Autor: Carlos Balladares
Publicado en El Nacional y en los blogs de la Hispanic American Historical Review (HAHR) de la Universidad de Duke.
Imagen de la celda de Miranda en la Carraca hoy en día.
Publicado en El Nacional y en los blogs de la Hispanic American Historical Review (HAHR) de la Universidad de Duke.
El hijo de la panadera
En 1814 Francisco de
Miranda (1750-1816) se encuentra encerrado en la prisión de la Carraca y le
escribe una carta a su mujer Sarah Andrews (Sally) en la que se refiere a
aspectos familiares y personales, pero en la cual resalta una frase que
explican las razones de su cautiverio y su vida política: “todos estos
sacrificios han sido hechos por amor a mi país natal, y por esta misma razón,
debo sobrellevarlos con constancia y resignación”. La historiadora InésQuintero dice conmoverse ante este hecho (p. 249); y nos atrevemos a decir que
hace de lo que considera la “mayor cualidad” de Miranda: “su constancia y
empecinamiento en propiciar, aun a costa de su propia vida, la independencia de
todo un continente” (p. 257); el hilo conductor de su última obra recientemente
publicada: El hijo de la panadera.Francisco de Miranda (Editorial Alfa, 2014).
Escribir una nueva biografía
de Miranda es una tarea osada ¿qué se puede decir de un hombre tan estudiado que
ya no se haya dicho? La historiadora lo sabe y a pesar de ello se atreve a dar
una renovada mirada a este personaje fundamental de la historia de Venezuela y
de toda la humanidad (no podemos olvidar que su archivo fue elevado en el 2007
por la UNESCO al Registro Mundial de la memoria del mundo). La autora hace una
revisión exhaustiva de las fuentes secundarias y primarias, pero también vive
la experiencia de haber visitado la celda de Miranda en la Carraca; y logra
equilibrar dos aspectos que consideramos fundamentales en las biografías de los
grandes personajes: su desarrollo político (o en aquello que logró un impacto
público) y su vida cotidiana (“como si lo tuviese enfrente”, p. 9). Un buen
ejemplo de ello es el hecho de dar a conocer algunas cartas (gracias a la
investigación de la historiadora canadiense Karine Rancine) de unas cuantas
mujeres que le escribieron en el período que asumió la dictadura durante la
Primera República en 1812.
¿Por qué “El hijo de
la panadera”? No solo por serlo realmente, sino que nos atrevemos a interpretar
la elección de este título, como factor explicativo de la tragedia vivida por
Miranda al inicio y al final de su vida. Miranda padeció de joven el hecho que
su madre - y especialmente su padre - fueran segregados por los mantuanos
debido a que estos últimos los consideraron blancos de menor “calidad”
(1769-1771). Era una sociedad altamente jerarquizada y los mantuanos no
toleraban ninguna “igualación” de los blancos de orilla y los mestizos a pesar
de la riqueza que poseyeran (como era el caso de los Miranda). Estos sucesos lo
animaron a forjarse un destino mejor fuera de su tierra natal; y por cierto es
en este instante que inicia la redacción de su diario (hábito que nunca
abandonará), como un modo de dejarnos constancia de su lucha ante las
dificultades. ¿Y cómo se relaciona el título con el final de su vida? Porque es
en Caracas – aunque en condiciones totalmente distintas - donde Miranda se encuentra con los descendientes de
los mantuanos que “condenaron” a su padre, y por “una larga historia de
intrigas, rechazos y animadversiones” (pp. 232-233) una vez más lo mantuanos no
le tolerarán (esto último es interpretación mía) el haberse elevado (aunque con
el apoyo de estos al aceptar que era el único con experiencia militar para
asumir la dictadura) por encima de ellos.
Una pregunta que siempre
me he hecho y que Inés Quintero responde en buena parte es: ¿cómo hizo para
financiar su lujoso estilo de vida además de sus grandes viajes, libros y empresas
libertadoras? En un inicio fue su padre el que lo mantuvo, luego – gracias a su
personalidad “seductora” – logra una serie de amistades y contactos que le dan
cartas de recomendación, que a su vez le permiten conocer las más importantes
personalidades de su tiempo y la confianza de muchos banqueros. El mejor
ejemplo es como la zarina de Rusia (sobre la cual la autora rechaza la
posibilidad de algún amorío con Miranda) le paga y facilita buena parte de su
viaje por Europa. En lo relativo al nacimiento de sus ideas emancipadoras, no
cabe duda que fue determinante su viaje por la recién nacida república de los
Estados Unidos de América de 1783 a 1784, idea que después se consolidará
especialmente en la “madre patria de la libertad”: el Reino Unido.
He disfrutado mucho
esta nueva obra de mi admirada maestra Inés Quintero, sin duda ha logrado que
Miranda se siente frente a nosotros. Además de demostrarnos que todavía no está
dicha la última palabra sobre él, y que la labor historiográfica tiene trabajo
por realizar; de modo que poco a poco conozcamos cada día mejor a este ser
humano excepcional.
Imagen de la celda de Miranda en la Carraca hoy en día.
De allí es que viene esa expresión
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