Artículos de opinión de los historiadores venezolanos
Les dejo acá el artículo semanal del historiador Manuel Caballero que publica todos los domingos en El Universal.
La plaza "T y T"
Otro nombre para la plaza Marulanda: plaza "T y T"
Es calumnia eso de que viva temblando, creyendo que lo van a matar, viendo puñales en todos los rincones, asesinos en todos los pasantes, sopas de arsénico en todos los platos, bombas de dinamita en el teatro, en las carreras, hasta en la mesita de noche y debajo de la cama". El texto con que iniciamos estas notas no es nuestro, y por eso las comillas. Tampoco es de Aristóbulo Istúriz ni de José Vicente Rangel, ni de Mario Silva o Isea, pronunciado para rebatir a quienes consideran puro delirio paranoico de persecución la historieta del magnicidio. No: el párrafo, de los años veinte del siglo pasado, es de Rufino Blanco Fombona burlándose de los terrores nocturnos del Benemérito.
Nihil novum sub sole (Eclesiastés: I, 9,3). Que mis desocupados lectores me permitan infligirles, gracias a las páginas rosadas del Larousse, este conocidísimo latinajo. Y de paso desmentir a quienes pretenden que sean sólo treinticuatro las denuncias de pretendidos magnicidios que hayamos escuchado los venezolanos.
Un solo magnicidio Como se puede ver, desde los tiempos del general Gómez se cuentan por miles esas denuncias, y un sólo magnicidio verdadero, el del presidente de la Junta Militar de Gobierno Carlos Delgado Chalbaud (quien dicho sea de paso se portó como un palo de hombre, sin gimoteos de chiquilín sabanetero). De modo que si de algo no se podrá acusar jamás al gobierno más lloricón que hayamos padecido los venezolanos es de exceso de imaginación, de inventiva: tienen razón quienes piensan que fue por caletrero que al Ejecutivo lo rasparon en un curso de Estado Mayor (aunque al final el jurado militar, obediente y no deliberante, le regaló un diez salvador, gracias a la palanca de un paisano suyo ministro, que intercedió para sacarse de encima al piojillo pubiano).
Pero no es sólo por falta de imaginación que ahora anda el asustadizo caletrero con el cuento del magnicidio. Detrás de eso está una molestia que le roe las entrañas: que la suya sea una "revolución" incapaz de mostrar un solo hecho heroico: ni toma de la Bastilla, ni del Palacio de Invierno, ni Larga Marcha, ni Sierra Maestra.
Entrar al Panteón Él quisiera morir entonces de alguna forma que lo haga entrar al Panteón de los Mártires. Esto puede parecer una contradicción con su otro deseo muy claro: el de la presidencia vitalicia que, como su nombre lo indica, no puede ejercerla un difunto. Sabedor entonces de que su gesta del Museo Militar no da suficiente bronce para una estatua, desea que algún loco lo "magnicidice", pero eso sí, en el punto y hora en que todos los juantenorios del universo mundo desean que les llegue la Parca: a los 150 años, apuñalados por un joven recién casado celoso.
Bonita ocasión, piensa, para que lo pueda inmortalizar una escultura. Pero esto enfrenta dos obstáculos: el primero es que él quiere ver su estatua con sus mismísimos ojos, y no con los de los tataranietos. Aunque ese no sea un real problema, en un país como el nuestro donde se las hizo levantar vivito y coleando ese Ilustre Americano cuyos restos hizo repatriar el actual y no menos Ilustre Barinés.
Pasando frío Queda un segundo problema: ¿dónde diablos colocar la estatua? Porque en Caracas están tan ocupados los espacios públicos, que al pobre Che Guevara lo tienen pasando frío en el páramo merideño, a merced de las meadas y los vómitos de los bebedores de "calentadito" y de los recogelatas que se roban el busto para venderlo como chatarra.
Se desechó pues ponerlo en el centro de la capital, porque ya el Libertador había ocupado todos los sitios posibles, desde la antigua Plaza Mayor que hoy se llama Plaza Bolívar, pasando por el Bolívar danzón que está a la entrada del túnel de la avenida Bolívar, hasta la Plaza Caracas (en cuyo pedestal un raro Frente de Liberación quería inscribir la frase que el Libertador le escribiera en una carta al Gran Mariscal de Ayacucho en 1828: "Yo le he dado a Ud., todo lo que un hombre puede darle a otro hombre", propósito del que se desistió por ser un texto demasiado largo y sobre todo polisémico). Y para colmo de males, a esos pepasomada de Tupamaros (el fraternal calificativo salió de Miraflores mismo) no se les ocurrió nada mejor que ocupar la plaza del "23 de enero" con un busto de Marulanda.
De urgentísima urgencia ¡Menudo lío! El candidato al bronce se reunió de urgentísima urgencia con la dirección del PUSVe para tratar este tema donde estaba en juego la salvación de la Patria. El calibre de las invectivas del jefe de la revolución fue tal, que se consideró conveniente retirar las damas de la reunión; de modo que no fue Cilia Flores quien suministró a la prensa la grabación de lo allí dicho. El general Müller Rojas, sostuvo sobre el tema una reunión con Earle Herrera, donde ambos revolucionarios cotejaron sus 18 años de experiencia para que, al día siguiente, aquella montañosa reunión pariese un ratón, al brindar Müller a sus camaradas del PUSVe con un palo de músico: propuso derribar la estatua de Marulanda. Como Rodríguez Chacín se opuso con lágrimas en los ojos, José Vicente Rangel recordó haber visto alguna vez una estatua siamesa de Bolívar y Bello y sugirió mandar a hacer otro tanto. Esto estuvo a punto de ser derrotado cuando alguien objetó que para la mayoría, Marulanda era un delincuente común. Pero Rangel contraatacó con admirable erudición, citando una casi olvidada frase del Héroe del Museo Militar: "todo golpista es un delincuente".
Y como a confesión de parte... La moción fue entonces aprobada por unanimidad y hasta se ha pensado en Marisol Escobar para la estatua, si posible bifronte. La del 23 de enero se llamará ahora "Plaza de las dos T" (por Tirofijo y Tripafloja).
Manuel Caballero es lapirario...De verdad que no hay nada nuevo bajo el sol
ResponderBorrarHola Tengo un blog de caricaturas que yo dibujo que expresa la realidad del pais a traves de curiosa vision de las cosas de dos zamuros, manana por cierto la caricatura es sobre el Magnicidio. Le escribo porque estoy buscando informacion sobre el origen del nombre de la esquina Zamuro que se encuentra en el centro de caracas, me podria ayudar ? le invito a visitar mi blog
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