miércoles, mayo 27, 2020

Operación Dinamo (I). El 80 aniversario de la Invasión a Francia (IV)


El 80 aniversario de la Invasión a Francia (IV)

Carlos Balladares Castillo

Un día como hoy (28 de mayo) pero de 1940 Bélgica capitula frente a Alemania en la Segunda Guerra Mundial. Las tropas Aliadas (anglofrancesas y belgas) se encuentran sitiadas por la Wermacht en un perímetro de pocos kilómetros (35 en el sur) en torno a las playas más extensas de Francia y cercanas a Gran Bretaña (ver cómo se logró este cerco en nuestro anterior artículo). El pueblo y el puerto donde se ubican dichas playas se harán muy famosos, especialmente por el cine de propaganda de los Aliados al principio de la Segunda Guerra Mundial, y no es otra que Dunkerque. Esta terrible situación llevó al rey Leopoldo III de Bélgica a iniciar conversaciones el día 27 con el enemigo para pedir una tregua; pero la respuesta que le dieron ese mismo día fue exigirle la rendición incondicional la cual se terminó aceptando y entraría en vigencia a las 4 am. Las palabras del rey a su gobierno fueron: “la causa de los Aliados está perdida”.

La situación militar era desesperante debido a que el enemigo los doblaba en hombres y armas, aunque todavía quedaban más 400 mil soldados bien apertrechados que podían seguir luchando. La capitulación belga hizo que más de 100 mil soldados dejaran de resistir el avance y las tropas alemanes se acercaran peligrosamente a las playas de Dunkerque. En todo caso la razón dada por el monarca de Bélgica era una corriente de opinión que se iba haciendo dominante en buena parte de los Aliados. El derrotismo opacaba y veía como locura todo llamamiento a seguir peleando en contra de la eficiente maquinaria bélica hitleriana, que no dejaba de avanzar con gran velocidad y que jamás era derrotada.

Al saber el alto al fuego belga en el Gabinete Francés el mariscal Philippe Petain dijo: “¡Esto es el fin! ¡Debemos capitular!”. Winston Churchill del que siempre hemos tenido la idea de no verse contagiado por esta actitud y por eso viajó tres veces al Continente para animar a sus aliados. En el primero de estos viajes el 16 de mayo – cuenta el diario de uno de los asistentes: Paul Baudowin – el ambiente era tan pesimista que éste al final de una larga reunión le dijo al Premier francés: “Me veo en el corazón de Canadá dirigiendo la campaña sobre una Inglaterra arrasada y sobre una Francia cuyas ruinas se habían ya enfriado. La guerra aérea del Nuevo Mundo contra el viejo dominado por los alemanes entraría en pleno vigor”.

Diez días después de esa madrugada llena de angustias esa visión apocalíptica parecía confirmarse. Reino Unido iba a tener que luchar por la defensa de su hogar, y tendría que buscar armas y recursos de donde fuera. Para el 19 de mayo se comenzó a pensar en la evacuación de sus soldados lo que pasó a llamarse “Operación Dinamo”, y que se iniciará formalmente el 26. El mejor film sobre el hecho es Dunkirk (2017) de Christopher Nolan, donde la acción se inicia dos días antes cuando los panzers son detenidos por Adolf Hitler, y por medio de tres historias paralelas se muestran las dificultades al realizar el rescate de más de 300 mil soldados bajo las bombas de la Luftwaffe. Dichos soldados mayoritariamente pertenecían a la Fuerza Expedicionaria Británica (la BEF que había sido enviada a Francia en los primeros días de septiembre de 1939); pero otros eran franceses y esto se demuestra tanto en la producción de Nolan como en la película de Henri Verneuil: Fin de semana en Dunkerque (1964) que fue protagonizada por Jean-Paul Belmondo.

El ejército francés al defender dicho perímetro en torno a las playas (Batalla de Dunkerque) permitió que se diera el tiempo para lograr lo que el cine ha exaltado como una épica, y que la propaganda Aliada se dedicó a difundir (la evacuación no la Batalla) al darle un sentido de milagro o “triunfo en la derrota”; y es lo que se transmite en cada una de las películas que hemos nombrado y otras más que incluyen la operación en alguna parte de la historia que relatan. Nos referimos a la ganadora del Óscar a mejor película y dirección: Mrs. Miniver  (William Wyler, 1942) y Sangre, sudor y lágrimas (In wich we serve, 1942) de David Lean y Noel Coward. En la primera se muestra como el pueblo británico sale con embarcaciones privadas a buscar a los soldados (lo que también se ve en el film del 2017), que es el otro elemento que permite el éxito de la operación.

En nuestro próximo escrito seguiremos hablando de la Operación Dinamo y aprovecharemos que el protagonismo pasa a los británicos para hablar de su perspectiva de la Batalla de Francia. Les recordamos que esta serie de artículos forman parte de un gran proyecto que busca dar una nueva mirada a los sucesos de la Segunda Guerra Mundial a medida que se vaya cumpliendo el 80 aniversario de cada una de las batallas. Es lo que venimos haciendo desde septiembre pasado, resaltando los debates historiográficos y su relación con la influencia del cine en la memoria histórica.

lunes, mayo 25, 2020

Nuevas publicaciones # 72 y 73 de la revista Tiempo y Espacio del Centro de Investigaciones Históricas Mario Briceño Iragorry (UPEL)

El amigo y editor de la Revista Tiempo y Espacio Luis Msc. Luis Fernando Castillo Herrera nos informa: 


Estimados amigos, en medio de la presente crisis mundial les deseamos salud y bendiciones. En esta oportunidad nos complace presentar lo más reciente de la revista Tiempo y Espacio, órgano divulgativo del Centro de Investigaciones Históricas Mario Briceño Iragorry. Agradecemos a cada uno de los autores que dan vida a la revista, el comité editorial, y el grupo de estudiantes que han venido trabajando junto a nosotros en estos últimos años.



miércoles, mayo 20, 2020

El 80 aniversario de la Invasión a Francia (III)


El 80 aniversario de la Invasión a Francia (III)

Carlos Balladares Castillo

En nuestra anterior entrega explicamos cómo la estrategia militar de la Alemania de Hitler logró engañar a los Aliados y permitió la famosa ruptura del Frente en Sedán. Ruptura que fue el inicio del desastre Aliado en 1940, al ser aprovechada por las tres puntas de lanza de los cuerpos blindados (Panzer) comandados por los generales Heinz Guderian, Erwin Rommel y George-Hans Reinhardt; para iniciar una carrera hasta el Canal de la Mancha el cual alcanzaron un día como hoy (entre 20 y 21 de mayo). Y de esa forma separaron los mejores ejércitos francobritánicos (pero también belgas) del resto de las tropas francesas. El plan que habían concebido (mariscal Erich von Manstein y defendido por Adolf Hitler) se había cumplido y ahora solo quedaba cerrar el “sitio” para después ir al sur: a París y obligar a la capitulación. Pero hay un aspecto que no tratamos en nuestros dos primeros artículos sobre la Invasión a Francia y que ahora esperamos analizar: nos referimos a las estrategias alemanas específicas contra Holanda y Bélgica, aunque al analizarlas no pueden dejarse de mencionar factores de toda la campaña.

Al leer las memorias, los testimonios, las crónicas noticiosas y la historiografía llego a una misma conclusión sobre la campaña en el Frente Occidental en 1940: el peso de la victoria estuvo en la supremacía aérea que logró la Luftwaffe desde los primeros días. Al comparar los contrincantes Alemania solo superaba a los Aliados en lo que respecta a la aviación: número de aviones y calidad de los mismos, por no hablar de la experiencia en combate que tenían sus pilotos. El primer objetivo de la Fuerza Aérea fue tomar por sorpresa a cada uno de los ejércitos del aire de los tres países y destruirlos en sus aeródromos, lo cual se logró en algunas casos en torno al 50% de los aparatos. El segundo objetivo era proteger y apoyar el avance de su ofensiva terrestre (Blitzkrieg), muy especialmente a través del famoso bombardero en picado Junker 87 Stuka. El Stuka era vulnerable a los cazas enemigos pero si el dominio de los cielos se había logrado su eficiencia era casi total.

Al leer al escritor y soldado belga Louis Paul Boon (1947, Mi pequeña guerra) se puede identificar el impacto de la acción del Junker 87. Boon dice que la guerra podría ser un espectáculo “si no fuera por los stukas”, y cada vez que se intentaba combatir al enemigo “otra vez los asquerosos stukas bajaban aullando y traqueteando y aquello se volvía insoportable”; y cuando le ordenaban los oficiales: “¡trae nuevas municiones!”, se molestaba porque “no quedaban, debido a que hace media hora todo había volado por los aires”. El tercer objetivo es el bombardeo de ciudades y lugares estratégicos o la toma de los mismos por medio de las tropas aerotransportadas, entre los que se cuentan los famosos fallschirmjäger (paracaidistas). En el informe para el gabinete de la máxima autoridad militar francesa: el general Maurice Gamelin, habla de una frecuente “desbandada” de los soldados, y esto en parte es por el terror que les genera el “rugido” y la acción destructiva de los Stukas. A pesar de ello, los pilotos del Armée de l’Air lucharon con honor y valentía logrando infligir importantes bajas en el enemigo en especial en lo relativo a los bombarderos.

A diferencia del ataque alemán de la Primera Guerra, esta vez se incluyó la invasión de Holanda para evitar un posible ataque británico por la retaguardia a pesar de la neutralidad neerlandesa y darle a la Luftwaffe una mejor posición para atacar a Gran Bretaña. Fue una campaña muy rápida (de solo 4 días) que se basó en la misma estrategia usada en Dinamarca y Noruega centrada en la toma de los aeropuertos y principales puentes y ciudades, por medio de soldados aerotransportados y paracaidistas. Pero los holandeses estaban advertidos al ver lo ocurrido en Escandinavia, y al mejorar las defensas causaron numerosas bajas en los pilotos y soldados que intentaron capturar los aeródromos. Al final se necesitó de la llegada de tropas blindadas y de infantería para lograr el dominio, y aunque el principal puerto (Rotterdam) no se rendía, se tuvo que recurrir a la amenaza de la destrucción por el bombardeo aéreo. La rendición se dio pero los aviones ya habían salido y al parecer no se pudo avisar a los mismos ni siquiera lanzando bengalas, para que no destruyeran la que era conocida como la Nueva York de Europa (Cajus Bekker, 1962, La Luftwaffe).

La destrucción de la ciudad de Rotterdam fue usada por la propaganda Aliada al exagerar el número de víctimas los cuales fueron triplicados, pero al mismo tiempo fortalecieron el mito de invencibilidad de la Wermacht. El hecho fue llevado al cine en el 2012 (Het bombardement del director Ate de Jong) - aunque con pésimos resultados - por la prolífica industria fílmica neerlandesa. Dicha industria ha realizado numerosas películas sobre la resistencia de su pueblo ante el ocupante alemán. La resistencia comenzó desde el primer día de la capitulación (15 de mayo de 1940) cuando el general Henri Winkelman (máximo jefe militar) se negó a declarar a favor de la cooperación con el Ejército alemán por lo que fue encarcelado hasta el final de la guerra. Un dato curioso para los venezolanos es que a partir de éste momento pasamos a tener fronteras con el Tercer Reich, pero fue por poco tiempo debido a que las colonias neerlandesas en el Caribe terminaron ocupadas por el Imperio Británico a petición de la reina Guillermina.

En el caso de Bélgica pudo resistir más tiempo debido al apoyo Aliado, pero desde el principio sus principales fuertes como el supuestamente irreductible Eben Emael cayeron en menos de 24 horas. En youtube hay un micro de esa maravilla radial de Venezuela conocida como “Nuestro insólito universo” en la que explica cómo fue tomado por los fallschirmjägers, los cuales llegaron al techo de la mismo por medio de planeadores (fue la primera vez que se usaron en la historia militar) y solo unas decenas de soldados dominaron e inutilizaron las defensas del moderno fuerte controlado por más de 1000 soldados belgas. ¡No entiendo cómo no han hecho un film de tamaña épica!

Al principio de la campaña en Bélgica se permitió el engaño de dejar que los Aliados llegaran a las líneas defensivas pero después la Wermacht procedió a hacerlos retroceder hacia la costa, y estos intentaron ir al sur para evitar ser atrapados ante el avance de los alemanes desde las Ardenas hacia el Canal, pero dicha acción fue difícil de tomar porque todos los caminos estaban llenos de refugiados belgas que huían por no hablar del hostigamiento de los stukas. Al final, el rey Leopoldo III de Bélgica informó a los Aliados que sus fuerzas era incapaces de resistir por mucho tiempo y los británicos tomaron la decisión de salvar su ejército retirándose por el puerto de Dunkerque ¡solo si ocurría un milagro y no eran vencidos antes por los panzer! De este hecho, que trataremos en nuestra próxima entrega, hay montones de películas, a diferencia de la participación de los belgas en la guerra de la cual hay poquísimas y ninguna trata su invasión y derrota del 10 al 28 de mayo de 1940.

miércoles, mayo 13, 2020

El 80 aniversario de la Invasión a Francia (II)


El 80 aniversario de la Invasión a Francia (II)

Carlos Balladares Castillo

El 13 de mayo de 1940 los panzer de la Wermacht, punta de lanza del Ejército “A” en la Invasión a Francia, aparecen por sorpresa desde un bosque que era considerado impenetrable (Las Ardenas) y atacan la casi desprotegida ciudad de Sedán a las orillas del río Mosa. Para la noche ya comenzaban a cruzarlo, armando puentes para que lo puedan atravesar tanques, infantería y armamento. La sorpresa para los Aliados fue total porque creían que el ataque solo sería por Bélgica como habían comenzado a hacer los alemanes el 10 de mayo y a donde se habían enviado las mejores tropas para detenerlos. Es por ello que al contraatacar no lo hicieron con sus mejores armas. A pesar de ello la acción fue acompañada de un gran contingente de aviones, pero la Luftwaffe supo proteger el avance de sus tanques generando grandes pérdidas en sus enemigos (la Royal Air Force perdió el 60 % de sus naves). El 15 de mayo el Primer Ministro de Francia Paul Reynaud llama a su par del Reino Unido Winston Churchill y le dice con voz temblorosa: “Estamos derrotados ¡hemos perdidos la Batalla de Sedán!”

A partir de este momento el espíritu francés y de todos los Aliados comienza poco a poco a llenarse del conocido “derrotismo”, el cual en un mes llevaría a la ocupación de París (14 de junio) y la firma del Armisticio (22 de junio). Lo que impresiona es el hecho que esto haya ocurrido teniendo los alemanes menos ventajas iniciales, al poseer 136 divisiones en contra de la suma de 156 de estos tres países; por no hablar en el caso de los tanques (2800 panzers versus 4000 del otro lado); más no en aviones donde la Luftwaffe tenía una clara superioridad. Pero ¿cómo comenzó todo esto? ¿cómo fue posible? Para dar respuesta hemos iniciado desde la semana pasada una serie de artículos sobre la Batalla de Francia (10 de mayo-22 de junio de 1940) en conmemoración del 80 aniversario, tal como hemos venido haciendo desde el primero de septiembre de 2019 con toda la Segunda Guerra Mundial, y donde esperamos tratar las diferentes perspectivas y la relación historiografía-cinematografía. A continuación hablaremos del plan alemán sin caer en la típica simplificación a la hora de hablar de la primera etapa de la guerra, que no es otra que reducir su éxito a una palabra mítica: Blitizkrieg. Y después de revisar la perspectiva de los invasores pasaremos en las siguientes semanas a la de los Aliados.

La invasión de Holanda, Bélgica, Luxemburgo y Francia era parte esencial del pensamiento nazi-hitleriano. Es cierto que el principal objetivo era el adquirir Lebensraum (espacio vital) que había sido establecido en la Rusia europea (y su zona fronteriza como Polonia), pero éste no se podría llevar a cabo cometiendo el error de la Primera Guerra Mundial: mantener los Frentes Oriental y Occidental abiertos a la vez. Para atacar a Rusia se tenía que tener pacificada y “cerrada” la frontera Oeste de Alemania por no hablar de la “plena realización del destino” de Alemania como potencia central de Europa. Y además del resentimiento que se tenía contra la potencia victoriosa en la Gran Guerra: Francia. De esta forma, una vez conquistada Polonia (ver nuestro primer artículo del 28 de septiembre de 2019) se iniciaron los preparativos para la operación (“Fall Gelb”/ Caso Amarillo) que copiaba el plan alemán de 1914: “Schlieffen” y que solo preveía un ataque por Bélgica. El problema es que dicho plan llevó al famoso estancamiento por 3 años en las trincheras en torno al río Somme. Era increíble que nadie se diera cuenta de la repetición del error, y lo peor de todo es que los franceses también insistieron en esta perspectiva al establecer sus respectivos planes de defensa.

El mariscal Erich von Manstein del Alto Mando advirtió el error y planteó poco a poco una reelaboración del plan original. Éste se complementó con lo que terminó llamándose “golpe de hoz” y que sería al final el centro de toda la estrategia, que describimos en parte en el primer párrafo de éste artículo. Un primer ataque a Holanda y Bélgica buscaría atraer a los Aliados a esta región para después atacar por el bosque de las Ardenas e ir rápidamente hasta el Canal de la Mancha; atrapándolos y aislándolos. Esto era posible solo gracias a los principios que habían establecido los teóricos de tanques desde la misma creación de dicha arma a finales de la Primera Guerra Mundial y que en Alemania popularizó el general Heinz Guderian con su obra de 1938: Achtung Panzer! La idea no era concebir al tanque como un fuerte movible para proteger a la infantería (lo cual hacían los franceses al dispersarlos por el frente) sino como un puño acorazado o punta de lanza que permitiera una ruptura del frente (lo que no se pudo hacer en la anterior guerra) y avanzar y envolver al enemigo. Todo ello con apoyo de la artillería tanto en tierra con en el aire, y esto es lo que en buena parte se ha mitificado como Blitzkrieg. Pero como la realidad supera a la ficción este plan no fue aceptado aunque Adolf Hitler lo apoyó, hasta que un evento fortuito lo cambió todo: los planes originales que seguían el esquema “Schlieffen” el 10 de enero de 1940 cayeron en manos de los belgas porque el avión que los llevaba tuvo que aterrizar de emergencia y no sabía que estaba en Bélgica.

Los aspectos militares de la caída de Francia son muy poco atendidos en lo que se refiere al cine, salvo el caso de Dunkerque; a pesar de que la Batalla de Sedán es considerada por los grandes teóricos del arte o la ciencia militar como una evento fundamental (un ejemplo es la obra de J. F. C. Fuller, 1961, Batallas decisivas del mundo occidental). No conozco una sola película en la que aparezca esta batalla, y me encantaría que alguien me dijera que estoy equivocado. En casi todas siempre muestran una escena de los alemanes victoriosos para pasar al relato de la ocupación, el colaboracionismo y la resistencia. Se desperdicia un inmenso potencial fílmico por el tonto “correctismo político”. En nuestra próxima entrega hablaremos de la campaña en Holanda y Bélgica que no hemos explicado y que posee importantes aportes a nivel militar, por no hablar de la gran producción cinematográfica nerlandesa dedicada a su papel en la guerra.

miércoles, mayo 06, 2020

El 80 aniversario de la Invasión a Francia (I) Batalla de Francia

El 80 aniversario de la Invasión a Francia (I)

Carlos Balladares Castillo

El próximo domingo 10 de mayo se cumplirán 80 años de la invasión a Holanda, Bélgica, Luxemburgo y Francia por parte del Tercer Reich. Es el hecho más importante del principio de la Segunda Guerra Mundial porque marcó de manera determinante el resto de esta contienda y con ella nuestra historia presente. Por esta razón considero que no se le puede dedicar un solo artículo, por lo que espero ofrecer en las próximas entregas las diversas perspectivas sobre el acontecimiento. En los primeros trataré las memorias, diarios y análisis de los actores alemanes; después los relativos a los franceses y británicos principalmente y por último su estudio historiográfico. En cada uno de estos ensayos siempre estará presente – como lo hemos estado haciendo en la serie sobre el 80 aniversario que venimos escribiendo desde el primero de septiembre pasado – la relación del relato histórico con el cinematográfico.

Francia era la primera potencia en lo militar de la Primera Guerra Mundial y para la década de los treinta lo seguía siendo, por lo menos en lo que a ejércitos de tierra (infantería y blindados) se refiere. Es por ello que su derrota fue algo que ni los mismos alemanes se creían. Por no hablar del impacto que generó en el resto de las potencias y como símbolo de la democracia y los derechos humanos. Nacía el gran mito de un Hitler invencible, genio militar al estilo Napoleón con su famosa Blitzkrieg, tanto a lo interno como a lo externo. Si la oposición alemana al dictador tenía algún plan de derrocarlo (atentado u otro medio) ahora se hacía casi imposible; y si los generales consideraban intentar convencerlo de mantener cierta cordura y precaución en sus futuros planes de conquista, ya no serían escuchados.

El resto de Europa no dominada por Alemania se lo pensaría dos veces antes de rechazar su influencia. Es por ello que van a proliferar los países neutrales pero que abastecen de recursos a la Wermacht (ejército alemán), por no hablar de permitir su presencia “protectora”. En Estados Unidos el aislacionismo tenía nuevos argumentos a su favor aunque gracias a Dios no fueron escuchados por el gobierno de Franklin Delano Roosevelt, gobierno que le echaría una mano en recursos al único que resistía: el Reino Unido liderizado por Winston Churchill. Resistencia que Hitler pensó podría ser doblegada y llevada a la mesa de negociación que le dejara manos libres en Europa, y de no lograrlo invadiría Gran Bretaña o la aislaría. En todo caso haría del continente una Fortaleza, y cualquiera que pensara en invasiones se lo pensaría dos veces.  

El mito de la Blitzkrieg fue tan grande que animaría a Hitler a llevar a cabo su plan de conquista de la zona europea dominada por la Unión Soviética (URSS). Pensó que podría hacer lo mismo que hizo, cambiando lo cambiable, en Francia. Es decir, dominar la zona industrial (y en el caso de la URSS: la zona agrícola de Ucrania también) y dejar el resto del país (Siberia) en manos de un gobierno títere y/o colaboracionista como lo fue la Francia de Vichy. Al tener Europa en sus manos gracias a la derrota de Francia; tenía todos los recursos industriales, de materia prima y de fuerza laboral esclava, por no hablar de soldados que se unirían a “su causa”; podía de esa forma llevar a cabo la colosal empresa de llegar hasta los Urales.

¿Cómo logró la victoria en la Batalla (o campaña dependiendo cómo deseo definirla) que comenzó un 10 de mayo de 1940? ¿cómo la Alemania de Hitler venció a la mayor potencia terrestre de Europa pero que además tenía el apoyo militar de Holanda, Bélgica y el más grande imperio del momento al cual estaba ligado la primera Armada del planeta: el Imperio Británico? Eso lo explicaremos el próximo miércoles 13 de mayo que es el día específicamente que se cumplen 80 años de lo que se puede llamar la jugada maestra de Hitler y su Wermacht. Una apuesta militar que le salió cómo habían planeado, mientras los Aliados seguían pensando en las lecciones de la Primera Guerra Mundial.