sábado, marzo 28, 2015

Breve entrevista a un novel historiador venezolano (3): Daniel Terán-Solano (y 2ª parte)



Conclusión de la entrevista al historiador Daniel Terán Solano, la primera parte puede verla acá. (Si el permiso del autor hemos tomado una foto de su perfil de facebook donde se demuestra que es el "historiador comehambuguesas").

5.  ¿Cuál fue su primer escrito como historiador o cuál fue el que más le gustó?

Quizás fue mi primer ensayo publicado, “El futuro es ya” en 1996, lo primero que hice como pichón de historiador. Fue el resultado de un concurso convocado en 1993 por una fundación denominada “Fundafuturo”, que pertenecía a un banco llamado Cavendes. Yo quedé en 5° lugar y el ensayo se publico en un libro colectivo llamado “El pensamiento de los jóvenes”. Yo proponía justamente para lograr el desarrollo de Venezuela dedicarnos firmemente a mejora la educación, invertir realmente en ésa área decisivamente, concentrando más recursos y atención como verdadera política de Estado, tal cual como Alemania o Japón. Era una propuesta utópica, pero me apoyaba mucho en la Historia para explicar mi proposición. Para un adolescente de 16 años fue una gran sorpresa salir en un libro. Hasta ahora es el único que tengo publicado. Pero el escrito que más me ha gustado hasta ahora es la ponencia que presenté para las XIV Jornadas de Historia de la UCAB en 2014, (“El primer gobierno democrático de inspiración católica en la Venezuela republicana: Rafael Caldera y Copei, 1969-1974”) porque fue un trabajo de investigación bien elaborado y estructurado desde mi punto de vista y al cual dedique mucho empeño. El día que lo presenté tuve el honor de contar entre el público con el historiador, el profesor Don Germán Carrera Damas, quién se mostró muy complacido y satisfecho por el resultado de mi disertación académica.

6.      ¿Cuál escuela historiográfica sigue y por qué?

Yo me considero un historiador ecléctico y revisionista. Ecléctico porque tomo por igual las aportaciones tanto del positivismo, como del materialismo histórico marxista, incluso del romanticismo, pues cada corriente tiene algún punto valioso que el historiador debe tomar en cuenta e integrarlo armoniosamente para su propia producción. Muchas veces el apego estricto a una corriente historiográfica limita al profesional de la Historia, le cercena su capacidad de análisis, porque quiere encuadrarlo todo en lo que él cree o aprendió como verdad absoluta, y eso no me parece muy correcto. Además, soy revisionista porque el historiador, pienso yo, debe cuestionar constantemente supuestos intelectuales que parecen doctrinas sagradas, y que al expandirse no sólo le hacen daño a la profesión y al gremio, sino a toda la sociedad. Se debe dejar la militancia de lado a la hora de escribir Historia, o al menos ser lo suficientemente honesto para reconocer que al hacer eso no hace entonces Historia académica, sino propaganda u opinión personal. Lo más fácil en el mundo intelectual es estar con un bando o un sector determinado. Lo verdaderamente difícil y virtuoso es aprender a conseguir un equilibrio.

7.      ¿Qué tiempo le dedica a la historia? 

Podría decir que más de la mitad de mi tiempo, mientras no duermo o camino, pues en el aula de clases, en los almuerzos con mis colegas y en los encuentros con mis alumnos, permanentemente hablo, converso o analizo la Historia. Cuando hay una noticia de interés, ya sea política, internacional o económica es casi inevitable que la mire desde el punto de vista de historiador, y cuando alguien me consulta sobre lo que pasa en la actualidad nacional o mundial, lo cual se ha vuelto algo frecuente, apelan a mi conocimiento de la Historia para que dé mi opinión. Y curiosamente aunque la Historia estudia el pasado, es amplia la gente que me pregunta: “¿Y qué va a pasar?” sobre el futuro inmediato.

8. ¿Cómo sobrevive siendo historiador?

Pregunta polémica. Yo sobrevivo, gracias a Dios, con los humildes sueldos que devengo como profesor universitario, los cuales me permiten modestamente aportar para el mantenimiento de mi casa, la alimentación y alguna que otra necesidad material. Al ser esta una profesión intelectual, sus beneficios son inmateriales y las satisfacciones no se miden justamente por lo “contante y sonante”, pero a pesar de ello, no me desanimo en el ejercicio profesional que con tanto gusto y honor desempeño.

9.      ¿Cuáles son sus ritos cuando se dedica a escribir sobre historia?

Como tal no tengo “ritos” claros ni preestablecidos. Yo voy recopilando los libros y las anotaciones que tengo para ir hilvanando poco a poco un papel de trabajo o un ensayo académico. Escribo ciertas cosas en un cuadernito y finalmente llega un día que había planificado pasar únicamente escribiendo, y en él que empiezo a producir “a todo vapor” uniendo y entretejiendo las notas dispersas y las ideas que tenía, hasta empezar a construir un discurso más largo, elaborado y coherente. Así me mantengo mucho tiempo hasta que el hambre o el sueño me obligan a hacer una pausa. Como ahora trabajo en varios lugares poder disponer de esos días para el trabajo sistemático se ha vuelto muy difícil y apenas uso los fines de semanas largo o los asuetos extensos (Carnaval, Semana Santa y Navidad) para producir intelectualmente. Pero aún creo que mi nivel de producción es bajo. 

10.      ¿Para qué sirve la historia?

¡Uy! Pregunta compleja. Pues la Historia nos brinda identidad. Nos ayuda a saber y entender quienes somos porque nos indica de dónde vinimos y cómo llegamos al ahora. Asimismo la Historia es una fuente permanente de conocimientos sobre el Hombre, que a través de su paso por el tiempo, deja obras materiales e inmateriales, pero también innumerables elementos que muestran su propia condición. Es el mejor espejo donde podemos vernos a nosotros mismos. Y ese auto-mirarnos cumple también un propósito pedagógico, de aprendizaje: pues la Historia sirve también para enseñarnos lo que hemos hecho y también lo que no, tanto lo positivo como lo negativo, siendo en la sociedad algo tan útil como es en el individuo la memoria. Un momento feliz y glorioso o un momento terrible, doloroso y triste, se nos graba en la memoria y según lo benéfico o maléfico que fue, buscamos repetirlo o evitar que se repita. Así también sirve la Historia: al estudiarla bien podemos ver hechos, procesos y personajes positivos y negativos, y con lo que aprendemos de ella podremos escoger mejor qué cosas buenas replicar y a quiénes seguir e imitar, y por el contrario, qué cosas no reincidir y a quiénes rechazar. Con esa información de nuestro pasado, desde el presente podemos decidir qué pasos dar hacia el futuro. Por algo hace miles de años el gran filósofo chino, Confucio, afirmó: “Estudia el pasado si quieres pronosticar el futuro” y a mediados del siglo XX, el conocido estadista británico Winston Churchill dijo algo muy similar “Cuanto más hacia atrás se puede ver, más adelante resulta probable poder ver”. ¿Por qué tanto parecido en ambas frases? Me parece obvio, que a pesar de la diferencia de cientos o miles de años entre ambas y a pesar de provenir de distas culturas, en las dos frases se reconoce el valor, la utilidad y la importancia de la Historia de la misma manera como lo dijo el gran historiador venezolano Augusto Mijares: “Si de nuestra historia no sacamos ninguna lección dinámica, no hay por qué suponer que la encontraremos en otra parte.” Todas son verdades incuestionables que se entrelazan perfectamente y siguen hoy como reflexiones vigentes, y creo que lo son aún más para el caso de las actuales circunstancias nacionales o mundiales.

11.      ¿Tiene futuro la historia en general y en Venezuela?

¡Pues claro que sí! Mientras el hombre exista en este mundo, habrá Historia que hacer y también que escribir y analizar. Creo que es un muy buen momento para conocer y divulgar más del pasado, pues como dije antes, la Historia ayuda a dar identidad y aprender, y mientras la gente tenga esas necesidades y aspire a comprender mejor el por qué de su realidad presente y los cómo de su futuro inmediato, tendrá que recurrir a la Historia. Y allí también historiadores que brindarán su humilde pero muy necesario aporte.

12      ¿Qué piensa su familia de su condición de historiador?

En general me han apoyado y respetado. Mi padre quería que yo fuera abogado y de la UCAB, porque es una carrera que otorga mayor solvencia económica, pero finalmente aceptó mi decisión. Mi madre también respetó mi decisión y la apoyó, sobretodo porque nuestro abuelo materno, Don José Gregorio Solano, era un gran apasionado de la Historia, y al escoger yo el camino de la Historia de verdad-verdad, generó en buena parte de la familia materna una gran alegría y orgullo. De hecho, algunos primos me dicen “El historiador de los Solano”

13.      ¿Sus mejores amigos son historiadores?

Bueno, podría decir que sí. Carlos Balladares por ejemplo, es un hombre que admiro y aprecio muchísimo. Maestros y colegas profesionales y de trabajo como son los profesores Julio López y Rodrigo Fernández me han otorgado el honor de su amistad. Otros no son historiadores, pero tienen una inclinación natural hacía la Historia (son humanistas) y a lo largo de nuestra amistad ha jugado un papel importante el conocimiento de lo histórico, tales como Daglhier Abreu, abogado; Guillermo Aveledo, politólogo; Leopoldo González, periodista o Alfredo Jurado, educador.

14.  ¿Tendría una novia historiadora? ¿La ha tenido? ¿Funcionó?

De hecho, de las tres novias formales que he tenido en total, tuve dos novias historiadoras. Eran compañeras de estudio en la Escuela de Historia de la UCV que unieron destinos amorosos conmigo un cierto tiempo. Al principio era curioso para mí tener de enamorada a una futura colega, porque para mí hasta esos momentos eran escasas las mujeres conocidas que tuviesen sincero interés por la Historia. Y bueno, pasó el tiempo y como terminamos la relación, podríamos decir que no funcionó tener una colega profesional como novia. Sin embargo, me resulta curioso lo siguiente: mi última novia que no era historiadora sino estudiante de Derecho, sí mostró una mayor devoción e interés por la Historia que las otras dos que tuve antes, que si se estaban formando profesionalmente en ésa área, y disfrute muchísimo ese gusto por la Historia de la que sería una futura abogada. Pero en todo caso, lo que determina una relación no es precisamente las afinidades intelectuales-profesionales, sino el amor, esto es: cariño, compresión, confianza, comunicación y mucho respeto.

15.  ¿En qué proyectos sobre historia está ahora?

Debido a las clases que doy, estoy trabajando poco a poco en la creación de manuales de Historia para nivel universitario, con miras también para la divulgación general. Pienso que la Historia debe popularizarse más, llegar masivamente a las personas, para que así conozcan su importancia y se familiaricen con sus contenidos. Así como Carl Sagan o Neil DeGrasse Tyson lo han hecho con la Ciencia en general y con la Astronomía en particular, o Fernando Savater lo ha hecho con la Filosofía, hace falta un divulgador de la Historia en nuestros tiempos. Eso, poco a poco vendrá, Dios mediante.

16.  ¿Piensa abandonar la historia algún día? ¿Por qué?

No, ¡jamás! La Historia es mi vida, con ella vivo y me mantengo, gracias a ella soy lo que soy, y mientras Dios me dé fuerza, vida y salud, continuaré y trabajaré en esta actividad tan bella y tan honrosa.

17.  Recomiéndeme más de 2 historiadores jóvenes que deberíamos entrevistar.

Le daré varios, para que tenga bastante gente que entrevistar:

·         Ysrrael Camero: Historiador egresado de la UCV y profesor de la Escuela de Economía de la UCV

·         Sócrates Ramírez, Alberto Hoyos y Alejandro Cardozo Uzcátegui: todos egresados de Historia en la ULA y también, todos profesores del Departamento de Ciencias sociales de la Universidad Simón Bolívar.

·     Francisco Alfaro y Guillermo Aveledo Coll: politólogos de la UCV, pero especializados en Historia de las ideas políticas.

18.  Ahora invente una pregunta, la hace y se responde a sí mismo.

¿Qué historiador ha marcado influencia en su vida? Yo creo que Manuel Caballero, y en menor medida Mario Briceño Iragorry. 

19.  ¿Qué otras preguntas deberíamos hacer en esta entrevista?

¿Cuál es su área o rama de la Historia favorita y por qué?
¿Cuál es su historiador preferido y por qué?
¿Qué libro de Historia recomienda y por qué?

20.  Puede hacerle una pregunta al entrevistador

¿Cuándo escribimos un libro de Historia juntos?

Respuesta de Profeballa: 

Cuando usted quiera querido amigo. Vamos a establecer el plan y la fecha del primer borrador comiendo hamburguesas. 

viernes, marzo 27, 2015

Breve entrevista a un novel historiador venezolano (3): Daniel Terán-Solano (1ª parte)

A Daniel Terán Solano lo conozco desde nuestros tiempos de docencia en el colegio Santiago de León de Caracas por allá en el año 2005 si no me equivoco. 10 años de amistad en el cual hemos compartido nuestra pasión por la historia y la preocupación por la Patria. Es una persona excepcional por ser un buen cristiano y amigo. Su memoria es prodigiosa y su amor por la docencia es admirable. Sus alumnos lo estiman y sin duda ha logrado cambiar sus vidas para bien. Terán es parte de esa nueva generación de historiadores que merecen el reconocimiento de la Academia y el país. Es un privilegio contar con su amistad. 

La entrevista será en tres partes porque escribió mucho. Vale la pena. 

Profeballa




1. Resumen de su vida como historiador: (ciudad de nacimiento, año), ciudad donde vive actualmente, pregrado, postgrado, docencia, investigación, publicaciones, proyectos. 

Vine al mundo un 25 de octubre 1978, en Santiago de León de Caracas, ciudad en la que actualmente vivo, y con la que uno tiene una particular relación de amor y odio (adoro su Ávila y sus espacios verdes, a la vez que detesto la inseguridad y las colas que tiene) Estudié toda mi primaria y bachillerato entre 1983 y 1995 en el Colegio La Salle la Colina, al pie del Ávila junto a la Cota Mil. En 1996 entre a la Universidad Central de Venezuela a cursar Historia y más nunca me fui, pues la relación con mi Alma Mater aún continúa, pero en otros roles. Terminé de cursar materias en 2003, empecé a trabajar como profesor de Historia en educación media, mientras hacia mi tesis, siendo mi tutor el Dr. Elías Pino Iturrieta. Finalmente me gradué en 2008 en el primer puesto de la promoción “50 años de la Democracia venezolana”, a la cual propuse llamar así pues nuestro acto de graduación fue un 24 y 25 de enero. En 2010 comencé mi Doctorado en Historia en la UCV, el cual ya estoy por culminar pues sólo me falta entregar y defender la tesis, siendo mi actual tutora la Dra. Inés Quintero. Al año siguiente inicié estudios en la carrera de Educación en la misma universidad, la cual sigo con cuatro semestres aprobados hasta el momento. Desde 1997 he sido docente en bachillerato comenzando como profesor en el Colegio San Francisco de Sales, “Los Salesianos” y después Fe y Alegría, en su programa “IRFA” teniendo por sede el colegio Nuestra Señora de Guadalupe. En 2002 ingresé al sector público educativo trabajando en el Liceo Andrés Bello, en donde sigo dando clases en el turno nocturno. Fui profesor también en colegios privados como el Moral y Luces-Hebraica, el Santiago de León de Caracas, el Jefferson, nuevamente los Salesianos y el San Antonio de la Florida, en los cuales aprendí muchísimo y reforcé mi vocación por la enseñanza. En 2012 inicié mi carrera docente universitaria como profesor en la Escuela de Economía de la UCV, luego a finales de ese año me fui a la de Historia (¡regresé a mi hogar académico!) en donde sigo y dicto materias: Economía política e Historia económica del siglo XX. En 2014 comencé también a dar clases en la Universidad Simón Bolívar, adscrito al Departamento de Ciencias Sociales y luego más tarde en ese mismo año entré a la Universidad Católica Andrés Bello como profesor en la Escuela de Comunicación Social: Historia de la Cultura III. En ambas también me encuentro igualmente activo, disfrutando inmensamente la actividad educativa con los jóvenes. Si bien mi línea de investigación ha sido hasta el momento la Independencia de Venezuela (mi tesis de licenciatura y la doctoral están basadas en ello) mi verdadera especialidad sería la Venezuela republicana contemporánea, principalmente el agitado siglo XX, el cual proyecto analizar con obras que abarquen aspectos como las elecciones, los golpes de estado y algunos gobiernos pocos estudiados de esa centuria. De igual manera me gusta mucho la Historia universal contemporánea en sus temas político, económico y militar. Hasta el momento son pocas mis publicaciones, apartando mi blog. La mayoría han sido ensayos cortos y artículos de prensa que han sido publicados en medios impresos o digitales. Este año espero que una ponencia mía presentada en la UCAB sea publicada allá, así como algunos trabajos míos en la revista del Instituto de Ciencias económicas y sociales, y en la de Comisión de Estudios de Postgrados de la Facultad de Humanidades, ambos de la UCV. Proyecto hacer también manuales universitarios y de divulgación de temas como Historia de América, Historia económica de Venezuela y de Historia Económica mundial, los cuales se hacen necesarios pues casi no hay de esos trabajos en el ambiente estudiantil nacional, también quiero publicar una Historia ilustrada de Venezuela y trabajar en la elaboración de un Atlas histórico de Venezuela, que hasta el momento no existe. Asimismo, espero desarrollar dentro de unos años una completa y detallada Historia de las guerras civiles y la Historia electoral de Venezuela y abrir en la UCV una Maestría de Historia Universal o al menos un Diplomado. 

2. ¿Cuándo y cómo nació su vocación como historiador?

En mi infancia, en los años 80 del siglo XX. Me pasaba un poco como Alicia, la del País de las Maravillas de Lewis Carroll, que no le gustan los libros sin ilustraciones (Incluso llegue a cortar con tijeras las páginas de algunos libros así que estaban en la biblioteca de mi papa) Desde pequeño siempre me gustaron las imágenes que estaban en los libros que hojeaba, y mi interés por saber lo que mostraban dichas fotos, dibujos o grabados me llevaba a leer más y más. Entre las cosas que leía estaban por supuesto las de Historia, que me interesaban bastante. Ahí juega un papel importante el Bicentenario del nacimiento de Simón Bolívar (en 1983) pues fue un ambiente muy rico y lleno de alusiones y evocaciones a la Historia. En el colegio regalaron folletos y libros sobre el Libertador bellamente ilustrados y eso me enganchaba. Igualmente en las clases de religión en mi colegio, los textos que usábamos (como “Episodios bíblicos” de la Librería editorial Salesiana) contaban con muy hermosos trabajos artísticos que me hacían interesarme por los contenidos de Historia sagrada. Así, los libros infantiles y juveniles que llegaron a mis manos, obras con abundante formato ilustrado, me fascinaban, eran textos como “La Historia siglo a siglo contado a los niños” de Procopio y Sforza, editada por las Paulinas, o la colección “la Historia ilustrada del mundo” de Anne Millar e ilustrada por Joseph McEwan, de la Editorial Plesa con 6 volúmenes, o incluso la genial “Historia de la Humanidad”, ilustrada por Eugenio Zoppi, que no era para niños, pero estaba como en formato tipo comic de una gran calidad. Todas estas obras hoy las atesoro profundamente porque me abrieron con sus dibujos el camino hacia la Historia profesional. Finalmente he de mencionar que la biblioteca de un tío materno mío, el Dr. Martín Dávila en San Cristóbal y luego en Barinas, estaba llena de muchos libros, especialmente de la Segunda Guerra Mundial, y cuando iba de vacaciones para allá, pasaba horas y horas en su despacho revisando esos tomos llenos de fotos en blanco y negro, vistosos mapas y también muchos dibujos a escala de los aviones, tanques y barcos usados en el conflicto. Todo eso me fascinaba y me hacía leer muchísimo. También estaba un hecho bien particular, en las reuniones familiares que siempre tenían, mis padres y mis tíos inevitablemente se sentaban a discutir de política, y los temas que hablaban me resultaban muy interesantes. Quería saber mucho más de eso que hablaban y opinaban: los partidos AD, Copei, Mas, Mep, Causa R, la dictadura de Pérez Jiménez o los gobiernos de Pinochet en Chile, Fidel Castro en Cuba o lo que hacían los Estados Unidos y la Unión Soviética en el mundo. Esa combinación me hizo meterme en libros cada vez más profundos y eso me llevo a donde estoy.

3. ¿Qué lectura, película-serie, o persona fortaleció dicha vocación?

Bueno, fueron muchas cosas. Digamos que yo soy de una generación mediática, pues se veía mucha televisión en mi época a pesar que hubiese pocos canales de TV. Yo veía con bastante frecuencia la Televisora Nacional canal 5, un canal exclusivamente cultural. Ahí pasaban muchos documentales de Historia, especialmente la serie “El mundo en guerra”, hecha por la BBC y narrada por Sir Laurence Olivier. Ver esos viejísimos documentales en blanco y negro me capturaba por completo. Asimismo, veía la programación de Venezolana de Televisión que no era como la lamentable de estos días, sino una de mucha mayor calidad y contenido cultural. Ahí pasaron mini series como “Shogún”, “Anno Domini”, “Quo Vadis?”, “Norte y Sur” y “La Guerra y la Paz”, entre otras, que como eran ambientadas en la historia me fascinaban. También el antiguo canal Radio Caracas Televisión retransmitió una telenovela nacional llamada “Estefania” ambientada en la dictadura de Pérez Jiménez y me encantaba verla, al igual que otra muy buena llamada “Gómez”, sobre el famoso dictador. En los recreos de mi colegio lo que yo más jugaba era a repetir esos eventos históricos que veía en TV. Con las lecturas, empecé de lleno con las enciclopedias. Me encantaban y aún hoy me considero un hombre “enciclopédico”, al punto que si puedo comprar una buena, a pesar de lo vieja que sea, la compro. Me encantaba leer los artículos que tenían gráficos, esquemas o ilustraciones explicativas (de ahí quizás venga mi costumbre de hacer esos pizarrones a la hora de explicar mis clases, Ja,ja,ja) Como no había Internet, no había mejor fuente que leer enciclopedias para conocer de algo o alguien. De lo general pase a lo particular y leí las Historia de América, de Venezuela y Universal de J.M. Siso Martínez, libros de texto de época pero con una calidad estupenda, tal cual como la Historia de Venezuela del hermano lasallista Nectario María. Luego la “Historia fundamental” de Salcedo Bastardo, el “Cuéntame a Venezuela” de Uslar Pietri, “Tapices de Historia Patria” de Briceño Iragorry, la “Evolución histórica de Venezuela” de Ramón J. Velásquez,  el “Juan Vicente Gómez y su época” de Manuel Caballero o la “Historia Universal” de Carl Grimberg, colección de 40 fascículos que venían en una revista llamada “Bohemia”. También leí una magnifica Historia Universal de 4 tomos (de 1977) de la Editorial Planeta, hecha por historiadores catalanes muy cercanos al materialismo histórico, que me pusieron al día en muchas cosas que desconocía de la historia del mundo. Y finalmente entre la películas hubo muchas que vi en TV (tanto por la antigua RCTV, como por VTV o el canal Venevisión) pero de las que puede ver en el cine directamente y me influyeron, recuerdo especialmente “El último emperador” de Bertolucci, “El imperio del sol” de Spielberg y “Danza con lobos” de Kevin Costner, las cuales me hicieron enterarme más de la Historia. El día que las vi, lo primero que hacía al llegar a casa era buscar en mi enciclopedia Barsa información sobre Pu-Yi y la historia china, el imperialismo japonés en Asia o la expansión al oeste en los Estados Unidos y sus tribus indígenas.

4. ¿Cómo fue su experiencia en el pre o postgrado de historia?

Fue muy rica y aprendí muchísimo. En pregrado recibí todas las herramientas para ser un correcto historiador, además que tuve maestros muy completos y exigentes en sus áreas, a los cuales recuerdo con mucho aprecio: Rafael Strauss en antropología, Pedro Calzadilla en Introducción a Historia de América, José Ángel Rodríguez en las geografías históricas, Ramón Aizpúrua en Teoría y método de la Historia e Historia colonial de Venezuela, Germán Yépez en Venezuela siglo XIX, Samuel Moncada en Venezuela siglo XX, Michelle Ascencio en sociología, Susan Berglund en idiomas, Pedro Castro en Economía Política e Historia económica, Alberto Navas en Ideas Políticas, Ramón Chacón en historiografía de Venezuela, Miguel Hurtado Leña en Historia antigua, María Elena González en Historia de América independiente, Inés Quintero en un seminario sobre la Historia de la Independencia venezolana y Rodrigo Fernández en Historia Moderna y Ciencia y Técnica. De ellos aprendí lo necesario para ser un buen historiador, pero no sólo por lo teórico y doctrinario, sino también por su conducta ante la vida, la cual en la mayoría de los presentes fue muy correcta, en especial el profesor Rodrigo, quien siempre se mostró como un verdadero maestro, guía y mentor: aquél que sabe enseñar y bien, dentro y fuera de las aulas, no sólo para un curso, sino para toda la vida, siendo un verdadero referente ético e intelectual. En el Postgrado, me lance a una aventura que me intimidaba muchísimo porque salté directo de Licenciatura a un Doctorado sin tener Maestría previa. El director del Doctorado en Historia de ese entonces, el profesor Alejandro Mendible, una autoridad en temas de Historia de Brasil y del Perú, confió en mis calificaciones previas, mis capacidades y también en el perfil que poseía como profesor de bachillerato: él consideró que lo mejor me convenía era sacar un Doctorado para así lanzarme a la docencia universitaria y la investigación histórica profunda. Creo que acertó y por eso le estoy inmensamente agradecido. Allí volví a tener clases con la profesora María Elena González, académica de la Historia, toda una autoridad indiscutida en Historia de América e Historia económica, y docente exigente como pocas, muy puntillosa a la hora de corregir. Ella fue mi primera tutora doctoral y desde entonces he colaborado con ella en todo cuando he podido: desde llevarle un café a su salón de clases o hasta ser su chofer cuando necesitaba trasporte a algún evento. Estudiando también allí tuve la suerte de ver clases con Don Tomás Straka, lo cual me emocionó mucho porque él era un protagonista de la nueva historiografía nacional que tenía el honor de conocer en las aulas. Fue un profesor bien exigente, atento y muy cumplidor, que no dudó en echarme bromas, pues creo que siempre me ha considerado una especie de extremista religioso católico. Ja,ja,ja. Curiosamente ambos cumplimos año el mismo día. Como todo estudio de Postgrado, en el Doctorado profundicé mi formación profesional, conociendo autores y bibliografía que no conocía, “poniéndome al día” en mi área de conocimiento. Nota especial en mi Postgrado merece el profesor Julio López quien sucedió en el Doctorado al profesor Mendible y me solicitó que fuera el asistente del Área de Historia. Allí hice el papel de secretario, recepcionista y mensajero, entre otros, ganando una muy, muy humilde beca, pero permitiéndome hacer prácticamente gratis el Postgrado. Esa oportunidad me acercó más al mundo universitario, permitiéndome conocer profesores, publicaciones y eventos académicos como congresos, lo que también me preparó en lo futuro para ser un docente más completo en el campo de la educación superior. Sin el apoyo del profesor Julio, difícilmente estaría donde estoy. Tuve el gusto de tenerlo como profesor dos veces en el Doctorado en materias sobre el Mito y la hermenéutica simbólica en la Historia y la Sociedad, y aprendí muchísimo dentro y fuera de las aulas: conversar un café con él en la oficina era aprender toneladas de conocimiento histórico, humanístico y de Ciencias Sociales. Maestros como él se ven poco en estos tiempos, y aspiraría mucho convertirme en uno así: sapiente y exigente, disciplinado, eficiente y con una energía envidiable para atender asuntos ahí, en la Escuela de Historia donde es coordinador académico y profesor, en la UCAB donde también es docente, y además publica constantemente textos de su especialidad. ¡Qué envidia, y de la buena!
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