Un otro Dorado: el Archivo Arquidiocesano de Guayana
La Diócesis de Santo Tomé de Guayana fue creada en 1790 por el
papa Pío VI. Esta diócesis nacía de una cesión del territorio de la
Arquidiócesis de San Juan de Puerto Rico y fue nombrada sufragánea primero de
la Arquidiócesis de Santo Domingo hasta cuando pasó a serlo de la de Caracas en
1803. Su primer obispo fue Mons. Dr. Francisco Ibarra Herrera, luego obispo de
Caracas.
El territorio de la antigua Diócesis de Guayana comprendía lo
que actualmente son los estados Amazonas, Anzoátegui, Bolívar, Delta Amacuro,
Monagas, Nueva Esparta y Sucre, así como el territorio venezolano hoy en
reclamación del Esequibo o Guayana Esequiba y Trinidad (elevada a Vicariato
Apostólico en 1818, hoy Arquidiócesis de Trinidad). Asimismo prestaba atención
a algunas zonas limítrofes del actual estado Guárico. Esto supone una extensión
inicial de alrededor de 530.000 Km2, casi la mitad de la extensión
actual de Venezuela.
Progresivamente se fueron separando del territorio diocesano el
Vicariato del Caroní, el Vicariato del Alto Orinoco (hoy de Puerto Ayacucho),
la diócesis de Cumaná, luego elevada a Arquidiócesis, la diócesis de Barcelona,
la diócesis de Maturín y la de Ciudad Guyana. Del Vicariato del Caroní se
separaría el Vicariato de Tucupita y de la aún diócesis de Cumaná la de
Margarita y luego la de Carúpano. Sin embargo, por más de cien años la diócesis
de Guayana abarcó una considerable extensión del territorio venezolano. En 1953
cambió de nombre a Diócesis de Ciudad Bolívar. El 21 de junio de 1958 fue
elevada por el papa Pío XII a la categoría de arquidiócesis y su primer
arzobispo fue el recordado monseñor Juan José Bernal Ortiz, luego primer obispo
de Los Teques con el título personal de arzobispo.
A principios del mes de marzo de2017, por amable deferencia de
Mons. Ulises Gutiérrez Reyes, su cuarto y actual arzobispo, estuve varios días
trabajando en el Archivo Histórico de la Arquidiócesis, buscando información
sobre las comunidades indígenas cumanagotas de la cuenca del Unare y el norte
del estado Anzoátegui. De pronto, un aluvión de datos y procesos históricos,
como las crecidas estacionales de los grandes ríos guayaneses y llaneros,
empezó a arrastrarme tentándome. Entonces trataba de aferrarme a mis criterios
iniciales de búsqueda para no perderme en la selva y verla mejor mirando solo
un árbol en vez de la multitud de hojas, lianas y orquídeas, los reflejos
equívocos de la luna sobre las aguas y los rayos del sol en el mediodía.
Este importante archivo guarda parte considerable de la memoria
del Oriente venezolano y la Guayana, entendida en sentido muy amplio y, por
tanto, de tantos pueblos y comunidades, sociedades indígenas, campesinas y
urbanas. El archivo lo componen actualmente unas 2.000 carpetas y alrededor de
1.000 cajas.
El señor Ricardo Hospedales, quien desde hace muchos años
colabora con el archivo de manera desinteresada y entusiasta, me prestó
inestimable ayuda y apoyo en mis pesquisas. Es importante señalar que el
archivo en su forma actual fue organizado en gran parte por Mons. Medardo
Luzardo, tercer arzobispo hoy emérito y retirado, y por su hermana doña Ana
María, quienes con sus propias manos en ratos de ocio y descanso elaboraron
carpetas y cajas de cartón con su debida identificación.
Mons. Ulises Gutiérrez, una vez iniciado su pontificado
guayanés, trasladó el archivo de la planta alta del Palacio Arzobispal, donde
funcionó durante muchos años, a un cómodo y funcional salón del primer piso,
dotado con aire acondicionado y un mobiliario que facilita la organización y
consulta del archivo. Entre sus planes, guiado por Quien decide el curso del
viento y las aguas, está instalar también equipos de deshumificación para
mejorar las condiciones de conservación.
En ese repositorio documental hay información valiosa en extremo
para la reconstrucción y comprensión de la historia de Guayana y el Oriente de
Venezuela, de sus poblaciones y de los procesos históricos que afectaron gran
parte del territorio venezolano. Existen verdaderas joyas documentales que
merecen ser reseñadas en un catálogo, ya comenzado por el Sr. Hospedales con su
infatigable pasión por la historia regional y la historia eclesiástica. Entre
otros muchos importantes documentos, se conservan los informes relativos a las
Visitas Pastorales que han efectuado los distintos obispos al territorio de la
diócesis y que constituyen un extraordinario retrato de los pueblos y
comunidades de la jurisdicción eclesiástica guayanesa. De igual manera se
encuentran innumerables testimonios documentales de la relación entre la
Iglesia Católica y los distintos gobiernos del país y la región, sus
representantes y gente del común, para aludir a los usos cotidianos. La sección
de correspondencia es también en extremo valiosa e importante. Entre otros
materiales, hay telegramas de las beatas madre María de San José y madre
Candelaria de San José que revisten un doble valor, histórico y piadoso por
provenir de bienaventuradas y modelos de vida cristiana.
Mientras trabajaba allí no podía dejar de pensar en lo valioso
de esa colección y en la urgente necesidad imperiosa de que mediante un
esfuerzo conjunto de personas e instituciones se apoye a la benemérita
arquidiócesis de Ciudad Bolívar para lograr acciones de rescate y conservación
del archivo, fichaje e indexación así como el escaneo de muchos de sus
documentos más importantes a fin de facilitar el trabajo de usuarios,
funcionarios de la curia e investigadores. No se trata ni de una tarea sencilla
ni que tampoco le competa única ni exclusivamente a la Arquidiócesis, en el
sentido de que las otras circunscripciones de la antigua provincia eclesiástica
de Guayana, por estar allí gran parte de su historia antigua y reciente,
deberían colaborar y apoyar tan magna empresa.
En 2018 se cumplirán 60 años de la elevación de Ciudad Bolívar
al rango de arquidiócesis metropolitana. Uno de los mejores homenajes sería
celebrar tal efeméride con la optimización integral de su archivo histórico: un
regalo, sin duda, no solo para la Iglesia, los pastores y ministros, fieles y
creyentes todos, sino para Guayana, el Oriente y el país.
En Venezuela, otros tres grandes archivos eclesiásticos
constituyen un buen ejemplo de excelente conservación y clasificación ordenada
y metódica de sus fondos. Se trata de los archivos arquidiocesanos de Caracas,
Mérida y Valencia. Este archivo bolivarense que aún conserva tantas memorias
silenciosas junto al gran río, ese archivo de la octava estrella que quiso
siempre el Libertador, está allí esperando la mano y el hombro de todas las
personas e instituciones de buena voluntad que deseen apoyarlo.
Sería injusto pretender que sea solo una tarea de la
arquidiócesis de Ciudad Bolívar y de su actual y dignísimo arzobispo. Es un
reto para toda la inmensa región que una vez, bajo el patronazgo de santo
Tomás, tuvo en la Angostura del Orinoco su cabecera espiritual, un reto para
quienes en el país abogamos y defendemos la conservación de la memoria
histórica y la recuperación de tantos personajes y episodios que merecen ser
rescatados y reubicados en el relato desapasionado y objetivo de nuestros
anales.
Como Martí a Venezuela, debemos decirle a monseñor Gutiérrez
Reyes: denos, señor arzobispo, en qué servirle y no lo dejaremos solo sino que
lo apoyaremos en la hermosa cruzada del archivo arquidiocesano de Ciudad
Bolívar, de Guayana, del Oriente, de ese a veces incomprensible, real y otro Dorado que es el conocimiento pleno y
cabal de nuestros orígenes.-
Me interesè por la pelìcula tailandesa Yiyi y por la del luterano perseguido por el règimen nazi. Como sabes, soy de la dconfesiòn protestante y esa es una razón más para verla.
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Acabo de ver el reportaje del 2010 de el deterioro de la casa de oración de los judíos de Coro. me dió mucho dolor porque yo he estado allí. Bueno, espero que a estas alturas eso esté resuelto, aunque...con esta administración y una universidad sin recursos ¡qué puede pasar?
Un abrazo y gracias.
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