domingo, junio 13, 2010

Historiador venezolano (Manuel Caballero) nos habla sobre el traslado de los archivos de Bolívar y Miranda de la ANH al AGN

COMENTARIO BLOGUERIL:

Este hecho sigue dando mucho de qué hablar en la comunidad de historiadores, e incluso a nivel internacional (aquí y acá). Le hemos hecho seguimiento desde nuestro blog lo cual pueden leerlo en todos las entradas que acá aparecen. E incluso tuvimos la visita (supuestamente, no tenemos pruebas de que sea la persona que firma) de uno de los principales responsables y actores desde el lado oficialista (Luis Felipe Pellicer, Centro Nacional de la Historia), la cual agradecemos aunque no así las ofensas.

Ahora tenemos el peculiar testimonio del reconocido historiador miembro de número de la Academia Nacional de la historia: Manuel Caballero, y por tanto testigo o por lo menos cercanísimo amigo y colega de los protagonistas del lado de la Academia. Se los dejamos a continuación, el subrayado es nuestro.
Les dejamos una foto del traslado en guacales de los archivos, gracias a Tal Cual. Realmente bochornoso. Nuestros temores se hicieron realidad. ¿Para esto fue que pidiero los archivos de Bolívar y Miranda?.

Artículos de opinión de los historiadores

Transcribimos el artículo del historiador Manuel Caballero que publica todos los domingos en El Universal.

Igual que en "la guachafita"

De cómo el Archivo de Bolívar "camina ahora por América Latina"
Elías Pino Iturrieta, Marianela Ponce e Inés Quintero fueron designados por la Academia Nacional de la Historia para hacer entrega al Archivo General de la Nación de los documentos que forman los del Libertador Simón Bolívar y el Precursor Francisco de Miranda. Para los dos académicos nombrados en primer lugar, aquella fue una experiencia inédita. Pero no para la tercera: a los ojos de Inés Quintero aquel era el clásico espectáculo dèja vu: la actitud alharaquienta de quienes trasladaban esos documentos (gente que sin embargo había pasado por una universidad) era la misma de la horda que había invadido la muy productiva finca de sus padres, La guachafita. Sólo faltaron los gritos de ¡"Oligarcas, temblad!" y el brillo de los machetes en la madrugada (se pretendía hacer el traslado a las cinco de la mañana).

Los huacales del pueblo

Como si fueran frutos rescatados de esos hediondos containers de que tanto se ha hablado en estos días, los archivos fueron trasladados en huacales sin prever una posible lluvia normal en esta época del año. Y no faltó el parte de guerra: chocando sus obedientes y no deliberantes tacones, y con la señera pluma con que redactó su obra maestra Por qué soy chavista, Farruco Sesto comunicó al Héroe del Museo Militar que había sido cumplida la peligrosa misión sin una sola baja en sus aguerridas filas. Y que por respeto a los sagrados papeles, y ante el temor de una invasión gringa, sus soldados llevaron esos huacales desde la Academia hasta el Archivo General con la solemnidad que les imponía hacerlo "rodilla en tierra". Para remate, una fiesta celebrará que esos manuscritos se les arrancaron a la oligarquía para ponerlos en manos de ese pueblo a quien la actual escasez alimentaria sirve como garantía de que a esos delicados papeles no se les dará el uso que, de haberlos tenido a mano, le hubiese dado en el pestilente bunker del Museo Militar, ese Capitán Araña que allí se cubrió de gloria inmarcesible.

No abusan de su inteligencia

Como los militares que nos gobiernan no abusan de su inteligencia, la organización de esa festividad es fácilmente imaginable: como Esteban ("Dido") la ha tomado en estos días por asimilar la suya a la historia soviética, copiarán al detalle el Desfile de la Victoria en el Moscú del Mariscal Stalin al finalizar la guerra: se montará en Los Próceres una tarima que copie el Mausoleo de Lenin donde estará el mismo Comandante Zeabarón (tocado con un gorro de piel para acentuar el parecido con el Ulianov del realismo socialista), a cuyos pies "el pueblo en armas" echará los papeles arrancados a la burguesía como botín de guerra. Como no es cosa de sacar los papeles del encierro de una bóveda con aire acondicionado imperialista y luz a giorno derrochadora de energía para ponerlos en una sala igualmente burguesa; después de dedicarle un "¡Aló Presidente!" con los documentos amontonados sobre su mesa, nadando en la caudalosa saliva del incontenible parlanchín, éste anunciará que, como la espada de Bolívar, es hora de que también esos archivos comiencen a andar por América Latina y otros continentes.

En manos de los cubanos

Lo primero es lo primero: el primer guardián del culto bolivariano solía ser la Fuerza Armada Nacional. Pero como ella dejó de existir, esa tarea corresponde hoy a quien es "la misma cosa", la recién estrenada FACV, la Fuerza Armada Cubana de Venezuela. Y como en Cuba "la Magdalena no está para tafetanes", no es cosa de llevarse esos papeles en huacales de un carísimo plástico imperialista. Fidel los recibirá entonces esos papeles envueltos en esas hojas que le permitieron decir, en sus tiempos heroicos, que su revolución era "tan cubana como las palmas". Una vez que las sarmentosas manos del caudillo cubano los hubiesen curucuteado pasando sus páginas con la saliva que le chorrea por las comisuras de los labios, los sagrados archivos continuarán su recorrido por América Latina custodiados por la senadora Piedad Córdoba hasta que lleguen a las manos del "Mono Jojoy", de Alfonso Cano y otros eruditos colombianos.

Delirar sobre el Chimborazo

Después de habérselos restregado en la cara a sus secuestrados, las FARC alquilarían esos manuscritos a los "carteles de la droga que desde diversos puntos "caminan por América Latina". Así, al salir de Colombia, los papeles de Bolívar llevarán un valor agregado: sin leerlos, con solo olerlos cualquier hijo de vecino podrá igualar al Semidiós de América delirando sobre el Chimborazo. Esta última condición impedirá que su siguiente escala sea en Bolivia, por razones estrictamente comerciales: con muchísima razón, Evo no va a permitir una competencia desleal del primer producto boliviano. Cosa que no quita el sueño a Daniel Ortega: cuando el archivo llegue a Nicaragua, él mismo pondrá toda su experiencia al servicio de quienes deberán cuidarlos como el honor de una doncella. Después, será el momento de "cruzar el charco", para llegar al África, donde otro Libertador ya posee la espada de Bolívar. Con aquella espada procera, Mugabe (pues de él se trata) cortará en pedacitos esos documentos para repartirlos al pueblo de Zimbabwe cuyas pavorosas hambrunas lo han llevado a comer hasta papeles. Poco importa que los de Bolívar tengan dos siglos y que los haya guardado, desde que salieron de la Academia, el ingeniero Rafael Ramírez en uno de sus containers previamente rellenos de guisos. hemeze@cantv.net

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