miércoles, abril 24, 2019

¿Qué piensan los jóvenes venezolanos de la Revolución Cubana?


¿Qué piensan los jóvenes venezolanos de la Revolución Cubana?

Carlos Balladares Castillo

Publicado en El Nacional

Al dictar un curso de historia de Iberoamérica considero que el estudio del siglo XX debería estar centrado en el proceso de democratización. Dicho proceso ha sufrido muchos problemas pero entre ellos son tres obstáculos los fundamentales: el pretorianismo, el populismo y el comunismo. Antes de tratar el comunismo el cual se hace protagónico en nuestro continente con la Revolución Cubana (1959-actualidad), realicé una evaluación exploratoria o entrevista sobre el conocimiento previo a mis jóvenes estudiantes. Cuando estudié pregrado en los noventa mis compañeros de clases no tenían tan mal estima al régimen de Fidel Castro en Cuba. Ahora que soy el profesor quise identificar cómo una nueva generación que había vivido en Venezuela bajo un gobierno cuyo principal modelo es el cubano “miraba” tanto los hechos que le dieron origen como la sociedad que generaron.

Las preguntas que les hice a cada uno (más de 50 alumnos) fueron tres, y solo podían responder con una oración en cada caso. La primera: ¿qué significado tiene para ti la Revolución Cubana? De todas las respuestas que dieron solo tres no usaron algún calificativo negativo, señalando que fue una revolución con un gran impacto en el mundo y la región la cual estableció un régimen comunista. La inmensa mayoría le dio adjetivos como: fracaso, pobreza, tragedia, desgracia, peste, dictadura, error, retroceso de la libertad, atraso, violación de los derechos humanos, etc. El cambio con mi generación ha sido radical. Me pregunto: ¿teníamos que aplicar un sistema cercano al castrismo para llegar a estas conclusiones? ¿no había manera que el estudio de la historia nos ayudara a prever el peligro? Pero la pregunta más importante que me hago a partir de las respuestas anteriores: ¿aprenderemos la lección? ¿nos vacunaremos en relación a modelos parecidos? En el caso de estos jóvenes la aversión es inmensa. De total horror ¿cómo la amenaza nazi o comunista en la Europa de post-Segunda Guerra y post-Guerra Fría? El tiempo lo dirá.

La segunda pregunta fue: ¿cuándo y cómo se instaló el régimen de la Revolución cubana? La inmensa mayoría sabía que fue a finales de los cincuenta y principio de los sesenta, y aunque escribieron “con la llegada de los Castro” no tenían claro la forma. Y la última pregunta fue: ¿cuál fue el impacto de la Revolución cubana en Iberoamérica? Algunos señalaron que la destrucción de Venezuela, la mayoría resaltaron el comienzo de los conflictos en la región ante la imitación por muchos políticos de la Revolución. Pero en general no conocían de la proliferación de guerrillas que quisieron emularlas ni la reacción en su contra, de modo que se puede hablar de una guerra civil en nuestro continente con diversas intensidades en cada país.

A partir de estas respuestas es evidente que el interés por el tema existe. Será más fácil explicar y estudiar los detalles en relación a los mecanismos por medio de los cuales la Revolución cubana generó todos estos males. Pero muy especialmente por su capacidad de mantenerse en el poder por tanto tiempo (60 años hasta el presente). Considero que este aspecto es el más importante para aprender como científicos sociales y como ciudadanos amantes de la democracia, las libertades y la dignidad de cada persona humana. Cada vez que pienso en Cuba me aterra el hecho de su longevidad ¡Dios y el pueblo nos amparen! ¡La libertad está en nuestras manos!

miércoles, abril 17, 2019

¿Para qué sirve la historia? (y II) (nuestro artículo de los miércoles en "El Nacional")


¿Para qué sirve la historia? (y II)

Carlos Balladares Castillo

Publicado en El Nacional

Nuestra anterior entrega inició la revisión del título del último libro del historiador francés hispanoamericanista: Serge Gruzinski (1949), el cual publicó en el 2015 y yo he leído en su traducción al español del 2018 de mi querida Alianza Editorial; y que ahora finalizaremos. La segunda mitad del texto desarrolla el tema de la mundialización, el cual ha sido tratado por el autor en otras de sus obras. Se puede decir que es el problema al cual ha dedicado un mayor esfuerzo de investigación, centrándose en su origen en la expansión española y portuguesa de los siglos XV y XVI. Nuestro énfasis al estudiarlo, nos recomienda, está en construir una “historia global” que se base en cómo las sociedades, civilizaciones o localidades desarrollan “articulaciones y conjuntos”. Y cómo esos “ensamblajes humanos, económicos, sociales, religiosos o políticos homogenizan el globo o se resisten al movimiento”. Otra perspectiva que recomienda es “mundializar” el momento de la expansión europea al comparar su contacto, no solo con las sociedades “conquistadas” (civilizaciones amerindias) sino también con China y la creciente tensión con el Islam.

Gruzinski critica el eurocentrismo en el estudio de la historia, plantea su superación pero “sin caer en una historia-mundo que aplaste toda lectura bajo la losa de hormigón de las generalizaciones ni olvidar que ningún punto de vista puede prescindir de un anclaje”. La historia comparada podría ser este “anclaje” recordando que parten de una temática común que permita al historiador “enfrentarse con los períodos y los espacios” que facilitan “el analizar situaciones radicalmente diferentes o que comparten rasgos similares. Teje entonces, por analogía, vínculos entre sociedades separadas por océanos o por siglos”. La historia de la mundialización, recomienda, no puede caer en una perspectiva de confrontación aunque se aplaudan viejos esquemas de la etnohistoria que permitió visibilizar los conquistados. Y esto porque “ni las víctimas ni los vencedores son siempre los mismos,” de manera que “Ya no vale el esquematismo de los discursos sobre la alteridad cuando el horizonte global diversifica casi hasta el infinito las posiciones y las confrontaciones.” Una propuesta en este sentido sería estudiar a los ibéricos del siglo XVI en dos posiciones distintas: América y China, y allí se descubrirá que no siempre ocupan los mismos lugares del viejo esquema conquistados y conquistadores. Otra crítica que realiza es a los análisis en términos de centro y periferia las cuales “en realidad ya dejan de tener sentido”.

En los argumentos del autor creemos ver la idea que la mundialización es una forma una occidentalización del resto de las culturas. No es la exclusiva imposición de la cultura de Europa (eurocentrismo) sino una forma de mestizaje tanto de personas como de los elementos materiales y culturales. Occidente a partir del siglo XVI dejó de ser una cultura europea homogénea gracias al contacto con otras civilizaciones. Es cierto que el uso de la razón, la ciencia, el Estado moderno, los derechos humanos, la democracia-liberal y el capitalismo (¡y el cristianismo! ¿por qué no?) dieron sus primeros pasos en Europa; pero en contacto o en choque con el mundo. Y estos factores son universales y por ello los ha asumido el resto de la humanidad. No son monopolio de Occidente. Es que al final: “La historia de la humanidad se mide a golpe de grandes experiencias mestizas. La helenización del Oriente antiguo tras las conquistas de Alejando, la romanización del Mediterráneo, etc.”

Mi crítica al texto es que no percibí una unidad sistemática. Es más una obra que reconoce y debate el problema, ofreciendo unas primeras propuestas metodológicas más no historiográficas para lograr la superación del eurocentrismo y el establecimiento de una visión que permita comprender y explicar a nosotros los “glocales” la mundialización. Es verdad que el autor nos advirtió desde el principio que éste no sería su tema, que no quería hacerlo porque estos debates “solo conciernen a círculos de especialistas”, pero uno se queda esperando más. Y entonces “¿para qué sirve la historia?”: es claro que Marc Bloch ya nos había respondido: para comprender. Lo que Gruzinski ha resaltado y agregado, es que desde la afirmación de su compatriota el mundo se ha complejizado de tal forma que los viejos esquemas nos han tendido a dejar perplejos y sin respuestas ¡no sirven! ¡ya no comprendemos nada! Las nuevas “miradas” desde la historia mundial ha querido ser el aporte del autor en un intento de ofrecer luz en un presente confuso en un exceso de imágenes e información. En mi caso, como iberoamericano y venezolano - padeciendo la aplicación de la ideología marxista con sus terribles consecuencias humanitarias –, su lectura me ha permitido sentir cierta esperanza al percibir otra crítica superadora de los viejos esquemas de la historiografía nacida de Carlos Marx.

Nota de Semana Santa: nos habría gustado dedicar un artículo en solitario a los importantes días que transcurrimos pero teníamos que concluir el comentario bibliófilo. De modo que, en sintonía con el libro reseñado, decimos unas pocas palabras. Recomendamos la vivencia de la semana más importante del cristianismo, una religión de extensión mundial gracias a la primera globalización que lograron los europeos en el siglo XVI con especial protagonismo de los que hablan el mismo idioma que uso al escribirles. Somos ibéricos y cristianos mestizos, pues ¡vamos a vivirlo con orgullo y profundidad! ¡Vaya a su misa y/o récele al Dios Amor del cual somos hechos a imagen y semejanza!

miércoles, abril 10, 2019

¿Para qué sirve la historia? (I) (nuestro artículo de los miércoles en "El Nacional")


Resultado de imagen para para qué sirve la historia gruzinski¿Para qué sirve la historia? (I)

Carlos Balladares Castillo

Publicado en El Nacional

Es el título del último libro del historiador francés hispanoamericanista: Serge Gruzinski (1949), el cual publicó en el 2015 y yo he leído en su traducción al español del 2018 de mi querida Alianza Editorial; y que ahora haremos una breve reseña dividida en dos entregas. La pregunta se inspira en el inicio de un texto “canónico” para nosotros los historiadores: Apología de la historia (1944) de Marc Bloch (1886-1944) donde su hijo le pide que profundice en la respuesta. Ahora sirve de pretexto para su actualización, y nos recuerda la primera respuesta de Bloch que es la misma que doy junto a todos mis colegas: la historia nos fascina, nos emociona, nos genera un inmenso placer. No es solo el conocimiento. Pero ciertamente ambas no son suficientes para explicar tamaño esfuerzo, que en el caso de los universitarios de Venezuela en esta terrible crisis es mucho mayor.

El autor le agrega otra cuestión: “¿qué historia debemos enseñar a las nuevas generaciones nacidas entre finales del siglo XX y principios del siglo XXI?” Y especialmente ¿qué pasado exponer a los que provienen de diferentes orígenes, que son mestizos, que son hijos tanto de los vencedores como los vencidos de los procesos de conquista? Se pregunta por el problema de una historia eurocéntrica que se ha desarrollado hasta ahora en medio de creciente mundialización y que considera algunos factores como meta única: el progreso, el Estado, la democracia, etc. ¿se puede seguir con esta forma de “relatos”? ¿cuáles son las formas de contar el pasado que se están globalizando hoy en día? La mirada del autor se fija en las formas de comprender el presente que se usan hoy para intentar identificar las relaciones entre el pasado y el futuro. Es esta la función de los historiadores: ver las tendencias a lo largo del tiempo, las relaciones de los hechos en el tiempo.

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Un aspecto que me atrajo desde el principio fue usar en su “Prefacio” un epígrafe tomado de un blog, para después pasar a la valorización de la fotografía y el cine, de sus creadores (directores según el autor) como especies de historiadores que también “pueden producir pasados”. Pero también señala la influencia de la serie Game of thrones como una forma de mostrar más que un pasado medieval un futuro donde el fin del “imperio americano” genere la ausencia de un poder estable. También están las celebraciones de hechos que cumplen fechas redondas: centenarios o décadas, o inauguraciones de juegos (mundiales de fútbol, etc.) que reconstruyen la historia desde la perspectiva no Occidental. El mejor ejemplo fue la ceremonia de apertura de las Olimpíadas del 2008 en Pekín la cual fue diseñada por el director de cine Zhang Yimou (1951) y en la cual nos señala Gruzinski: “su trama se basa en la idea de continuidad entre un presente radiante y un pasado imperial”, retomando las invenciones chinas reconocidas por Occidente (el papel, la pólvora, la brújula, la ruta de la seda) pero no señala el cliché de que no supieron aprovecharlo sino que eran “los signos anunciadores de un destino grandioso”. Y se refiere a los viajes por los océanos del almirante Zhen He (1371-1433) del siglo XV, como una forma de mostrar que la relación de China con el mundo no es algo nuevo.

En lo relativo al cine señala que es un formato que junto a otros (cómics, videojuegos, internet, etc.) está desplazado o generando una fuerte competencia al libro como el dispositivo para historiar y fijar la memoria de los pueblos. “Lo escrito y la imagen constituyen dos modos de representación diferenciados, pues cada uno tiene su léxico, su sintaxis, sus ventajas y sus carencias.” Pero Gruzinski critica la poca importancia que le dan los historiadores al cine como un medio para interpretar la historia. Las películas ofrecen un carácter testimonial, un impacto inmediato, y una fácil explicación del “encadenamiento implacable de causas y efectos”. Valora a directores como Bela Tarr (1955), Lars von Trier (1956) y muy especialmente al Aleksander Sokurov (1951) del cual no solo resalta sus películas sino sus documentales, porque éste sabe que “no existe un archivo en estado puro, que siempre está construido y que no se puede confundir un documento con el acontecimiento del que es emanación o reflejo”. El cine resulta un excelente medio para la historia, porque ella siempre es una “construcción, donde la mayoría de las piezas del rompecabezas se han perdido para siempre y que por lo tanto hay que inyectar indefectiblemente en él un orden cualquiera acompañado de una dosis alta, a menudo no revelada, de plausibilidad y de imaginación.”

Otro factor que el autor trata es que para entender la actual mundialización, que “nos inunda de imaginarios y múltiples pasados” no solo por la diversidad local y regional sino también por lo explicado anteriormente: la diversidad de soportes, hay que estudiar su origen el cual está en la expansión española y portuguesa de los siglos XV y XVI. Fue a partir de este momento que se consolidan las dimensiones humanas (mestizaje), materiales (circulación comercial mundial y primeros pasos del capitalismo) e imaginarias (iusnaturalismo, escolástica española, etc.) de Occidente. Por esta vía recomienda a construir una “historia global” que se base en cómo las sociedades, civilizaciones o localidades desarrollan “articulaciones y conjuntos”. Y cómo esos “ensamblajes humanos, económicos, sociales, religiosos o políticos homogeneízan el globo o se resisten al movimiento”. El gran problema de esta meta es qué lenguaje usar para explicar esta historia en cada “entorno cuyos legados son tan diferentes y están situados en posiciones tan distantes”. Otra perspectiva que recomienda es “mundializar” el momento de la expansión europea al comparar su contacto, no solo con las sociedades “conquistadas” (civilizaciones amerindias) sino también con China y la creciente tensión con el Islam. No repetir la tradicional revisión de la América colonial, la Europa del Renacimiento o el Mediterráneo otomano.

No nos ha parecido correcto hacer una reseña tan corta de un libro tan denso, de manera que la semana que viene daremos una respuesta “final” a la gran pregunta que se ha hecho Serge Gruzinski.

miércoles, abril 03, 2019

Crónicas del hambre en el “mega apagón rojo” (nuestra columna de los miércoles en "El Nacional")


Resultado de imagen para apagón en venezuelaCrónicas del hambre en el “mega apagón rojo”

Carlos Balladares Castillo

La semana pasada, a partir del lunes, sufrimos el segundo mega apagón de los servicios de electricidad, agua y comunicaciones. Fue peor que el anterior debido a que tuvimos apagones nocturnos viernes y sábado en la mayoría de los estados e incluso el domingo. Ya el usurpador nos había advertido, a penas ocurrió el primero, diciéndonos que “tuviéramos velas, linternas y agua”. El mensaje entre líneas era claro: no lo vamos a arreglar porque no tenemos la capacidad, el dinero o simplemente no es nuestra prioridad. A pesar de esa advertencia siguen con las mentiras de los atentados porque jamás asumen su responsabilidad. Como dice el tweet fijado del periodista Luis Carlos Díaz: “El gobierno miente. No importa cuando leas esto”. Este nuevo factor de caos, que ya era normal en las regiones en especial en el estado Zulia, colabora para que el hambre siga avanzando en Venezuela. Es por ello que decidimos hacer una nueva entrega de nuestras ya tradicionales crónicas del hambre, pero explicando cómo se ha potenciado con los mega apagones. Estas crónicas las comenzamos un 26 de marzo de 2016 y actualizamos el 27 de septiembre de 2017 y el 30 de mayo de 2018.

El hambre en los tiempos actuales tiende a no venir sola, es decir, es parte de un proceso de depauperación que significa la pérdida de las condiciones de la vida moderna. Ambas realidades están íntimamente relacionadas. No olvidemos que la Ilustración, entendida como la aplicación de la ciencia y la técnica para superar los grandes problemas humanos, nació simultáneamente a la Revolución Industrial. Y el mundo liberal se consolidó con la segunda etapa de dicha revolución la cual estuvo movida por la electrificación. Ni siquiera el comunismo puede realizarse sin la electricidad, ya decía Lenin - no olvidemos que dicha ideología se define como marxismo-leninismo -, que la Revolución bolchevique es “el poder de los soviets y la electrificación”. Pero en Venezuela todos nuestros avances potenciados por el petróleo, el trabajo de sus ciudadanos honestos y el proyecto democrático, son destruidos por el chavismo en 20 años de despilfarro, corrupción. ¡Y especialmente por la aplicación de un modelo fracasado que solo le interesa el usufructo del poder por una oligarquía que el pueblo conoce como “enchufados”!

Lo que más nos ha horrorizado es que ante el hambre indetenible por la hiperinflación y el retroceso de nuestro economía en más del 50% del PIB en tiempos maduristas, la encuesta ENCOVI ya muestra - no solo más del 90% de la población en pobreza, de los cuales el 60% está en pobreza extrema -, sino también de índices de desnutrición infantil que superan el 30%. Y ahora sumamos a este horror la amenaza que significa la falta de agua y electricidad, en especial a la salubridad (las epidemias pueden desatarse en cualquier momento), pero en general es caer aún más en la miseria. En este segundo mega apagón otra vez vivimos los mismos problemas que se mantienen incluso si llega la luz: no hay servicio de Metro lo cual dificulta aún más los traslados porque tampoco hay casi transporte terrestre desde hace dos años (aunque el viernes se restableció a medias pero con un nuevo mega apagón en la noche otra vez cerró), graves dificultades en la comunicación y e intermitencia de la conexión a internet, lentitud o paralización de los puntos de venta que muchos aprovechan para “dolarizar” la economía, y todo esto siempre acelera  hiperinflación. Cuando se restituyó el servicio de Metro pude ver a mucha gente casi en harapos y a la mayoría con potes de agua para llevar algo a la casa.Resultado de imagen para venezuela busca agua

Pero hay otra gran amenaza con este desastre generalizado, con el incremento de la pobreza; y es que todo ello colabora con la gran meta del modelo: el totalitarismo. Este caos se suma a otros factores como la inseguridad, la acción paramilitar (colectivos), una ideología totalitaria que se impone por la propaganda y la “hegemonía comunicacional”. Por dar un ejemplo que pude corroborar en la banda de radio FM en estos días de mega apagón: algunas emisoras libres tenían operativos informativos en la noche y los mismos fueron prohibidos para que solo se pudiera escuchar los que el régimen hace, donde siempre se hablaba de sus mentiras y que todo estaba perfecto, cuando la realidad era que la oscuridad nos rodeaba. Hay un proceso acelerado de deshumanización, de atomización, de aislamiento de cada venezolana. Esto coopera con la posibilidad de lograr un régimen totalitario. ¿Qué hacer? Teja redes, fortalezca vínculos, ejerza la solidaridad y manténgase cómo sea en unión a sus seres queridos al mismo tiempo que construye con las uñas la ciudadanía.

Culpables por incapacidad o no el chavismo avanza en su meta final por medio de la destrucción de los servicios públicos, pero también en hombros de nuestra depauperación acelerada que parece no termina de levantar nuestra indignación generalizada en un gran movimiento nacional que ponga fin a esta tragedia. Una vez más rogamos al “Supremo Autor el sublime aliento” para que renazca nuestra tradición invocada mil veces en nuestro himno nacional.