Carlos Balladares Castillo (publicado en El Nacional).
Aprovechamos que la
efemérides del desembarco en Europa coincide con el día que se publica nuestra
columna para decir unas breves palabras al respecto. El día D (6 de junio de
1944) aceleró la finalización de la Segunda Guerra Mundial con la liberación
del Occidente de Europa y la reducción de la resistencia alemana en el Frente
Oriental ante el avance soviético. Y muy probablemente impidió que la “cortina
de hierro” no avanzara más allá de Europa Oriental una vez iniciada la Guerra
Fría. El comandante supremo de las fuerzas aliadas occidentales en Europa y que
organizó el desembarco: general de 5 estrellas Dwight David «Ike»
Eisenhower (1890-1969) la
llamó “la Gran Cruzada” en su mensaje a todos los combatientes, agregando
además:
“Los ojos del mundo
están sobre vosotros. Las esperanzas y oraciones de las personas amantes de la
libertad en todas partes marchan con vosotros. En compañía de nuestros
valientes aliados y compañeros de armas en otros frentes, conseguiréis destruir
la maquinaria de guerra alemana, la eliminación de la tiranía nazi sobre los
pueblos oprimidos de Europa y seguridad para nosotros mismos en un mundo
libre.”
Su referencia a la palabra “cruzada” trató, no solo
relacionarlo con una meta trascendente en lo religioso, sino también en lo que
respecta a los valores democráticos y libres de Occidente tal como agrega en su
mensaje. Era una guerra justa porque buscaba eliminar la peor tiranía que había
conocido la humanidad: la totalitaria nazi, y con la cual no existía ningún
otro recurso que el militar para detener sus agresiones y amenazas de dominio
mundial. Dicha tiranía había controlado el continente europeo con todo su
potencialidad, y ahora Estados Unidos - como el gran “arsenal de la democracia”
(Franklin D. Roosevelt dixit) – liderizaba su liberación.
De niño me hice aficionado a las películas sobre la Segunda
Guerra Mundial y en la adolescencia “devoré” montones de libros sobre el tema
¡y sigo haciéndolo! Muy probablemente todo ello me llevó a la pasión por la
historia que nunca he dejado de tener y alimentar. Pero el mayor aporte que me
han ofrecido las historias bélicas de este período es el coraje que demostraron
millones de personas para sobrevivir y vencer el mal representado en un régimen
y en una ideología inhumana. Es por ello que esta fecha siempre la conmemoro de
alguna manera, para honrar a todos estos héroes que nos enseñaron el supremo
valor de la libertad y la forma de vida que la protege y hace prosperar: la
democracia liberal.
Gracias a Dios un día pude “peregrinar” a estos lugares
históricos. La sensación y las vivencias fueron indescriptibles, en especial al
estar en las playas del desembarco donde guardé un poco de arena cual preciada
reliquia. Caminar entre esas cruces y lápidas alineadas de tantos jóvenes que
ofrecieron la vida porque en cualquier rincón del mundo siempre se recuerde y
valore el bien de la libertad. ¿Qué tenemos que decir y vivir los venezolanos
ante estos hechos? Repetirnos una y mil veces que no somos ajenos a la
construcción de los sistemas donde los derechos humanos prevalezcan. Pero
también conocer quiénes son nuestros verdaderos amigos en esta lucha, quiénes
son nuestros aliados. No desesperemos, no estamos solos.
De los pocos casos en donde las naciones se pusieron de acuerdo en algo y, aunque con reservas, lograron sus metas.
ResponderBorrarSaludos desde Coro, donde ahora vivo.
¡CAramba! ¡Qué cambio!
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