Autor: Carlos Balladares
(Leer las otras partes en posts anteriores)
En la segunda parte: De la guerra social a la guerra internacional (1815-1817), que comprende las páginas 185-293; desarrolla la acción “pacificadora” de la expedición dirigida por el General Pablo Morillo, la cual fue la de mayor número de soldados enviada a América por España. A pesar de su éxito inicial en restaurar el poder, controlando los diversos caudillos realistas; y recuperando la Nueva Granada; para el autor esta expedición estaba destinada al fracaso debido a que el Estado español no sería consecuente con la misma, es decir, la terminaría abandonando. Existieron otros problemas, como fue la multiplicidad de focos rebeldes en América que llevaron a la dispersión de fuerzas, donde incluso Morillo es un ejemplo porque el mismo debió mandar parte de sus fuerzas a otras provincias (Puerto Rico, Perú, Nueva Granada); las enfermedades que afectaron a los soldados; el hecho de tener que abastecerse con lo poco que poseían la población civil, generando un mayor descontento; Morillo no usó el ejército de pardos creado por Boves ni desarrolló una política que lograra el apoyo de este mayoritario grupo social, los dejó libres, por lo que estos terminaron uniéndose a los enemigos de los realistas; la designación de autoridades incapaces y corruptos como por ejemplo el Capitan General Moxó; y finalmente el desconocer la fuerza, terquedad y heroísmo de sus enemigos. Todo esto llevó al decisivo año de 1817 cuando los “rebeldes” le quitaron el dominio de las importantes provincias de Margarita y Guayana, poniendo a Morillo y su ejército a la defensiva (Guayana representó una zona con numerosos recursos y un amplio frente que permitía la unión con los llaneros de Páez en Barinas) (p. 257).
Antes de las conclusiones, en su tercera parte: La guerra interminable (1818); que comprende las páginas 297-330; el autor continúa describiendo y analizando los problemas que tuvo Morillo en el año de 1818, y como las victorias obtenidas en este año no pudieron ser aprovechadas por los realistas para terminar de anular las fuerzas enemigas. Se especifica y describe en qué consistió el abandono sistemático del Estado español del ejército expedicionario, junto a las políticas contradictorias del Rey y su burocracia con respecto a la guerra en las Américas; y como estos factores llevarían a la larga a la derrota (posibilidad advertida en los informes de Morillo al Rey). Los realistas llegados en 1815 no recibieron desde España un apoyo continuo en lo relativo a los recursos financieros, humanos y materiales; a lo cual se sumaba los problemas de operar en el trópico (enfermedades, distancias, etc), y con el Imperio Británico (fundamentalmente) y los Estados Unidos apoyando a los “rebeldes”. El bando realista nunca dejó de estar dividido entre civiles y militares, lo cual generó obstáculos a la acción de Morillo, y más aún cuando las políticas del Rey eran contradictorias y lentas. La obra termina por dejarnos un sentimiento de admiración ante los realistas; porque rodeados de las mayores dificultades resistieron hasta el final; ¿acaso no fueron héroes venezolanos al igual que los que resultaron vencedores?. Hay un procerato oculto que espera por nuestro reconocimiento; por la mirada historiográfica, y por la memoria histórica.
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En la segunda parte: De la guerra social a la guerra internacional (1815-1817), que comprende las páginas 185-293; desarrolla la acción “pacificadora” de la expedición dirigida por el General Pablo Morillo, la cual fue la de mayor número de soldados enviada a América por España. A pesar de su éxito inicial en restaurar el poder, controlando los diversos caudillos realistas; y recuperando la Nueva Granada; para el autor esta expedición estaba destinada al fracaso debido a que el Estado español no sería consecuente con la misma, es decir, la terminaría abandonando. Existieron otros problemas, como fue la multiplicidad de focos rebeldes en América que llevaron a la dispersión de fuerzas, donde incluso Morillo es un ejemplo porque el mismo debió mandar parte de sus fuerzas a otras provincias (Puerto Rico, Perú, Nueva Granada); las enfermedades que afectaron a los soldados; el hecho de tener que abastecerse con lo poco que poseían la población civil, generando un mayor descontento; Morillo no usó el ejército de pardos creado por Boves ni desarrolló una política que lograra el apoyo de este mayoritario grupo social, los dejó libres, por lo que estos terminaron uniéndose a los enemigos de los realistas; la designación de autoridades incapaces y corruptos como por ejemplo el Capitan General Moxó; y finalmente el desconocer la fuerza, terquedad y heroísmo de sus enemigos. Todo esto llevó al decisivo año de 1817 cuando los “rebeldes” le quitaron el dominio de las importantes provincias de Margarita y Guayana, poniendo a Morillo y su ejército a la defensiva (Guayana representó una zona con numerosos recursos y un amplio frente que permitía la unión con los llaneros de Páez en Barinas) (p. 257).
Antes de las conclusiones, en su tercera parte: La guerra interminable (1818); que comprende las páginas 297-330; el autor continúa describiendo y analizando los problemas que tuvo Morillo en el año de 1818, y como las victorias obtenidas en este año no pudieron ser aprovechadas por los realistas para terminar de anular las fuerzas enemigas. Se especifica y describe en qué consistió el abandono sistemático del Estado español del ejército expedicionario, junto a las políticas contradictorias del Rey y su burocracia con respecto a la guerra en las Américas; y como estos factores llevarían a la larga a la derrota (posibilidad advertida en los informes de Morillo al Rey). Los realistas llegados en 1815 no recibieron desde España un apoyo continuo en lo relativo a los recursos financieros, humanos y materiales; a lo cual se sumaba los problemas de operar en el trópico (enfermedades, distancias, etc), y con el Imperio Británico (fundamentalmente) y los Estados Unidos apoyando a los “rebeldes”. El bando realista nunca dejó de estar dividido entre civiles y militares, lo cual generó obstáculos a la acción de Morillo, y más aún cuando las políticas del Rey eran contradictorias y lentas. La obra termina por dejarnos un sentimiento de admiración ante los realistas; porque rodeados de las mayores dificultades resistieron hasta el final; ¿acaso no fueron héroes venezolanos al igual que los que resultaron vencedores?. Hay un procerato oculto que espera por nuestro reconocimiento; por la mirada historiográfica, y por la memoria histórica.
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