Caracas: “soñemos el sueño imposible”
Autor: Carlos Balladares Castillo
Publicado en: Analitica.com ver acá.
Martes, 2 de agosto de 2011
Ha pasado el 444ª aniversario de Caracas, con pocas celebraciones, escasísimos encuentros para pensarla (en todos los aspectos, salvo algunas iniciativas desde los amantes de la literatura), y creo que ninguna voluntad política para iniciar un plan global para su humanización (salvo las propuestas de la Alcaldía Mayor que no tienen el poder de hacerlas realidad y mucho menos los recursos, por ahora).
No hace falta un aniversario para pensar en nuestra urbe; hay muchos que la piensan todos los días, e incluso cuando no se enfrentan a sus problemas ni viven en ella. Pero hay muchísimos más que son indiferentes… y esta actitud, que en algún momento todos la practicamos por cansancio o por simple apatía, nos ha llevado a la situación que hoy padecemos: una ciudad infierno.
Caracas es la ciudad donde he vivido toda mi vida - salvo dos años -, y cada vez que salgo a la calle sueño con sus soluciones. De tanto pensarla me he creado mi propia utopía, que en ocasiones trato de hacerla realidad en mi pequeña área de influencia. Pero también traiciono este ideal, comportándome sin esos modales que nacieron en la ciudad y que llamamos por ello urbanidad. Hay que ser muy apático para no soñar con algo mejor para el lugar donde vivimos, y muy indolente para no hacer nada por ello.
¿Qué ciudad quiero? Una donde se pueda caminar sin el temor ha ser asesinado, secuestrado, robado o insultado. Desterrar la violencia, llevándola a los mínimos tolerables. Hay muchos ejemplos en el mundo de ciudades que la han superado, no es un mal incurable. E incluso en nuestra historia nacional se logró superar la violencia caudillesca, ¿por qué no podemos superar la criminal cuando tenemos mayores recursos y tecnologías?. Anhelo también la posibilidad y el deseo de preferir caminar y usar el transporte público que el vehículo particular, y que este hecho nos lleve a superar las eternas colas que nos quitan un tercio de nuestros años de vida.
Quiero que nuestro patrimonio no siga siendo derribado, y que el mismo pueda ser valorado y tenga la posibilidad de convivir con nuevas construcciones. Pero lo que más deseo es un gobierno eficiente y unos caraqueños conscientes y participativos (respetuosos de las leyes y los derechos ajenos).
El día que tengamos una autoridad que sepa las prioridades de la ciudad, estoy seguro que por su liderazgo podremos seguirlo en la noble tarea de humanizar nuestro gran habitat. Es mi sueño. Pero mientras ese día llega, todos podemos ayudar a mejorar la urbe desde nuestro comportamiento diario y proponiendo soluciones en esa pequeña parcela de Caracas donde desarrollamos nuestras vidas familiares, laborales, educativas, de tráfico y de ocio. Sin dejar de sentirnos inspirados y animados por la posibilidad de tener la ciudad que por ahora solo parece un sueño imposible.
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