Autor: Carlos Balladares
La mayor impresión que me ha causado conocer a fondo la vida de Rómulo Betancourt, gracias al libro de Caballero, fue su actitud ante el poder. Es admirable como una persona que centre su vida en esta meta, y al lograrla se mantenga por cinco años en medio de 20 intentonas golpistas, para luego entregar de manera democrática y pacífica la presidencia; en un país donde los hombres con sus características buscaban permanecer por años y años.
La respuesta a ello está en la visión que tenía Betancourt del poder, al cual trataba como un medio (y no como un fin), para enseñar al pueblo y a los políticos que el mismo debía ser usado para servir y no para ENRIQUECERSE personalmente y mucho menos para APROPIÁRSELO. Era una PEDAGOGÍA política, por lo que; no sólo entregó el poder a su sucesor en el tiempo previsto ni un día más ni uno menos, y renunció a otra candidatura presidencial; sino que cuando decretó la reducción de sueldos y salarios el primero que recortó fue el suyo, como lo de sus ministros. Cuando viajaba le pagaba el pasaje a su esposa, pagándolo por cuotas en agencias de viaje privadas. Escuchar esto es como hablar de otra persona pero nunca un político, y mucho menos del político más influyente de la segunda mitad del siglo XX venezolano.
En esta pedagogía del poder se enmarca su combate a la corrupción y el “nuevorriquismo”, lo cual se inició desde su participación en la generación del 28, la cual se propuso como meta una “democracia decente”. En sus acciones de gobierno y en toda su acción política, propuso medidas para combatirla, y es gracias a su empeño que la corrupción empieza a ser vigilada y penada por el Estado con mayores posibilidades de éxito en dicho combate. En su gobierno fue la primera vez que se juzgaba, extraditaba y encarcelaba un presidente de la República en el país (fue el caso del General Marcos Pérez Jiménez), y este ejemplo se repitió (ya no en su gobierno) cuando se sacó a Carlos Andrés Pérez de la presidencia por un caso de corrupción en 1993. De Betancourt cuentan, que era tan respetuoso de los bienes del Estado, que una vez le pidió a un amigo que era presidente del hipódromo (Mario Mauriello) que le consiguiese un presupuesto de un albañil para hacer unas reformas en su casa (presupuesto que le hicieron llegar a su casa), Betancourt al recibirlo lo devolvió, porque se lo enviaron en un papel con membrete del hipódromo. Nunca tuvo casa propia sino al final de su vida y porque sus amigos hicieron una “vaca” para pagarle una pequeña quinta.
El 28 de septiembre de 1981 muere este gran venezolano, que había establecido la democracia en una nación que sólo conocía de caudillos militares.
La respuesta a ello está en la visión que tenía Betancourt del poder, al cual trataba como un medio (y no como un fin), para enseñar al pueblo y a los políticos que el mismo debía ser usado para servir y no para ENRIQUECERSE personalmente y mucho menos para APROPIÁRSELO. Era una PEDAGOGÍA política, por lo que; no sólo entregó el poder a su sucesor en el tiempo previsto ni un día más ni uno menos, y renunció a otra candidatura presidencial; sino que cuando decretó la reducción de sueldos y salarios el primero que recortó fue el suyo, como lo de sus ministros. Cuando viajaba le pagaba el pasaje a su esposa, pagándolo por cuotas en agencias de viaje privadas. Escuchar esto es como hablar de otra persona pero nunca un político, y mucho menos del político más influyente de la segunda mitad del siglo XX venezolano.
En esta pedagogía del poder se enmarca su combate a la corrupción y el “nuevorriquismo”, lo cual se inició desde su participación en la generación del 28, la cual se propuso como meta una “democracia decente”. En sus acciones de gobierno y en toda su acción política, propuso medidas para combatirla, y es gracias a su empeño que la corrupción empieza a ser vigilada y penada por el Estado con mayores posibilidades de éxito en dicho combate. En su gobierno fue la primera vez que se juzgaba, extraditaba y encarcelaba un presidente de la República en el país (fue el caso del General Marcos Pérez Jiménez), y este ejemplo se repitió (ya no en su gobierno) cuando se sacó a Carlos Andrés Pérez de la presidencia por un caso de corrupción en 1993. De Betancourt cuentan, que era tan respetuoso de los bienes del Estado, que una vez le pidió a un amigo que era presidente del hipódromo (Mario Mauriello) que le consiguiese un presupuesto de un albañil para hacer unas reformas en su casa (presupuesto que le hicieron llegar a su casa), Betancourt al recibirlo lo devolvió, porque se lo enviaron en un papel con membrete del hipódromo. Nunca tuvo casa propia sino al final de su vida y porque sus amigos hicieron una “vaca” para pagarle una pequeña quinta.
El 28 de septiembre de 1981 muere este gran venezolano, que había establecido la democracia en una nación que sólo conocía de caudillos militares.
Excelente Blog! lo felicito!
ResponderBorrarQue bien se siente encontrar algo tan bueno de leer