la vuelta a este problema ¡y son privados! ¿No se podría hacer algo parecido aunque modesto en los montos SOLO EN LOS CASOS de universidades públicas?

No podemos seguir esperando a que nuestras universidades se queden sin profesores como ha estado pasando en los últimos años. Y como esa iniciativa, muchas más que podríamos desarrollar. No es correcto seguir escudando nuestra indiferencia en la falta de presupuesto o la situación de crisis generalizada o porque nos pagan una miseria (yo soy parte de esos que les pagan esos montos con los que es imposible vivir). Sí nos emocionamos con tantas cosas hermosas de la ciudad universitaria y la identidad ucevista (al igual que otras universidades autónomas), muy especialmente cuando vivimos los actos en el Aula Magna bajo las Nubes de Calder, ¡¿por qué entonces somos incapaces de salvar a la Academia de modo que “la sombre no venza”?! ¡Qué esa emoción sea verdadera y auténtica y nos mueva a verdaderas actos heroicos! ¡Este es el momento! 

miércoles, julio 15, 2020

El impacto de la Batalla de Francia (1940)en Venezuela. El 80 aniversario de la Invasión a Francia (y X).


El 80 aniversario de la Invasión a Francia (y X)

Carlos Balladares Castillo

En los primeros días de junio de 1940 pocos venezolanos atendían “la tragedia europea”. La prensa y la radio informaban de las derrotas de los ejércitos Aliados frente al indetenible avance de la maquinaria de guerra alemana, pero como noticias del exterior siempre eran secundarias y muy lejanas para las angustias locales y más importantes de los criollos. En este contexto dos caraqueños dialogan sobre los destinos de Francia y el Mundo, y uno afirma con jactancia: “Mein Fuhrer pronto tomará París, dándole una lección a esos engreídos franchutes; y después los ingleses tendrán que aceptar que Alemania es la nueva potencia o sufrir también la ocupación”. Su amigo, admirador de los “americanos” cuya cultura y economía son ya parte del día a día nacional, le responde con claro disgusto: “Los Estados Unidos no dejarán de apoyar a Inglaterra y tarde o temprano pelearán con toda su fuerza industrial. La ciudad luz puede caer pero Londres resistirá hasta que las democracias triunfen sobre la dictadura nazi”.

La anécdota anterior me la contó en mi niñez una tía abuela cuando yo le preguntaba, fascinado por las películas sobre la Segunda Guerra Mundial que pasaban con mucha frecuencia en la televisión, cómo había vivido esos tiempos. Nunca olvidaré que para mí fue un gran impacto pensar que existiera gente que apoyara a los malos del cine: los nazis. De inmediato le pregunté a mi abuela: ¿Y a quién apoyaban ustedes? “¡A los Aliados por supuesto!”, respondió con una seguridad que me tranquilizó. Y esta era la tendencia general porque no solo nuestra economía dependía fundamentalmente del petróleo que extraían compañías estadounidenses y británico-holandesas, y que consumían los “americanos” como siempre se les dijo; sino que ya todo lo que comprábamos manufacturado e incluso algunos alimentos venía de la potencia del Norte. Por no hablar que el cine, la radio y las costumbres eran cada día más y más asimiladas a las de Norteamérica.

Se puede entender que algunos pocos pensaran lo contrario basados en la admiración por los rápidos triunfos militares del Tercer Reich. También por el papel protagónico de los grandes hombres siguiendo nuestra tradición personalista tanto en la práctica política como en el pensamiento positivista, y el romántico “antiyanquismo”. El simple rechazo a la “invasión estadounidense” de las últimas décadas por la gran inversión petrolera y comercial. Nacionalistas extremos o idealistas basados en lecturas como el Ariel del uruguayo José Enrique Rodó, del cual por cierto hay un busto en una plazita-redoma de San Bernardino, por no hablar de la influencia de la pequeña colonia alemana y la propaganda nazi desarrollada en sus organizaciones: colegio y club.

La cuarentena que padecemos por el COVID-19 me impidió revisar la prensa de la época. Los archivos como buena parte de las oficinas estatales se encuentran cerrados. Solo pude examinar lo muy escaso (cercano a la nada) que se encuentra digitalizado, y los textos de 1939 a 1941 de Pensamiento Político Venezolano del siglo XX. Y pude ver que la Segunda Guerra Mundial no se nombra salvo con algunas pocas palabras, mucho menos Francia. Se observa claramente que no está en sus pensamientos o preocupaciones ¡ni siquiera porque el 10 y 12 de junio de 1940 una nave francesa (“Barfleur”) cañonea dos buques italianos (“Alabama” y “Dentice”) en el Golfo de Venezuela y la primera quedó encallada en la barra de Maracaibo!

No niego que sea una simple aproximación con un uso muy escaso de fuentes (la cual espero pronto ampliar y explicar en un artículo historiográfico), pero un testimonio de la época (entrevista que aparece el 21 de marzo de 1941 en el periódico Ahora) se refiere a la guerra en general y me confirma esta percepción. Leamos sus palabras:

Ahí tiene usted la actitud tan generalizada frente a la guerra europea. Se le mira desde aquí, sobre la ventana del Caribe, con la misma actitud con que el aficionado a las carreras de caballo contempla una competencia hípica. Inclusive, la guerra es para muchos apenas una fuente inagotable de chistes, a costa de los italianos. Y la verdad es que ningún motivo de regocijo o despreocupación podemos encontrar en la trágica hecatombe.

Después de explicar que no se puede comparar nuestra situación con la que vivimos en la Primera Guerra Mundial porque en aquel entonces “no contábamos en el mapa político y económico internacional”, y ahora en cambio somos el tercer productor de petróleo por lo que “jugamos, sin saberlo y sin quererlo un arriesgado papel: el de codiciada presa de las grandes potencias, urgidas todas de petróleo”. Y concluye:

Esta contienda tiene características diferentes de las del primer gran conflicto interimperialista. El eje totalitario lucha no solo para aniquilar en los cinco continentes las formas democráticas de Gobierno y todo sentido de dignidad humana, sino que también se ha propuesto rectificar los rumbos del universo y dominar el mundo. En su monstruoso anhelo de realizar una hegemonía ecuménica ha introducido un elemento filosófico nuevo en las pugnas entre las grandes filosofías: el racista.

Al leer estas líneas nos impresiona la capacidad de este joven político venezolano para analizar la realidad internacional en relación a Venezuela, y muy especialmente al identificar la gravedad del avance de los totalitarismos. Los campos de exterminio no existían porque se estaban creando pero él ya habla de la esencia de la guerra que está íntimamente relacionada con ellos. Nos referimos a la supervivencia de “todo sentido de dignidad humana”. En este nuevo orden racista que se formaba, nuestro lugar como mestizos y país petrolero nos hacía “contarnos entre los más expuestos a la agresión fascista (…), al bombardeo nazi”. La distancia, advertía, no era ya una protección y acá usa una referencia a la Batalla de Francia: “El Atlántico, amigo, es una precaria Maginot de agua salada. (…) Si el océano es una barrera ¿cómo se explicaría que Curazao a escasas millas del litoral falconiano, esté provisto de numerosos refugios antiaéreos?” Y finaliza recordando que en la isla se refina petróleo venezolano. Ese joven se llamaba Rómulo Betancourt.

Al seguir con nuestra meta de analizar la Segunda Guerra Mundial en su historiografía y producción de cine cada vez que se cumpla el 80 aniversario de un hecho importante en esta conflagración, dejamos el tema petrolero venezolano para más adelante y anunciamos que nuestra próxima serie será sobre la Batalla de Inglaterra. De esta campaña los hechos más importantes se dieron desde finales de julio hasta septiembre de 1940. Ahora queremos finalizar con la Batalla de Francia contando otra pequeña anécdota que ilustra el impacto de la misma en Venezuela. El testigo fue Héctor Mujica (futuro político y escritor), quien para ese momento era estudiante y sobre la misma afirmó: “Son cosas que no se olvidan, que no deben olvidarse”.

El 14 de junio de 1940 las tropas entraban a París y la noticia se supo de inmediato gracias a la radio, la cual en nuestra tierra ya estaba muy bien establecida en las principales ciudades como era el caso de Barquisimeto. En esta urbe un joven profesor de historia del Liceo Lisandro Alvarado, que también era locutor, se enteró de la terrible noticia. No podía dar clases como si nada pasara. Su indignación era inmensa: la París de la revolución, la democracia y la república había sucumbido bajo las botas y los tanques de la barbarie hitleriana. Se paró frente a la clase, cual maestro Keating de La sociedad de los poetas muertos, y les contó a sus pupilos la tragedia. Acto seguido les pidió que se pusieran también de pie y comenzó a cantarles: “Allons enfants de la Patrie,/ Le jour de gloire est arrivé!/ Contre nous de la tyrannie/ L'étendard sanglant est levé.” Ese profesor era mi abuelo Alberto Castillo Arráez.

Imagenes tomadas del blog de Luis Heraclio Medina. Ver aca: http://cronicasyotrashistorias.blogspot.com/2017/02/1940-cuando-la-guerra-llego-venezuela.html

miércoles, julio 08, 2020

El impacto en el cine. El 80 aniversario de la Invasión a Francia (IX)


CasablancaPoster-Gold.jpgEl 80 aniversario de la Invasión a Francia (IX)

Carlos Balladares Castillo

En nuestra primera entrega de la serie sobre el 80 aniversario de la Batalla de Francia (10 de mayo al 22 de junio de 1940) explicamos el gran impacto en lo militar y político que significó la caída de la primera potencia europea, de cara a los planes de Adolf Hitler. Ahora pretendemos analizar lo que significó para la opinión pública, la perspectiva cinematográfica tomando en cuenta las dos películas más importantes, y concluir con un balance de la campaña.

En los países de prensa libre occidentales, se percibió la caída desde las posiciones más extremas como el fin de la civilización; y en cambio los más moderados lo consideraron como un tiempo de dominio de las dictaduras totalitarias representadas por una Alemania controlando Europa aliada con la Unión Soviética; un Japón con cada día mayor influencia en el Pacífico; y cierto peligro de Italia en el Mediterráneo y Noráfrica. El Reino Unido caería si Estados Unidos no lo apoyaba en los meses siguientes. Era inevitable pensar en un nuevo equilibrio de poder donde Francia ya no tenía ninguna importancia, y el Imperio Británico comenzaría su decadencia. Pero lo peor de todo era que la democracia desaparecería como modelo de gobierno y sociedad. En pocas palabras la opinión pública era terriblemente pesimista a corto y mediano plazo.

Pero muy probablemente lo peor era esto último. El fracaso de la democracia francesa y al ser suplantada por un régimen (el de Vichy, liderizado por el mariscal Philippe Petain) que veía el modelo totalitario alemán como un mejor camino para la sociedad ¡y especialmente para Occidente! puso de moda los autoritarismos. La opinión de muchos en Francia era que si deseaban volver a ser una potencia debían asumir el modelo de los vencedores, e incluso COLABORAR con ellos en terminar de “limpiar” Europa y el mundo del bolchevismo y las débiles democracias que le hacían el juego a este.

Casablanca – [FILMGRAB]
La opinión pública occidental dará un importante giro a favor de la democracia, no me cabe la menor duda, gracias al inteligente ataque propagandístico que dirigió la industria cinematográfica en contra del colaboracionismo. En 1942 y 1943 respectivamente; con los Aliados (ahora sí la Unión Soviética y Estados Unidos junto al Reino Unido) centrados en la derrota alemana (el Japón e Italia eran secundarios); ofreció entre todas sus películas dos obras maestras: Casablanca (Michael Curtiz) y This land is mine (Jean Renoir). Ambas tratan del dilema que se le presentan a los franceses principalmente (Esta tierra es mía) pero también a los no franceses pero a favor de la democracia (Casablanca), entre colaborar-ser neutrales o actuar decididamente en contra de los totalitarismos a pesar de las consecuencias.

Casablanca tiene su centro en la historia romántica pero con un cambio que la hace una joya. Me refiero a las decisiones que las parejas idealistas (no colaboracionistas o neutrales que al final resulta en lo mismo) deberían tomar en tiempos como la Segunda Guerra Mundial. En el caso de Esta tierra es mía hay una mayor tensión, porque la trama no se desarrolla en las colonias francesas sino en la zona ocupada. El protagonista es un profesor (Charles Laughton) cobarde y tímido, que debe convertirse de cara al dilema colaboracionismo-resistencia. Hay en ella un mayor contenido ideológico y discursivo que resulta de un mayor heroísmo y dramatismo en comparación a Casablanca. Amabas poseen magníficos guiones y actuaciones. En general son films imposibles de reducirse a un solo comentario. Son muchísimas las producciones que se centrarán en este conflicto, pero podríamos calificarlas en tres temas o relatos predominantes: La Resistencia que es la que mayor producción tiene, el dilema colaboracionista y las amantes francesas de los alemanes. La magnífica novela Suite francesa (1942/2004) de Irene Nemerowsky fatalmente llevada al cine trata de ese último tema, y hay que decirlo: demuestra la diferencia de trato de Alemania con los pueblos occidentales de Europa en comparación con el trato a los eslavos.

El balance a nivel de costos para ambas naciones en la Batalla de Francia fue alto para la nación derrotada, porque no solo fue ocupada y todos sus recursos (incluyendo mano de obra esclavizada) dedicados al esfuerzo de guerra Alemán (esto generaría un nivel importante de hambre en las ciudades), sino que perdió su ejército (más de 100 mil muertos en combate, el doble de heridos, y 2 millones de prisioneros que pasarán 5 años en los campos), su flota a manos de los propios británicos en Mers-el-Kebir a los pocos días del Armisticio (3 de julio y en los días siguientes), y su Fuerza Aérea.

Con respecto a la aviación francesa pude conocer; gracias al apoyo del querido amigo, exalumno y colega Guillermo Ramos Flamerich; que se dio un mito entre los franceses en torno al número de derribos alemanes y los daños generados a la Luftwaffe. Se redondeó la cifra en 1000 cuando la verdad es que fue mucho menor, y eso es lo que han descubierto los estudios historiográficos recientes al revisar no los informes de derribos franceses sino sus propios inventarios. En el caso de las cifras de muertos en combate de la Wermacht se dio lo mismo, en el sentido que redujeron el número a casi la mitad (27000) cuando en realidad están en los 50 mil según me explicó el amigo y especialista en la Segunda Guerra de la Universidad de Humboldt en Berlín: Luis Ramón Espinosa.

Al hablar de mitos creados por la Batalla de Francia no hay mayor que el de la Blitzkrieg. Porque hizo pensar a Hitler que su Alemania era invencible, y por ello podría invadir el Reino Unido y su gran meta: Rusia. Lo dijimos en la primera entrega pero es bueno finalizar con este punto que marcará el destino de la Segunda Guerra y que explica nuestro presente. ¿Acaso tendríamos los venezolanos la fuerte influencia de Rusia en nuestro país sino fuera porque la Unión Soviética logró convertirse en potencia mundial durante la guerra?

Las cortas distancias en Francia permitieron una rápida campaña combinando tanques, infantería y fuera aérea apoyando a las dos primeras. Y a su vez ocultaron que no era tan “blitzkrieg” como decía la propaganda de ambos lados, debido a que la mecanización de la Wermacht no era total y el caballo seguía siendo protagonista a la hora del transporte. Las largas distancias de Rusia, sumado a la resistencia de su pueblo y con el importante apoyo aliado harían sucumbir al Tercer Reich; pero esto es un tema que esperamos tratar – Dios mediante – el año que viene cuando se cumplan 80 años de la Operación Babarroja. La semana que viene finalizaremos esta serie con el impacto de la caída de Francia en Venezuela.