sábado, julio 14, 2007

Furet y la Revolución Francesa

Autor: Carlos Balladares




Si, hoy se cumplen 218 años de la Toma de la Bastilla, fecha y acción que se ha erigido como el día de la Revolución Francesa (y es el día nacional de Francia siendo por tanto la idea revolucionaria con su gran peso de mitología moderna política). Muchas personas se impresionan al pasearse por la historia de este hecho, y descubrir que no todo pasó en es este día o en el año de 1789; pero ir más allá, es descubrir que no fue una revolución burguesa exclusivamente, que no fue producto de los factores socioeconómicos, y que la interpretación marxista de estos hechos es una perspectiva que no logra explicar esta realidad de manera completa. Este ir más allá, fue lo que me ocurrió al leer a Fracois Furet (1976, La época de las revoluciones europeas 1780-1848, obra compartida con Louis Bergeron y Reinhart Koselleck de la Editorial Siglo XXI) en mi primer semestre de universidad cuando tenía 19 años. Agradezco mucho a mi profesor (cuyo nombre no logro recordar) de “Introducción a las Estructuras Históricas I” de la Escuela de Estudios Políticos, el cual nos hizo leer a Soboul (yo por mi parte leí Lefèbvre y Hobsbawm); y luego cuando estábamos inmersos en la visión marxista nos lanza a Vovelle (agrego este post)y a Furet, pero como una peculiaridad dentro de la historiografía, donde los importantes eran los historiadores marxistas.

Furet se acercaba más a la visión politológica (si se puede llamar así) de la Revolución Francesa, al resaltar el proceso político por encima de las presiones sociales y económicas. El fenómeno predominante fue el de la “radicalización” en los cambios políticos y sociales, el cual no puede responder exclusivamente a la conciencia de clase burguesa por un lado y a la de los sectores “populares” por el otro. Fueron muchos los intereses, las clases y las ideas que se mezclaron desde 1787 hasta 1792; período que se inicia con una revolución aristocrática que busca la igualdad entre los privilegiados, pasando por la revolución burguesa que se plantea la igualdad ante la ley en 1789, hasta llegar a la revolución popular de 1792 la cual buscó la igualdad más extrema: la económica. El otro aspecto que resalta Furet es el de la historia de las mentalidades, en el que cada grupo que participó posee una visión distinta, deslastrando el único peso de la Ilustración como causa. El hecho de resaltar el proceso político y las mentalidades, permite explicar las dos tendencias de la Revolución: por un lado un movimiento fuertemente igualitario, por el otro un movimiento de mayor concentración de poder que empieza con el Terror en 1792 y termina con la dictadura de Napoleón en 1799

El hecho que finalmente no deja de reconocer Furet, y esto lo comparte con otros historiadores franceses, es el ver a la Revolución como “madre” del siglo XIX liberal y democrático, y modelo de todas las revoluciones futuras (todas con su peso paradójico de la igualdad y el autoritarismo). Se crea el mito del pueblo que derroca al despotismo (político: monarquía-autocracia, social: una clase privilegiada que explota a los débiles, cultural: el oscurantismo por encima de la razón), e impone un gobierno de soberanía popular y respeto a los derechos humanos, que sólo mira al constante progreso.

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