Elías Pino Iturrieta
Artículo publicado el 19 DE ENERO 2014 en El Nacional.
La historia es una fuente en la que deberíamos beber todos
para no cometer tonterías, si creemos que mirar los anales del pasado tiene
efectos pedagógicos. La historia sirve o debería servir para combatir la
amnesia individual y colectiva, aseguran los metodólogos, tal vez con más
entusiasmo que fundamento; mas, hace que uno, cuando la maneja ante los
interlocutores, se exhiba como poseedor de un tipo de conocimientos llamado
cultura general. Para algo sirve, pues. No es una cháchara de viejas, pero
también se puede convertir en cuchilla letal, aun cuando se dirija hacia
objetos que parecen triviales. Vayan estas letras como acreditación del asunto
que se tratará de seguidas, aparentemente superfluo pero más intrincado de lo
que a primera vista parece.
El presidente del Concejo Municipal de Libertador, capitán
Eliécer Otaiza, se ha apresurado a adelantar una ejecutoria que incumbe a todos
los caraqueños, pero también a la parentela de un héroe a quien consideramos
como Padre de la Patria y Libertador. En reciente entrevista, un periodista de El
Universal preguntó sobre el cambio de los íconos de la institución que
preside, y el capitán respondió así: “Sí. Quitar desde el punto de vista
iconográfico el León de Caracas es una ordenanza que estamos a punto de sacar
con una moción de emergencia. Vamos a crear una nueva iconografía, pues no
somos España”.
No somos España, obviamente, hace tiempo que resolvimos ese
problema que los historiadores llamamos pomposamente “pacto colonial”, pero
antes de llevar a cabo su revolución iconográfica el proponente debe informarse
sobre la bestia que quiere expulsar del escudo municipal. Antes de promover la
“moción de emergencia”, quizá porque la medida no sea tan urgente como él
sugiere, tal vez porque no creemos que se vaya a acabar el municipio si detiene
un poco el acelerador, se debe enterar del origen de la fiera melenuda que
tanto le incomoda. Ese atroz e imperial animal que produce la perturbación del
capitán Otaiza, hasta el punto de llevarlo a descubrir situaciones parecidas a
una calamidad, se registra en la memoria de la ciudad desde 1592 gracias a
gestiones realizadas ante la Corte de Madrid por un caballero llamado Simón de
Bolívar.
Ese Simón de Bolívar fue el quinto abuelo paterno del
Libertador, y el primero de su estirpe que se radicó en América. Caracas fue
más española que nunca debido a su trabajo de poblador-fundador. Gracias a su
interés como regidor de primer voto en la cámara, el cabildo se ocupó de
mejorar el cobro de los impuestos correspondientes a la Corona y de que el trazo
de la población calcara el de las ciudades peninsulares. Además, se ocupó
personalmente de adquirir licencia para que se estableciera una gran
institución de enseñanza como las que la Iglesia tenía en Madrid, raíz del
futuro Colegio Seminario de Santa Rosa de Lima. Los méritos hicieron que
ocupara después las funciones de procurador general, cargo desde el cual obtuvo
del rey y trajo en su equipaje el escudo de armas de la ciudad de Santiago de
León que ahora quiere modificar el presidente del Concejo Municipal de
Libertador porque “no somos España”. Al hijo de ese remoto don Simón, llamado
Simón Bolívar “el Mozo”, se otorgaron más tarde honores especiales por ser
descendiente del servidor público que había establecido elementos fundamentales
de identidad para la ciudad.
Aparte de las consideraciones relacionadas con la historia,
cae como avalancha sobre el tema una observación de naturaleza política. El
gobierno se ha proclamado bolivariano desde cuando tomó el poder, y ahora uno
de sus portavoces se muestra públicamente como antibolivariano. No ataca la
figura ni las ideas del héroe a quien el régimen ha presentado como ejemplo e
inspiración, pero se mete con la sagrada familia. Se sale del guión de manera
estrepitosa cuando quiere enmendarle la plana al primer ascendiente del héroe
que habitó entre nosotros. Así las cosas, no conviene preguntarse si Venezuela
es de veras Venezuela a estas alturas del almanaque republicano, sino qué
pensaría el Gigante de la “revolución bolivariana” ante una decisión que atenta
contra los ancestros del Libertador de una comarca que ya no es España, pero
que tiene un pasado digno de respeto.
Imagen de Luis Carlos Díaz tomada de acá.
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